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La envidia de todo el mundo está en contra de nuestro asado

Miércoles, 29 de mayo de 2013 11:50

Tiene razón la señora Cristina: el mundo está en contra de los argentinos, y esto que vamos a comentar demuestra que lo mueve una de las más bajas pasiones: la envidia.

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Tiene razón la señora Cristina: el mundo está en contra de los argentinos, y esto que vamos a comentar demuestra que lo mueve una de las más bajas pasiones: la envidia.

El mundo, en su mezquindad, no puede aceptar que seamos los mejores en todo, bueno, en casi todo. Concedamos que alguien en algo nos podría superar. Quizás en la construcción y puesta en órbita de telescopios interestelares, tal vez (ya se sabe quién) en la impresión de esos billetitos verdes, llamados dólares, que algunos compatriotas oligarcas destituyentes buscan afanosos para viajar a Miami o Hawai.

Pero en lo demás, ­cuándo! El mundo nos envidia que seamos los mejores en fútbol; por la “década ganada”; que la mujer argentina sea la más bella y elegante; que nuestra Presidenta sea, exactamente, una de esas mujeres; que el tango sea el baile preferido en los salones de la realeza; que Messi sea argentino, lo mismo que el papa Francisco; que la reina consorte de Holanda sea argentina, y etcétera. Pero lo que más envidia le da al mundo es que la carne de nuestras vacas sea insuperable, y que a los argentinos nadie nos haga sombra en eso de asarlas, ya sea a las brasas, a la leña, al horno, o como fuese.

Por eso, para despojarnos del título de mejores asadores del planeta, la World Barbecue Association (WBQA) tuvo la malévola iniciativa de organizar el 12§ Campeonato Mundial del Asado, en Saidia, Marruecos.

Se pusieron de acuerdo 42 países, en una repudiable conjura internacional, para quitarnos los laureles. ­Y lo consiguieron! Nuestros muchachos no se amilanaron ante los escollos que pusieron los complotados organizadores, y dieron todo lo de sí. Tenían que asar corderos a la “mechoui marroquí”, además de pollos y preparar un postre libre, cocido en un 60% con el método del asado. ­Dónde se ha visto tamaña extravagancia! ­Todo pura trampa!

El jurado integrado por chefs, críticos gastronómicos y periodistas de todo el orbe (sin duda a sueldo de la prensa monopólica), los juzgó por el sabor, la consistencia, la limpieza (­eh!, así no vale) y la presentación. Y no hubo caso, el seleccionado nacional de asadores cayó derrotado.

Campeón, vean el disparate, fue Dinamarca; segundo fueron los alemanes, y tercero, ­cáiganse de la silla!, fue el equipo de Liechtenstein, unos de los países más pequeños de Europa (apenas 160 km cuadrados). Y bien, así está el mundo, lleno de injusticias y de envidia. A los asadores argentinos los venció la tecnología. En Facebook hubo un clamor bien patriota: “­Que sepa el mundo que el mejor asado es ARGENTINOOOOOO!!!!!

 

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