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Vida social y bares en Salta

Viernes, 30 de mayo de 2014 12:54

La nocturnidad salteña ha sido siempre una fuente donde abreva la cultura de la región. Pero también ha sido una plataforma para expandirla. Allí profundizaron en su arte los creadores de la provincia. Testimonia esa función, la enorme producción en torno a estos lugares de reunión social. Plazas donde palpitaron las transformaciones de la cultura salteña desde el siglo XIX. Desde las pulperías hasta los salones distinguidos, van adquiriendo más importancia mientras crece la población de la ciudad.

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La nocturnidad salteña ha sido siempre una fuente donde abreva la cultura de la región. Pero también ha sido una plataforma para expandirla. Allí profundizaron en su arte los creadores de la provincia. Testimonia esa función, la enorme producción en torno a estos lugares de reunión social. Plazas donde palpitaron las transformaciones de la cultura salteña desde el siglo XIX. Desde las pulperías hasta los salones distinguidos, van adquiriendo más importancia mientras crece la población de la ciudad.

El testimonio más popular y explícito al respecto, sin dudas es la zamba de Gustavo Leguizamón y Manuel J. Castilla, “Balderrama”, que habla del boliche que todavía se acuesta a la vera del canal de la Esteco y avenida San Martín, hoy cubierto por el Paseo de los Poetas . La letra de esa zamba desgrana la vida nocturna de la Salta de fines de los años 40 y principios de los 50 del siglo pasado, donde la bohemia local se daba cita, se retaba a inacabables duelos verbales, pero sobre todo creaba en conjunto. Debemos incluir en esta lista otras plazas de reuniones memorables, como el Club 20 de Febrero o el Sporting Club, que acompañaron las transformaciones culturales y políticas desde principios del siglo XX.

Más atrás en el tiempo y hasta fines del siglo XIX, son las casas donde se da cita la “intelligentzia” local, como la Casa de Moldes, recientemente restaurada en su esquina de La Florida y Caseros.

Más cerca en el tiempo, los bares y comedores como el del CeBAS -del centro de estudiantes de Bellas Artes, que se ubicaba frente a Plaza Belgrano- surgidos a principios de los años 70 y fines de los 60, fueron lugares de discusión política, pero también de creación. Ahí se generaron propuestas estéticas con características propias que vieron la luz en aquellas mesas.

La llamada “Generación del 60”, donde la poesía llega a tomar una profundización épica, se fraguó en los cafés y los boliches de esos años. O en comedores periféricos como el mitológico “Viruta y Vino”, que por la mañana era carpintería y por la noche comedero. Son figuras de ese movimiento Luis Andolfi, Hugo Aparicio, Miguel Angel Pérez.

Grupos y solistas folklóricos que luego alcanzaron una fama internacional, se proyectaban desde estos breves escenarios. En un bar local, “El Ruso” en la primera cuadra de la calle Córdoba, nacieron los Redondos de Ricota en un recital delirante. Durante la dictadura de los últimos años de los 70 y principios de los 80, era peligroso una reunión de tres personas, por lo que ya no tuvieron éxito locales como los mencionados. Todo resurgiría en los 80, con el regreso de la democracia, donde los bares y pubs tomaron las características que conocemos en la actualidad. Basta dar un paseo por la Balcarce, para comprobar esta herencia.

 

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