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Tierra, techo y trabajo para todos

Martes, 28 de julio de 2015 00:30

Tierra, techo y trabajo para todos

La reciente visita pastoral del papa Francisco a Ecuador, Bolivia y Paraguay ha tenido una resonancia religiosa, social y política impactante por las multitudes que ha congregado, por la atención que le han prestado los gobiernos y las asociaciones sociales.
Los efectos son difíciles de medir ahora, se verá en el tiempo y dependerán de muchos factores.
Por de pronto advirtamos que la gira papal ha puesto nuevamente de manifiesto la profunda religiosidad latinoamericana, que atraviesa y permea a todos los sectores sociales.
No se trata solo de los fieles comprometidos y activos en organizaciones de la Iglesia.
Las multitudes estaban formadas por hombres, mujeres, ancianos, jóvenes y niños de toda condición, con ánimo de escuchar el mensaje cristiano de Francisco.
Las movilizaciones masivas ya se dieron en las visitas de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, ahora con Francisco.
No es posible entender Latinoamérica sin reconocer que tiene al catolicismo en su núcleo identitario.
Un catolicismo inculturado, trabajado a través de la historia, con tensiones y pluralismos internos. Pero con una fuerte y clara definición, que lo hace vital y creativo en las diversas circunstancias.
Desde hace tiempo también con un fuerte acento ecuménico e interreligioso.
Religión, historia y política
Muchos han vuelto a tomar noticia de la marca histórica del catolicismo y de su significativa presencia en todos los rincones y aspectos de la vida latinoamericana.
El impacto social y político de la visita papal ha tenido muchas expresiones y están en curso variadas iniciativas.
Tanto Ecuador, como Bolivia y Paraguay, viven intensos procesos de transformación. Nada es tranquilo en estas orillas, en estas montañas y en estas selvas. Tampoco en nuestras urbes.
El Papa no ha mantenido distancia de los conflictos.
Como lo ha hecho antes el padre y el obispo Bergoglio, el Papa no ha tenido temor en bajar a lo concreto, a las llagas sociales. Se ha sentado a la par de los movilizadores políticos y comunitarios.
Particularmente sus intervenciones en el congreso de los Movimientos Sociales y en encuentro con las organizaciones de la Sociedad Civil han sido un ejercicio de lo que él mismo llama "Iglesia en salida".
Ha ido a escuchar las quejas, los lamentos, las propuestas, los programas de acción de esos sectores. Les ha manifestado que comparte la indicación de los motivos que originan los movimientos que buscan salir de situaciones de injusticia, pobreza y frustración.
También que comparte la búsqueda de nuevos modos de tratarnos y de organizarnos. A todos les ha predicado la doctrina social de la Iglesia.
Algunos comentadores se han sorprendido por sus palabras. Me parece que hay oídos muy condicionados por esquemas ideológicos.
Por ello el mensaje de Francisco puede ser sintonizado en una frecuencia que no es la suya. Lo mismo ocurrió con León XIII, Pio XI y Juan Pablo II.
