¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

10°
2 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Con eje en la pobreza y la juventud, Francisco conmovió a Río de Janeiro

Martes, 23 de julio de 2013 12:53

Francisco, el primer papa latinoamericano, tuvo un vibrante recibimiento el lunes en Río de Janeiro en su primera visita al continente, donde decenas de miles de peregrinos brasileños y extranjeros lloraron y gritaron a su paso en el papamóvil semidescubierto.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Francisco, el primer papa latinoamericano, tuvo un vibrante recibimiento el lunes en Río de Janeiro en su primera visita al continente, donde decenas de miles de peregrinos brasileños y extranjeros lloraron y gritaron a su paso en el papamóvil semidescubierto.

El Papa lanzó un llamado a los jóvenes a evangelizar, y les pidió que “vayan más allá de las fronteras de lo humanamente posible, y creen un mundo de hermanos y hermanas”, en un país donde cientos de miles de jóvenes protagonizaron en junio históricas protestas contra la corrupción de los políticos y por servicios de calidad.

Antes de volar hacia Brasil, Francisco había advertido que el mundo está en riesgo de que haya una generación perdida de jóvenes desempleados y ha reclamado una cultura más inclusiva.

El Pontífice habló con los periodistas y le mostró su preocupación al señalar que “hay miles de jóvenes sin trabajo condenados a una cultura del desecho que también daña a la senectud”.

“La crisis mundial no está tratando bien a la gente joven... Corremos el riesgo de tener una generación que no trabaja. Desde el trabajo llega la dignidad de la persona”, aseguró

“Hemos llegado a acostumbrarnos a una cultura del desecho. Hacemos lo mismo con los ancianos, pero esta gente que está fuera del mercado laboral, incluso está afectada por una cultura en la que cualquier cosa es dispensable. Tenemos que parar este hábito de expulsar las cosas. Necesitamos una cultura de la inclusión”, reflexionó el Sumo Pontífice.

Calurosa bienvenida

Una manifestación de cientos de personas que protestaban por el gasto público de su visita cerca del palacio Guanabara, donde el Papa se reunió con la presidenta Dilma Rousseff, fue dispersada por la policía tras su partida del lugar con gases lacrimógenos y chorros de agua.

Un fotógrafo de prensa fue herido y yacía en la calle, su cabeza sangraba abundantemente.

El papa argentino, de 76 años, presidirá en Brasil, el país con más católicos del mundo, la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), del 23 al 28 de julio, a la que asistirán un millón y medio de personas. El Papa dijo que vino a la JMJ para encontrarse con jóvenes “atraídos por los brazos abiertos del Cristo Redentor”, en su primer discurso en el Palacio Guanabara, sede del gobierno de Río.

Artefacto explosivo

En la ciudad de Aparecida, la policía encontró el domingo un aparato explosivo de bajo impacto, de fabricación casera, en el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, que será visitado por el Papa el miércoles. Un comunicado de la policía señaló que el aparato fue detonado el lunes y que “en ningún momento puso en riesgo la vida de civiles”.

“No traigo oro ni plata, sino a Cristo"

Francisco y la jefa de Estado dieron juntos una conferencia de prensa. En sus primeras palabras desde Brasil, el Papa manifestó: “No traigo oro ni plata, pero traigo conmigo lo más valioso: Cristo. Vengo en su nombre para alimentar la llama de amor fraterno que arde en todo corazón y deseo que llegue a todos y a cada uno mi saludo”.

Y agregó: “He aprendido que, para tener acceso al pueblo brasileño, hay que entrar por el portal de su inmenso corazón. Permitan, pues, que llame suavemente a esa puerta. Pido permiso para entrar y pasar esta semana con ustedes”.

“Vayan y hagan discípulos a todas las naciones”, afirmó el Papa en el país con más católicos del planeta, que, no obstante, en los últimos años vio crecer la presencia de iglesias evangélicas.

“Los brazos del Papa se abren para abrazar a toda la nación brasileña, desde la Amazona hasta las pampas”, culminó el Sumo Pontífice.

Lo cierto es que el Papa quiere mostrarse, como siempre, cercano al pueblo, y el simple automóvil cerrado que lo llevó del aeropuerto internacional hasta la catedral metropolitana en el centro de Río fue cercado por multitudes de personas en repetidas oportunidades, muchas de las cuales le tiraban regalos por la ventanilla abierta.

El coche debió frenar varias veces, mientras los guardias de seguridad que corrían junto al vehículo alejaban a la gente.

Tras llegar a la catedral, el Papa subió al papamóvil e inició un paseo por el centro de la ciudad, hasta el teatro municipal.

PUBLICIDAD