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Guillermina, entre las mieles del amor y los sobresaltos

Domingo, 21 de julio de 2013 12:01

En 1998 conoció a Ortega y tres años después tuvieron a Dante. En 2002 llegó Paloma y en 2005 nació Helena.

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En 1998 conoció a Ortega y tres años después tuvieron a Dante. En 2002 llegó Paloma y en 2005 nació Helena.

Tiene 35 años. Es oriunda de Necochea y su primera aparición pública fue en 2000 con “El libro gordo de Petete”.

Pasó mucha vida desde aquella imagen televisiva que la mostraba con su rostro angelical conversando con Petete hasta hoy. Quizás muchos no recuerden o no sepan que esa coprotagonista del Libro Gordo era Guillermina Valdés. Sí, la Guillermina Valdés de la que hoy habla el país, la mitad a favor, la mitad en contra. Es que la agraciada muchacha osó formar pareja con Marcelo Tinelli, quien no solo alguna vez fue socio/amigo de su exmarido, sino que es el productor más poderoso de la televisión nacional y dueño de una codiciada soltería y billetera que ella supo cándidamente llevar para su molino. Pero como la felicidad tiene su precio, aún para los mortales con tanta exposición pública, Guillermina tuvo -tiene y parece que tendrá- que remar mucho para poder avanzar con esta nueva relación: la separación de Sebastián Ortega, con quien vivió 14 años y tuvo tres hijos, transita por caminos muy sinuosos, tanto que están rumbo a la Justicia.

¿Quién es Guillermina?

La inmensa mayoría la reconoce como la actual pareja de Tinelli; algunos pocos por ser una de las nueras de Palito Ortega y Evangelina Salazar y sólo un pequeño puñado la asocia con el simpático patito que parecía saberlo todo, allá por el 2000.

En verdad, la muchacha que acaba de cumplir 35 años -y festejarlo en el departamento que Tinelli habita en la coqueta torre Le Parc de la Capital Federal- tiene un camino recorrido en el que su rol de madre se impone claramente sobre sus comienzos en el modelaje o sus intentos actorales.

Nació en Necochea. Terminado el secundario, apuntó para la carrera de veterinaria, pero a poco de andar, decidió hacer un cambio radical y se presentó en un casting para modelar en la agencia de Pancho Dotto; tenía altura, delgadez, simpatía y soltura.

En 1998 conoció a Ortega y tres años después (en 2001) tuvieron su primer hijo, Dante. En 2002 llegó Paloma y en 2005 nació Helena.

Tras el nacimiento de la primera niña, Guillermina entendió que se debía una carrera universitaria, e intentó nuevamente, esta vez con psicología, pero a poco de andar, abandonó los estudios.

Luego nació Helena y sintió que tenía mucho para ofrecer desde un escenario. Para ello, comenzó a estudiar con Julio Chávez y asistió tres años a su escuela donde también hizo cursos y seminarios. Fue

en 2010 cuando fue convocada por el socio de su exmarido, Pablo Cullel, para un papel en la serie “Botineras”. Pero, por sobre cursos y televisión, además de yoga, pinturas y patinaje, Guillermina fue siempre mamá.

Está claro que su paso por las pasarelas, nacionales e internacionales, sus efímeros roles como actriz en alguna ficción y los 14 años que pasó al lado del dueño de la productora Underground, no tuvieron un vuelo público para el recuerdo. Más bien, en ese tiempo fue “señora de” y “madre de”.

De repente, hacia fines de 2012, grandes titulares periodísticos anunciaban el romance entre Tinelli y la ex de Sebastián Ortega. Fue el puntapié del gran culebrón que se muestra más cerca de la Justicia que del final feliz.

Entre códigos y opinólogos

Transcurría la primavera del año pasado cuando el planeta espectáculos se salía de eje con la noticia: ­La ex de Sebastián Ortega sale con Marcelo Tinelli!, ambos muy próximos en otros tiempos por razones laborales.