Se trata de una lectura cristiana de la sociedad; muy diversa de las ideologías. También pienso que algunas reacciones y análisis surgen de un desconocimiento de la reflexión y la enseñanza que la Iglesia tiene en materia social y política.
Que los procesos no se frenen
No se trata de que sacerdotes u obispos vayan a postularse para ser gobierno. Los discursos del papa Francisco son el aporte de la Iglesia que acompaña las búsquedas humanas y ofrece un nuevo abordaje desde la Palabra de Dios, desde la reflexión cristiana y desde la experiencia histórica.
Como institución la Iglesia tiene dos mil años de una memoria registrada y continuada. Está presente en todos los rincones y aquilata esa experiencia.
Particularmente Francisco no es un extraño en los entresijos de nuestra América mestiza.
Él busca colaborar para que los procesos en marcha no se frenen. Les ofrece una mirada desde su origen y destino más profundo. Impulsa que las propuestas se concreten y sean auténticamente liberadoras.
Junto con el señalamiento de los legítimos y urgentes desafíos, Francisco también ha recogido de la experiencia la invitación a no dejarse enredar en ideologías que ya mostraron su atractivo y la frustración que encierran cuando se recurre a los personalismos, autoritarismos y falta de libertades.
Su aporte al entendimiento entre Estados Unidos y Cuba no es ajeno a este análisis. A estos dos países se dirige el próximo viaje en setiembre.
La crudeza de las palabras del papa Francisco está en describir situaciones inhumanas y la sinrazón de mantenerlas.
También en señalar puntos firmes de la dignidad de las personas, de las familias, de las comunidades y de las naciones. Las tres T: "tierra, techo y trabajo para todos" es el criterio de acción social y política que el Papa ha dejado propuesto.
La frescura de su palabra está en el espíritu que la anima, en la luz que aporta y la unidad creativa que genera. La fe cristiana mira al hombre desde la trascendencia de su origen y de su destino e introduce una libertad espiritual que va más allá de todos los poderes y sujeciones horizontales.
Por ello aporta un influjo creativo, que no se detiene ni se pierde en la historia. Siempre renace y es capaz de animar procesos transformadores de las estructuras sociales.
El papa Francisco aportó una visión cristiana en la realidad doliente y concreta. No se remite a una espiritualidad aislada, que nunca ha sido la auténticamente católica. Sin embargo también ha reconocido las infidelidades de los cristianos a esa identidad. Ha pedido perdón por ello.
Para tomar de la historia y de la autocrítica una memoria que dinamice el compromiso y el cambio.
En el viaje de regreso a Roma un periodista ha señalado al Papa que ha insistido focalmente en los pobres y ha faltado una reflexión sobre la clase media. Francisco aceptó la indicación y prometió desarrollar más ese tema.
En realidad está ya en varias alocuciones suyas, pero será bueno que tenga un desarrollo temático y más sistemático.El magisterio de Francisco está en curso.
Él está convencido de que no es inútil pensar y hablar. Que de allí hay que pasar a la acción.


