Esta milagrosa historia nació cuando Horacio tenía 9 meses. Llegó así a la vida de Arturo José, que desde ese instante y para toda la vida se convertiría en padre. Arturo tiene hoy 43 años y hace 20 es periodista de Cable Visión y Radio Gemes de la ciudad de Orán. Nació de una familia muy humilde, pero su voluntad y tenacidad lo llevaron a estudiar y a superarse a pesar de las adversidades económicas por las que pasaba su familia. También es docente de geografía y preceptor de la escuela de comercio. Se lo ve estricto, pero alegre; inquieto, pero tenaz. Vivió "una de las experiencias más dolorosas que un padre puede vivir, que es imaginar que nunca más volverá a ver a su hijo". A pesar de que hoy la realidad le permite disfrutar de su presencia, no deja de emocionarse y de atragantarse con el llanto cuando revive las peores horas de ese día en Rosario de la Frontera. "Sin dudas nada volverá a ser igual", reconoce.
"Mi vida es Horacio. No fue fácil para mí convertirme en papá, pero mi hermana Karina no me dejó solo en esta decisión y así fue que creció rodeado de amor. Yo trabajaba todo el día como periodista, productor y docente mientras Karina se ocupaba de cuidarlo lo mejor que podía", recuerda con la voz entrecortada, tal vez por las dificultades superadas en esos viejos tiempos. "Un día se me plantó y me dijo que lo ayudara a entrar a Gendarmería. Como todo padre, aunque en el fondo no me gustaba la idea, lo apoyé para cumplir su objetivo. Todavía recuerdo el día en que lo despedí en la terminal. Lo abracé y sentí que lo perdía, pero me mostré duro. Cuando subí al auto lloré desconsoladamente", recuerda de esa vocación que nació en su chango, hoy de 22 años y transformado en hombre, en centinela de la patria.
El día del accidente Arturo le dijo a su hijo: "Dejá todo. Ya nos vamos para Orán". Pero Horacio le hizo una mueca y contestó con cariño: "Mis compañeros me necesitan. Esto es lo que yo elegí". En esos 10 minutos, cuenta el padre oranense, pudo entender que ese pequeño que había llegado a su vida ya había crecido y se había convertido en "un hombre de valores, generoso, solidario, pero sobre todo en una gran persona". Dice que en ese abrazo, Arturo logró sentir con seguridad que había cumplido una misión y que había contribuido a formar la vida de un "hombre de bien". Sintió un inmenso orgullo, mezclado con la alegría de poder volver a abrazarlo.
Arturo contó conmovido que la última comunicación con su hijo había sido la noche anterior, donde su chango le comentaba que viajaba rumbo a Jujuy. A primera hora de la mañana, su profesión de periodista lo llevó a enterarse casi al instante del tremendo accidente. "Fueron momento terribles desde el momento en el que me enteré de la noticia. Intenté, sin resultado, comunicarme, averiguar, pero la desinformación no hacía más que llevar desesperación a mí y a toda la familia". Inmediatamente, sin saber con qué se encontraría, viajó hasta Rosario de la Frontera. En el lugar tampoco encontró información, en un primer momento.
"A pesar de que me identifiqué no me dejaron ingresar al lugar y la desesperación aumentaba. Intenté comunicarme por teléfono con Horacio, pero era en vano. El comisario Marcelo Lami, jefe de la Policía de la Provincia, me ayudó a acceder al lugar. Fueron momentos de una incertidumbre terrible. Estaban los cuerpos y no quería ver a ninguno, porque no quería ver a mi hijo ahí", relató. Un gendarme finalmente le informó que Horacio Palma estaba vivo y que se encontraba trabajando en el rescate de sus camaradas.
"Alguien lo fue a buscar y cuando lo vi le di un abrazo interminable. No lo quería soltar. Lo quería traer a Orán", describió. Arturo solo pudo estar con su hijo 10 minutos, pero sobraron las palabras y no faltaron los abrazos. "Volvé hijo, tus compañeros te necesitan. Sentite orgulloso", le dijo el padre al hijo y Arturo regresó a Orán con la felicidad de haber encontrado a Horacio sano y salvo. "Gracias a Dios pude abrazar a Horacio una vez más", finalizó emocionado.
