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Chau Robots

Domingo, 20 de abril de 2014 02:00

El jueves pasado el mundo de la industria se vio conmovido por un impensable anuncio. Toyota, la automotriz más grande del mundo (casi diez millones de autos vendidos en 2013) ha comenzado a sustituir sus miles de robots, por personas de carne y hueso. Esta idea habría surgido ante la preocupación del presidente de la automotriz, Akio Toyoda, de que Toyota estuviese desarrollado la enfermedad de las grandes empresas de estar demasiado ocupada produciendo cantidades de productos y despreocupándose de su calidad.

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El jueves pasado el mundo de la industria se vio conmovido por un impensable anuncio. Toyota, la automotriz más grande del mundo (casi diez millones de autos vendidos en 2013) ha comenzado a sustituir sus miles de robots, por personas de carne y hueso. Esta idea habría surgido ante la preocupación del presidente de la automotriz, Akio Toyoda, de que Toyota estuviese desarrollado la enfermedad de las grandes empresas de estar demasiado ocupada produciendo cantidades de productos y despreocupándose de su calidad.

Japón es el segundo país con más robots industriales del mundo (encabeza el ranking Corea del Sur) y Toyota una de las empresas más automatizadas del mundo. La decisión es revolucionaria ya que la “Toyotización” ha sido estudiada como uno de los sistemas productivos paradigmático de las últimas décadas.

La plata no es lo de menos

Demás está decir que este sorprendente cambio no surge a raíz de una preocupación profunda por la condición humana, ni a una acción filantrópica, sino a la meditada y materialista conclusión de que a largo plazo, las personas son más eficaces que las máquinas. Descubrieron que a diferencia de los robots, los humanos mejoran con el tiempo, descubren fallos y son más eficientes. Parece que este motivo prevaleció sobre la indudable ventaja de que los robots no se sindicalizan y que además se les puede recriminar, insultar y putear (perdón, no encontré otra palabra) sin que hagan oídos sordos o desconecten los parlantes, ante los reproches. A favor de las personas, tenemos que los robots nunca podrán tener nuestra delicada sutileza para reparar un aparato que no funciona: los humanos lo reparamos con un sencillo patadón o un buen puñetazo; metodología que se ha probado como 100% efectiva.

A finales de la pasada década, Toyota se vio obligada a llamar a revisión a millones de coches por varios fallos de fiabilidad, uno de los cuales le ha llegado a suponer una multa en Estados Unidos de 1.200 millones de dólares. Fue entonces cuando sus responsables decidieron que había que tomar medidas si no querían poner en riesgo la reputación de calidad y fiabilidad de sus coches.

Regreso al olimpo

En realidad el cambio ya se inició hace tres años. Mitsuru Kawai, director ejecutivo de Toyota, comenzó gradualmente a reemplazar los robots por personas en sus plantas bajo el siguiente razonamiento: "Cuando yo era novato, había trabajadores con tanta experiencia que se les llamaba “Dioses” “ (Kami-Sama) ya que no había nada que no pudieran hacer. No podemos depender de máquinas que solo hacen la misma tarea repetitiva una y otra vez. Para convertirnos en maestros de las máquinas, debemos adquirir la experiencia suficiente como para poder enseñarles a esas máquinas." La empresa teme que tanta automatización los lleve a contar con demasiados trabajadores medios, y con escasos "artesanos y maestros".

Lo cierto es que el fantasma de un mundo devorado por la máquina es un viejo tópico de la ciencia ficción que hoy empieza a dar señales de realización. La decisión de la mega empresa japonesa plantea un problema de fondo, sobre un profundo debate relativo a la futura coexistencia de máquinas y humanos. Según algunos analistas, el desempleo masivo será inevitable, pero el sistema se resquebrajaría porque necesita, además de productores de objetos, consumidores.

Un poco de historia

La lucha del hombre contra la máquina data desde los inicios de la revolución industrial. Los trabajadores, rápidamente, advirtieron que la automatización no sería una amiga de la clase obrera. Con fuerza surgió el movimiento de los “Ludistas”: rompedores de máquinas. Las protestas se dirigían contra el maquinismo y la mecanización propios de los nuevos procedimientos industriales, que provocaban un ejército de desempleados. Ya en 1721 el Parlamento del Reino Unido sancionó leyes penales que castigaban con la deportación a quien dañara a las máquinas. Pero como las acciones contra la mecanización seguían, aprobó la Frame-Breaking Act de 1812, que permitía castigar a los trabajadores con la pena de muerte.

Otro poco de etimología

La palabra robot viene del vocablo checo robota, que significa “servidumbre”, “trabajo forzado” o “esclavitud”, referido especialmente a los llamados “trabajadores alquilados” que vivieron en el Imperio Austrohúngaro hasta 1848. La popularizó el narrador y dramaturgo checo Karel Capek (1890-1938) en su obra R.U.R.: Rossum"s Universal Robots, escrita en 1920 y en la cual apareció por primera vez esta palabra. En ruso también se usa el verbo rabotatch y la misma raíz RBT la encontramos usada para designar trabajo tanto en alemán: arbeit, como en lengua nórdica: arbete.

El protagonista de la obra de Capek, Harry Domin, crea una empresa en una isla perdida dedicada a la fabricación de criaturas mecánicas a imagen y semejanza de los seres humanos para utilizarlas como mano de obra barata. La aventura empresarial marcha a la perfección hasta que el doctor Gall, jefe de Departamento de Psicología de Robots Universales Rossum, les confiere alma. A partir de este momento, los androides se rebelan contra sus creadores y declaran la guerra a la humanidad. Aunque los robots de Capek eran humanos artificiales orgánicos, la palabra robot es casi siempre utilizada para referirse a humanos mecánicos. El término androide puede referirse a cualquiera de estos, mientras que un cyborg (”organismo cibernético” u “hombre biónico”) puede ser una criatura que es la combinación de partes orgánicas y mecánicas.

Humor cibernético

Para que esta página no sea tan aburrida como chupar un tornillo (de un robot), concluiremos con una nota de humor (eso quisiéramos). ¿Cómo se diferencia un robot macho de un robot hembra?: si se le ajusta un tornillo a un robot macho se pone contento, si lo propio se hace en un robot hembra, se pone contenta.

Se cuenta que, en los albores de la robotización, se produjo este diálogo entre Henry Ford y el sindicalista Walter Reuther. Enseñándole un nuevo robot, Ford le preguntó al gremialista, con un dejo de ironía, cómo pensaba sindicalizar a los robots. A lo que Reuther le contestó, “¿y cómo va a hacer usted para que los robots le compren sus coches?”

La preocupación de los directivos de Toyota, también estuvo dirigida a la eventual reacción de los robots ante su intempestivo despido. No pasó nada, los robots demostraron tener sangre fría y nervios de acero.

El día que los robots entiendan un chiste, debemos empezar a preocuparnos. A menudo he tenido la sensación de estar rodeados de robots ­casi nadie entiende mis chistes!

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