Guillermina Valdés, la mujer en cuestión, fue el blanco predilecto de parte de la colonia artística y del chichimento.

“Tinelli no tiene códigos”, lanzó Ortega con su orgullo mansillado y su macho original herido de muerte, eso sí, al lado de su nueva novia, una jovencísima e hija de millonarios Ivana Figueiras. Y sobre esa contundencia se subieron incontables personajes, muchos de los cuales incluso, fueron un poco más allá, y se treparon a los agravios y a las conclusiones básicas: “Lo que pasa es que a ella lo único que le importa es colgarse de la plata de Tinelli”.

El tema se convirtió de un momento para otro en una cuasi cuestión de Estado. Todos hablaban en todas partes, en los medios, en los cafés. Amigos y parientes de ella y de ellos. Si hasta la mismísima Ivana, novia de Seba Ortega, tiró el misil más poderoso: “¿Quién sos Guillermina Valdés? ¿Qué hiciste en tu vida para hacerte conocida ..?”.

Los dimes y diretes circulaban por todos los rincones. ¿Nadie pensó en los niños? (los tres de ella y los dos más chicos del creador de Showmatch).

Tantos fueron los comentarios y las elucubraciones que a poco de haberse hecho visible la pareja decidió terminar la relación, o mantenerla en el más estricto de los secretos hasta que el sol de enero de Punta del Este volvió a alumbrarlos de día.

Otra vez los titulares y las tapas de las revistas. Y los chicos nuevamente en el medio de lo que saludablemente debería haber sido un asunto limitado a mayores. (­Claro que en las fotos aparecían con los ojitos pixelados!).

A la Justicia

La separación de Sebastián y Guillermina no pudo escapar al contencioso. O había terminado bien hasta que Marcelo apareció en el mapa de ya la desarmada familia. Sea por lo que fuere, va a cumplirse un año que el apellido Valdés inunda tapas de diarios y revistas y títulos en la televisión. Porque viaja al exterior, porque sus hijas aparecen de la mano de Tinelli, porque durmieron en tal o cual lugar, porque, porque, porque...

El último episodio fue hace una semana, cuando el poderoso hombre de la televisión anunció que se iría unos días de vacaciones a Miami “con Guille y todos los chicos, los de ella y los más chicos míos”.

Ardió Troya. Las noticias aseguraban que Ortega no les daría el permiso para salir del país; luego se desmintió ese punto y en cambio se dijo que el padre de los tres menores no quería que sus hijos viajaran en un avión particular “por razones de seguridad”. Pero además, Sebastián lanzó por ahí que todos los meses le pasa a sus hijos 80 mil pesos, cifra que fue rotundamente desmentida por la madre de los chicos. ¿Cómo saber la verdad?

Lo que sí se sabe con certeza es que hace unas horas, Valdés emitió un comunicado desde Miami aclarando su situación con Ortega, y la relación que mantiene con sus hijos. Y, según se informó la modelo iniciará acciones legales a su ex “por una serie de gastos de los hijos que tienen en común: alimentos, cuota del colegio, gastos de quiosco, profesores particulares, plan médico, entre otros varios.

Hay documentación que avala cada cosa, recibos, facturas, que están adosadas a una planilla general, añade la información.

También, se supo que Lucía, la hermana de Guillermina, aclaró que la modelo no hablará más sobre el tema, y dejará todo en manos de la Justicia.

En fin, Guillermina pasó de ser la esposa de Sebastián Ortega ( muy parecida físicamente a su exsuegra, Evangelina Salazar) y la madre de sus tres hijos, a ocupar cientos de minutos y centímetros en la prensa del espectáculo. Por supuesto, sus pasos no pasan inadvertidos y, por tanto, cada uno de ellos es susceptible de ser mirado desde la envidia, el golpe bajo, el machismo (el de los hombres y el de las mujeres) u ocasionalmente, la comprensión...

Para bien o para mal, Guillermina ya no tiene que explicar quién es. So lo debe procurar ser feliz.

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