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5 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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La actividad inmobiliaria, en la era del Cedin, quedó más dolarizada

Domingo, 22 de septiembre de 2013 03:08

 

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Un corredor inmobiliario es el intermediario, por excelencia, entre la oferta y la demanda de propiedades para venta o alquiler y también actúa como administrador y cobranza de unidades en arriendo. Pero también, es un planeta monetario aparte en el sector de la economía de los servicios. Tiene utilidades medidas en dólares. El mercado inmobiliario se maneja no en moneda nacional, sino en la estadounidense por uso y costumbre. Junto con el segmento de algunas operaciones bancarias-financieras y el movimiento exportador, los corredores cotizan sus márgenes en dólares. La intermediación dolarizada entre propietarios y clientes da a este tipo de empresa un lugar de privilegio en la cesta de las monedas, igual que como opera el comercio exterior, con la diferencia de que el rubro propiedades pertenece a la competencia impositiva y legal del comercio interior.
Este híbrido mercantil vive en un país pesificado pero maximiza ganancias solo en dólares desde 1976.
Hace cuatro décadas se liberalizó el mercado de dólares, se cronificó la inflación y el ahorro de los argentinos quedó devaluado. Comenzó, entonces, la acumulación dolarizada.
El inmueble fue la otra alternativa para la depreciación de la moneda nacional. Bajo el lema “En las buenas, comprar dólares y hacerlos ladrillos, para las malas”, quedó instituida toda una lógica comercial de aquellos que temen a la historia económica argentina.
El hecho de que esté dolarizada la venta y compra de propiedades ha creado una ventaja cambiaria justificada por el contexto de inflación persistente.
De allí que apareció para seguir sosteniendo la ventaja cambiaria, el atajo dolarizado (un camino indirecto) de los Cedin. Estos funcionan hoy a marcha forzada en el sector inmobiliario ya que no logran el “boom” que prometieron.
El mercado de las propiedades no puede hoy hacer olvidar a la psicología argentina que el dólar no es la única moneda de cambio. Al contrario, el corretaje lo fomenta con una paradoja: las operaciones son menos mientras el dólar es más caro.
Una prueba de ello es que el mes de agosto, en todo el país, transcurrió con una baja en consultas a las inmobiliarias. La baja fue 1,11% respecto de julio, dato menor si recordamos que durante julio las consultas se incrementaron un 7,03% respecto a junio.
Más allá de las cifras duras, hay una retracción en las operaciones por incertidumbres microeconómicas.El cepo está en plena vigencia y limita al dolarizado sector.
Sin embargo -siguiendo con la paradoja del mercado-, continúa la compra y venta de propiedades. Algunos pueden tener dólares a la altura de los precios inmobiliarios. Hacen negocios con Cedin o sin ellos, y son los que ya poseen propiedades y compran más.
El sector inmobiliario lleva dos marcas de origen: el dólar, moneda ganada en plena economía pesificada y la fiscalización. La Afip lo vigila para evitar el cobro en negro de la comisión en la intermediación.

Los que miran pasar los “verdes”

La economía, se sabe, está en emergencia (hay una ley en ese sentido) y pesificada (ya cayó la convertibilidad).
El numeroso recurso humano del sector inmobiliario, contratado laboralmente en pesos, opera en moneda extranjera.
El mercado comercial dolarizado que dominan esos profesionales es poco regulado en ordenamiento urbano y en alquileres.
Los consumidores tienen sus ligas para defenderse y, cuando existe litigiosidad entre clientes y propietarios, los honorarios se pagan en pesos.
Los asesores en los asuntos contenciosos, también cobran en pesos.
Según el Indec, en el sector inmobiliario trabajan 63.381 empleados. Esta medición es hasta el primer trimestre de 2013.
El salario promedio y pactado en moneda nacional es $7.887.

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