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Esta milagrosa historia nació cuando Horacio tenía 9 meses. Llegó así a la vida de Arturo José, que desde ese instante y para toda la vida se convertiría en padre. Arturo tiene hoy 43 años y hace 20 es periodista de Cable Visión y Radio Gemes de la ciudad de Orán. Nació de una familia muy humilde, pero su voluntad y tenacidad lo llevaron a estudiar y a superarse a pesar de las adversidades económicas por las que pasaba su familia. También es docente de geografía y preceptor de la escuela de comercio. Se lo ve estricto, pero alegre; inquieto, pero tenaz. Vivió "una de las experiencias más dolorosas que un padre puede vivir, que es imaginar que nunca más volverá a ver a su hijo". A pesar de que hoy la realidad le permite disfrutar de su presencia, no deja de emocionarse y de atragantarse con el llanto cuando revive las peores horas de ese día en Rosario de la Frontera. "Sin dudas nada volverá a ser igual", reconoce.
"Mi vida es Horacio. No fue fácil para mí convertirme en papá, pero mi hermana Karina no me dejó solo en esta decisión y así fue que creció rodeado de amor. Yo trabajaba todo el día como periodista, productor y docente mientras Karina se ocupaba de cuidarlo lo mejor que podía", recuerda con la voz entrecortada, tal vez por las dificultades superadas en esos viejos tiempos. "Un día se me plantó y me dijo que lo ayudara a entrar a Gendarmería. Como todo padre, aunque en el fondo no me gustaba la idea, lo apoyé para cumplir su objetivo. Todavía recuerdo el día en que lo despedí en la terminal. Lo abracé y sentí que lo perdía, pero me mostré duro. Cuando subí al auto lloré desconsoladamente", recuerda de esa vocación que nació en su chango, hoy de 22 años y transformado en hombre, en centinela de la patria.
El día del accidente Arturo le dijo a su hijo: "Dejá todo. Ya nos vamos para Orán". Pero Horacio le hizo una mueca y contestó con cariño: "Mis compañeros me necesitan. Esto es lo que yo elegí". En esos 10 minutos, cuenta el padre oranense, pudo entender que ese pequeño que había llegado a su vida ya había crecido y se había convertido en "un hombre de valores, generoso, solidario, pero sobre todo en una gran persona". Dice que en ese abrazo, Arturo logró sentir con seguridad que había cumplido una misión y que había contribuido a formar la vida de un "hombre de bien". Sintió un inmenso orgullo, mezclado con la alegría de poder volver a abrazarlo.
Arturo contó conmovido que la última comunicación con su hijo había sido la noche anterior, donde su chango le comentaba que viajaba rumbo a Jujuy. A primera hora de la mañana, su profesión de periodista lo llevó a enterarse casi al instante del tremendo accidente. "Fueron momento terribles desde el momento en el que me enteré de la noticia. Intenté, sin resultado, comunicarme, averiguar, pero la desinformación no hacía más que llevar desesperación a mí y a toda la familia". Inmediatamente, sin saber con qué se encontraría, viajó hasta Rosario de la Frontera. En el lugar tampoco encontró información, en un primer momento.
"A pesar de que me identifiqué no me dejaron ingresar al lugar y la desesperación aumentaba. Intenté comunicarme por teléfono con Horacio, pero era en vano. El comisario Marcelo Lami, jefe de la Policía de la Provincia, me ayudó a acceder al lugar. Fueron momentos de una incertidumbre terrible. Estaban los cuerpos y no quería ver a ninguno, porque no quería ver a mi hijo ahí", relató. Un gendarme finalmente le informó que Horacio Palma estaba vivo y que se encontraba trabajando en el rescate de sus camaradas.
"Alguien lo fue a buscar y cuando lo vi le di un abrazo interminable. No lo quería soltar. Lo quería traer a Orán", describió. Arturo solo pudo estar con su hijo 10 minutos, pero sobraron las palabras y no faltaron los abrazos. "Volvé hijo, tus compañeros te necesitan. Sentite orgulloso", le dijo el padre al hijo y Arturo regresó a Orán con la felicidad de haber encontrado a Horacio sano y salvo. "Gracias a Dios pude abrazar a Horacio una vez más", finalizó emocionado.