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La vía cubana del capitalismo

Sabado, 07 de septiembre de 2013 02:40

La muerte de Hugo Chávez transformó el escenario sudamericano. Con Venezuela volcada hacia adentro, para resolver sus problemas internos, el “eje bolivariano” se evaporó. Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Daniel Ortega en Nicaragua pretenden ensayar fórmulas alternativas. Pero donde más se advierte ese vacío dejado por Chávez es en Cuba, que teme sufrir una situación similar a la que padeció a principios de la década del 90 tras el colapso de la Unión Soviética.

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La muerte de Hugo Chávez transformó el escenario sudamericano. Con Venezuela volcada hacia adentro, para resolver sus problemas internos, el “eje bolivariano” se evaporó. Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Daniel Ortega en Nicaragua pretenden ensayar fórmulas alternativas. Pero donde más se advierte ese vacío dejado por Chávez es en Cuba, que teme sufrir una situación similar a la que padeció a principios de la década del 90 tras el colapso de la Unión Soviética.

Forzado por las circunstancias, el régimen de La Habana anunció entonces una nueva fase de las reformas económicas. Los cambios apuntan a una desregulación, aunque parcial y paulatina, de las empresas estatales y una apertura a la inversión extranjera. “Durante lo que queda de 2013 y 2014, trabajaremos en las más profundas transformaciones”, señaló el vicepresidente del Consejo de Ministros, Marino Murillo, titular de la comisión encargada de implementar la estrategia reformista señalada por Raúl Castro en 2010.

Según Murillo, “la primera etapa de las reformas ha sido hasta ahora, fundamentalmente, la eliminación de las prohibiciones en la sociedad”, mientras que ahora la prioridad será otorgar mayor autonomía a las empresas estatales para “eliminar todos los impedimentos que ponen freno a sus posibilidades”. Para atajarse de las críticas de los “ortodoxos”, aclaró que “el modelo por el cual apuesta la revolución y sus dirigentes se sustentará en la prioridad social y no en la empresa privada, aunque éstas fomenten el empleo”.

A partir de estas nuevas reformas, las empresas estatales podrán quedarse con el 50% de sus ganancias, después de impuestos, para reinvertirlas en sus procesos de producción.

Actualmente, la totalidad de esos beneficios son administrados por el Gobierno, que determina la distribución de esos recursos y los planes de inversión de las empresas.

“En la formación del producto bruto interno, la empresa estatal socialista va a seguir siendo determinante, con un poco más de eficiencia”, indicó Murillo.

Pero la transformación más revolucionaria es, en los términos de Murillo, “la extinción, fusión, redimensionamiento o transformación en otras forma de gestión de aquellas empresas que trabajen con pérdidas por más de dos años”, a fin de “mejorar la eficiencia empresarial y enfrentar la cadena de impagos que hoy lastra la economía nacional”.

Esta determinación preanuncia para 2015 o 2016 la quiebra o la privatización de centenares, incluso miles, de empresas estatales ineficientes y deficitarias, cuya gran mayoría carece de viabilidad económica.

Luces y sombras

El proceso de reformas estructurales comenzó con la renuncia de Fidel Castro y el ascenso de su hermano Raúl. Sin espectacularidad, el régimen fue preparando, sigilosamente, una progresiva liberalización económica, unida a una fuerte reducción de la burocracia estatal, que implicó la cesantía de alrededor de medio millón de empleados.

El primer resultado fue la aparición de una nueva economía popular. Decenas de miles de cuentapropistas y de pequeños emprendedores encararon sus negocios particulares y empezaron a visualizar un horizonte de ingresos más abultados. En rubros tan disímiles como la gastronomía, el transporte urbano de pasajeros, la venta de materiales de construcción y la pequeña producción agropecuaria, entre otros, hubo una explosión de iniciativas, con suerte diversa.

El balance de los nuevos emprendimientos ha sido más negativo en el sector rural. La entrega de tierras públicas en usufructo, ya sea a campesinos individuales o a cooperativas agrícolas, para revertir el hecho de que Cuba importa cerca del 70% de los alimentos que consume, no alcanzó los objetivos perseguidos. Mientras el régimen no acepte transferir esas tierras en propiedad, será imposible corregir esa situación.

La nueva legislación migratoria, que flexibilizó los requisitos para entrar y salir de la isla, es una vuelta de página en la historia de Cuba. Viajar al extranjero fue un trauma para todo cubano desde la llegada al poder de Fidel Castro en 1959. Quienes conseguían el permiso de viaje debían plantearse la disyuntiva de quedarse afuera o regresar.

La emigración de jóvenes cubanos representó un goteo permanente durante décadas. Se habla del fenómeno de los “padres abandonados” (los “PA”), cuyos hijos prueban suerte en el exterior. Sus remesas de divisas contribuyen al sostenimiento de sus familias.

Las consecuencias inmediatas de la liberalización migratoria no serán necesariamente favorables. Otros miles de jóvenes emigrarán para no volver. Este riesgo se manifiesta en distintos planos. El béisbol, que es el gran deporte popular cubano, enfrenta el peligro de una migración masiva de sus mejores jugadores, tentados por sueldos superiores de las ligas estadounidenses.

La escasez de capital

El turismo y la minería son dos de los principales rubros de la economía cubana, en la que el azúcar, que históricamente ocupó un papel central, es cada vez menos relevante. En ambos sectores, el Estado tiende a asociarse con empresas trasnacionales, que aportan financiamiento y tecnología, mientras las empresas públicas proveen recursos naturales y la mano de obra barata.

La marea turística crece. Más de dos millones y medio de visitantes aterrizan anualmente en Cuba. Por supuesto, la mayor tajada de este negocio está en manos de las grandes cadenas hoteleras internacionales.

Pero cerca del 20% de los extranjeros que visitan la isla se hospedan en viviendas particulares. De todos modos, el verdadero “boom turístico” es el que está por venir, cuando Washington elimine las restricciones para viajar a la isla.

En el campo de la minería, el régimen busca atraer a socios internacionales. Cuba tiene las mayores reservas mundiales de níquel (800 millones de toneladas), posee grandes reservas de mármol y explota también oro, plata, zinc, plomo y cromo. La principal empresa extranjera en el sector es la firma canadiense Sherrit, que trabaja asimismo en el área petrolera, otro rubro estratégico en que Cuba es estructuralmente dependiente del abastecimiento externo.

La cuestión de la inversión extranjera, indispensable para evitar el estrangulamiento del proceso de apertura económica, trabado por la insuficiencia de capital, está asociada a las relaciones entre el Gobierno de La Habana y la comunidad exiliada de Miami. El logro económico más significativo e irreversible de la Revolución Cubana fue la creación una de las burguesías más pujantes de América Latina. El problema es que esa burguesía vive en el exterior, aunque sus raíces culturales sigan siendo cubanas.

No se trata empero de un escollo insalvable. En la China de la década del 80, en el inicio de la apertura de Deng Xiao Ping, la principal fuente de inversión extranjera directa no provino de las compañías multinacionales, que llegaron después, sino de las prósperas colectividades chinas residentes en Hong Kong, Taiwán y Singapur. Ahora, cuando la desaparición de Chávez torna ilusorio escapar a la realidad de la escasez, los comunistas cubanos pueden encontrar en Miami la fuente de capital para la supervivencia económica de la isla. Tendrán, sí, que generar las condiciones políticas que lo permitan.

Existe una nutrida literatura acerca de cómo llegar al socialismo, pero hay mucho menos escrito sobre cómo saldrá.

 

 

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