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Los chicos del merendero Libres hoy buscan donantes fijos

Sabado, 17 de mayo de 2014 02:01

FOTO: Martín Aisama

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FOTO: Martín Aisama

Una media sombra a rayas cruza el patio de tierra de la casa de Analía López. Tres tablones con manteles de hule floreados y varios bancos esperan a los casi 200 chicos que cada lunes, miércoles y viernes meriendan en ese lugar.

Analía junto a otras 7 mamás del barrio El Cambio decidieron, hace más de dos años, abrir un merendero. Su preocupación tenía varias caras: darle de comer a los chicos, evitar que estén en la calle y brindarles apoyo escolar.

Las donaciones

Necesitan donantes fijos que les provean de los alimentos necesarios para garantizarle las tres meriendas semanales.

Todo aporte es de gran ayuda para estas mamás que luchan cada día para que los chicos tengan una nutritiva merienda.

Todos aquellos que quieran donar leche, azúcar, pan, harina, juguetes, ropa, calzado y materiales para la construcción, pueden comunicarse a los teléfonos: 4611972 de Analía o al 387-155-752865 de Graciela. También pueden acercarse barrio El Cambio manzana 8 lote 16.

REALIDADES  LOS MAS GRANDECITOS, Y ESO CON 8 AÑOS, SABEN QUE ESA PUEDE SER SU UNICA COMIDA DEL DIA.

Quince días sin leche

Luego de la nota publicada en El Tribuno la semana pasada, en la que se relataba que hacía más de 15 días que los chicos del merendero no tomaban leche, se acercaron muchas personas a colaborar.

Las donaciones alcanzaron para algunos días pero la falta de donaciones fijas hace que el problema regrese.

El merendero

El merendero pertenece a la fundación Libres Hoy creada por Analía y su esposo.

Los fondos para su funcionamiento vienen en primer lugar del bolsillo de las 8 mamás y, a veces, de donaciones de personas particulares.

Muchas de los particulares que se acercan al merendero, llevan además de alimentos, ropa, calzado y juguetes. Por otro lado el pan que se sirve en la merienda es otorgado por la Panadería Solidaria, quien les da 100 tortillas por día, que “muchas veces tenemos que partirlas para que haya para todos. Los feriados, que la Panadería Solidaria no abre, compramos harina y hacemos nosotras el pan. Pero a veces no tenemos ni para comprar la harina”, dijo Claudia.

En la mayoría de los casos son las mamás las que recurren al merendero: “A veces no tenemos para darle a nuestros hijos que coman pero entre todas nos rebuscamos para que cada tarde los chicos aunque sea una taza de leche”, contó Isabel.

Los chicos que se acercan hasta el merendero llegan de varios barrios de la zona. Provienen de Costa Azul, Asunción, Roberto Romero, San Silvestre, San Isidro y barrios ubicados a pocas cuadras del Centro Cívico Grand Bourg, al oeste de la ciudad.

En su mayoría, estos barrios, surgieron como asentamientos donde vive gente de muy bajos recursos. Las familias son monoparentales. Mamás solas con muchos hijos, que tienen que salir a trabajar en casas de familia, dejando a los chicos sin un adulto que los atienda o los cuide. El merendero es el resguardo de la integridad de los chicos, que luego de comer, se quedan jugando en una parte del patio a la pelota, los varones, y, las nenas, saltando la soga.

“Nosotras cuidamos que no se golpeen y los dejamos jugar hasta que es hora de irse a su casa”, contó Isabel García.

Desde la fundación pretenden realizar talleres que beneficien a los chicos y sus familias, brindarles capacitaciones sobre el cuidado de la salud, realizar apoyo escolar y armar una sala de computación, entre otras muchas cosas que van en beneficio de los más chicos. El problema es que no cuentan con un espacio adecuado. La mano de obra es fácil de conseguir, porque en el barrio, la mayoría de los hombres trabajan en la construcción, pero tener los materiales es la parte difícil.

A veces leche, mate cocido, sémola y pan es lo que reciben los chicos que meriendan allí y con la llegada del frío la única opción es que retiren la merienda y se la lleven a sus casas.

Un gran número de estas familias reciben los planes sociales que entrega el Gobierno nacional, pero no en todos los casos. Al merendero acuden madres embarazadas, bebés, niños y adolescentes hasta los 15 años, quienes muchas veces es el único alimento que reciben.

El día a día

La merienda se sirve cuando los chicos salen de la escuela y se termina cerca de la 20, cuando los 30 litros de leche se acaban.

“No tenemos comida para darle todos los días, sino lo haríamos. A veces no nos alcanza para darle pan a todos y conseguir leche es un problema. Tratamos que al menos la tomen una vez por semana”, explicó Claudia González.

No reciben la copa de leche porque no cumplen con los requisitos que exige la Secretaría de Acción Social. “Necesitamos techar el patio y tener la cocina y el baño separados de la casa. No tenemos recursos para hacerlos, así que seguimos apelando a la solidaridad de los salteños para que nos donen alimentos”, lamentó Isabel.

 

“Yo siempre quise ayudar a los chicos”

“Cuando abrí el merendero, lo inauguré sola y, en el camino, se fueron sumando las mamás que ahora ayudan y con la cuales compartimos los mismos objetivos”, dijo Analía.

Madre de 3 hijos y esposa. Al mayor lo tuvo a los 19 años, es ama de casa y viven de lo que su marido gana como mozo.

Con el apoyo incondicional de su esposo, es que Analía puede realizar esta tarea solidaria.

“Siempre me gustó el trabajo social. Es un barrio grande y noté que no había contención para los chicos y es por eso que decidí crear este espacio”.

Su espíritu luchador la llevó a terminar el secundario el año pasado cuando cumplía los 3 y a comenzar a estudiar en un terciario una carrera que le diera “herramientas para seguir ayudando”.

Tiene en mente muchas cosas que beneficiarían a los chicos, pero por la falta de espacio se ve impedida de concretarlas, por ahora.

La semana pasada le envió una carta pidiendo materiales a la senadora nacional, Cristina Fiore, de quien esperan pueda ayudarlos en este importante desafío.

 

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