Leonardo Sbaraglia es un actor prolífico y dúctil. En abril pisó los escenarios salteños cuando, junto a Fernando Tarrés, presentó “El territorio del poder”. Además, “Relatos salvajes”, la película de Damián Szifrón que comparte con Ricardo Darín y Oscar Martínez fue una de las favoritas en el Festival de Cannes y estuvo muy cerca de obtener la Palma de Oro. Por si fuera poco, el exgalán juvenil de “Clave de sol” será parte de la nueva ficción de Sebastián Ortega “Viuda e hijos del rock & roll”. Mientras el film dirigido por el creador de “Los simuladores” se verá en las pantallas argentinas recién en agosto, el actor acaba de estrenar “Aire libre” junto a Celeste Cid. La cinta, aún sin fecha de exhibición en Salta, recorre las zonas más íntimas del matrimonio y evita los lugares comunes.
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Leonardo Sbaraglia es un actor prolífico y dúctil. En abril pisó los escenarios salteños cuando, junto a Fernando Tarrés, presentó “El territorio del poder”. Además, “Relatos salvajes”, la película de Damián Szifrón que comparte con Ricardo Darín y Oscar Martínez fue una de las favoritas en el Festival de Cannes y estuvo muy cerca de obtener la Palma de Oro. Por si fuera poco, el exgalán juvenil de “Clave de sol” será parte de la nueva ficción de Sebastián Ortega “Viuda e hijos del rock & roll”. Mientras el film dirigido por el creador de “Los simuladores” se verá en las pantallas argentinas recién en agosto, el actor acaba de estrenar “Aire libre” junto a Celeste Cid. La cinta, aún sin fecha de exhibición en Salta, recorre las zonas más íntimas del matrimonio y evita los lugares comunes.
En diálogo con la prensa, tras el estreno en Buenos Aires, Sbaraglia desandó su labor actoral. “Me parece que uno de los grandes desafíos que tuvimos tanto Celeste (Cid) como yo fue lograr esa intimidad de la película, llevar al espectador adentro de la cama, del baño, de la cocina. Y ese fue el logro, el punto que conquistamos con esta película. Me decía un periodista que estaba impactado porque sentía mucha intimidad: con los cuerpos, entre nosotros, en las miradas”.
Sbaraglia encarna a Manuel, que ante la crisis de su pareja, huye y se refugia en el hogar de sus padres donde se siente aliviado “Estuvimos trabajando mucho con Anahí (Berneri, la directora) porque quizás nuestra tendencia como actores, sin saber muy bien cómo era el lenguaje que teníamos que encarar, era ir hacia los picos: hacia los picos del dolor, hacia los picos de la alegría, como si fuera un electrocardiograma. En cambio, el trabajo de ella fue ir encontrando una zona subrepticia, sutil, donde la alegría, el dolor, el odio están todos muy contenidos. Eso fue muy difícil para nosotros”, explicó el actor.
Una reflexión sobre el matrimonio
¿Qué te cautivó de “Aire libre”?
Nos encontramos con un guión muy bueno, con una historia que lleva a reflexionar sobre el matrimonio, pero yo no me identifico con el personaje, no tengo el conflicto que él tiene. Cuando uno trabaja tiene, a través de la metáfora de un personaje, la alternativa de bucear, explorar, conmoverse y reflexionar sobre cosas de la vida propia. Además, otra de las cosas muy lindas que tiene la película es que tiene muchísimos planos secuencia y eso aporta a esa sensación de estar espiando a esos personajes, y da mucha naturalidad, estamos muy poco intervenidos.
¿Fue un desafío actuar desde la intimidad?
Fue una película costosa, difícil de hacer, por los temas que estaban en juego, temas que inconscientemente a uno lo llevan a temas de dolor, de cierta indefinición, aquello de por dónde seguir. Es una película que habla sobre el amor y las alternativas de los nuevos modelos del amor, de las infinitas maneras de ir encontrando el respeto, el cariño, la generosidad y la construcción con el otro, que es tan complejo. La virtud que tiene la película es que dispara temas y resuena inclusive sobre nosotros, aunque hayamos actuado en la película, remueve y nos hace pensar sobre diferentes cosas, esas que le pasan a todos.
¿Qué cosas resonaron en vos?
Me parece que uno tiene que apostar a construir. Hay como una tendencia a destruir, a tirarlo todo por la borda. Pasaste quince años con una persona y de un día para el otro pareciera que ya no sé qué. Y no, hay un montón de vida, de historia, de experiencias y un montón de amor y eso no te lo podés olvidar.