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Tierra, techo y trabajo para todos

La reciente visita pastoral del papa Francisco a Ecuador, Bolivia y Paraguay ha tenido una resonancia religiosa, social y política impactante por las multitudes que ha congregado, por la atención que le han prestado los gobiernos y las asociaciones sociales.
Los efectos son difíciles de medir ahora, se verá en el tiempo y dependerán de muchos factores.
Por de pronto advirtamos que la gira papal ha puesto nuevamente de manifiesto la profunda religiosidad latinoamericana, que atraviesa y permea a todos los sectores sociales.
No se trata solo de los fieles comprometidos y activos en organizaciones de la Iglesia.
Las multitudes estaban formadas por hombres, mujeres, ancianos, jóvenes y niños de toda condición, con ánimo de escuchar el mensaje cristiano de Francisco.
Las movilizaciones masivas ya se dieron en las visitas de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, ahora con Francisco.
No es posible entender Latinoamérica sin reconocer que tiene al catolicismo en su núcleo identitario.
Un catolicismo inculturado, trabajado a través de la historia, con tensiones y pluralismos internos. Pero con una fuerte y clara definición, que lo hace vital y creativo en las diversas circunstancias.
Desde hace tiempo también con un fuerte acento ecuménico e interreligioso.
Religión, historia y política
Muchos han vuelto a tomar noticia de la marca histórica del catolicismo y de su significativa presencia en todos los rincones y aspectos de la vida latinoamericana.
El impacto social y político de la visita papal ha tenido muchas expresiones y están en curso variadas iniciativas.
Tanto Ecuador, como Bolivia y Paraguay, viven intensos procesos de transformación. Nada es tranquilo en estas orillas, en estas montañas y en estas selvas. Tampoco en nuestras urbes.
El Papa no ha mantenido distancia de los conflictos.
Como lo ha hecho antes el padre y el obispo Bergoglio, el Papa no ha tenido temor en bajar a lo concreto, a las llagas sociales. Se ha sentado a la par de los movilizadores políticos y comunitarios.
Particularmente sus intervenciones en el congreso de los Movimientos Sociales y en encuentro con las organizaciones de la Sociedad Civil han sido un ejercicio de lo que él mismo llama "Iglesia en salida".
Ha ido a escuchar las quejas, los lamentos, las propuestas, los programas de acción de esos sectores. Les ha manifestado que comparte la indicación de los motivos que originan los movimientos que buscan salir de situaciones de injusticia, pobreza y frustración.
También que comparte la búsqueda de nuevos modos de tratarnos y de organizarnos. A todos les ha predicado la doctrina social de la Iglesia.
Algunos comentadores se han sorprendido por sus palabras. Me parece que hay oídos muy condicionados por esquemas ideológicos.
Por ello el mensaje de Francisco puede ser sintonizado en una frecuencia que no es la suya. Lo mismo ocurrió con León XIII, Pio XI y Juan Pablo II.
Se trata de una lectura cristiana de la sociedad; muy diversa de las ideologías. También pienso que algunas reacciones y análisis surgen de un desconocimiento de la reflexión y la enseñanza que la Iglesia tiene en materia social y política.
Que los procesos no se frenen
No se trata de que sacerdotes u obispos vayan a postularse para ser gobierno. Los discursos del papa Francisco son el aporte de la Iglesia que acompaña las búsquedas humanas y ofrece un nuevo abordaje desde la Palabra de Dios, desde la reflexión cristiana y desde la experiencia histórica.
Como institución la Iglesia tiene dos mil años de una memoria registrada y continuada. Está presente en todos los rincones y aquilata esa experiencia.
Particularmente Francisco no es un extraño en los entresijos de nuestra América mestiza.
Él busca colaborar para que los procesos en marcha no se frenen. Les ofrece una mirada desde su origen y destino más profundo. Impulsa que las propuestas se concreten y sean auténticamente liberadoras.
Junto con el señalamiento de los legítimos y urgentes desafíos, Francisco también ha recogido de la experiencia la invitación a no dejarse enredar en ideologías que ya mostraron su atractivo y la frustración que encierran cuando se recurre a los personalismos, autoritarismos y falta de libertades.
Su aporte al entendimiento entre Estados Unidos y Cuba no es ajeno a este análisis. A estos dos países se dirige el próximo viaje en setiembre.
La crudeza de las palabras del papa Francisco está en describir situaciones inhumanas y la sinrazón de mantenerlas.
También en señalar puntos firmes de la dignidad de las personas, de las familias, de las comunidades y de las naciones. Las tres T: "tierra, techo y trabajo para todos" es el criterio de acción social y política que el Papa ha dejado propuesto.
La frescura de su palabra está en el espíritu que la anima, en la luz que aporta y la unidad creativa que genera. La fe cristiana mira al hombre desde la trascendencia de su origen y de su destino e introduce una libertad espiritual que va más allá de todos los poderes y sujeciones horizontales.
Por ello aporta un influjo creativo, que no se detiene ni se pierde en la historia. Siempre renace y es capaz de animar procesos transformadores de las estructuras sociales.
El papa Francisco aportó una visión cristiana en la realidad doliente y concreta. No se remite a una espiritualidad aislada, que nunca ha sido la auténticamente católica. Sin embargo también ha reconocido las infidelidades de los cristianos a esa identidad. Ha pedido perdón por ello.
Para tomar de la historia y de la autocrítica una memoria que dinamice el compromiso y el cambio.
En el viaje de regreso a Roma un periodista ha señalado al Papa que ha insistido focalmente en los pobres y ha faltado una reflexión sobre la clase media. Francisco aceptó la indicación y prometió desarrollar más ese tema.
En realidad está ya en varias alocuciones suyas, pero será bueno que tenga un desarrollo temático y más sistemático.El magisterio de Francisco está en curso.
Él está convencido de que no es inútil pensar y hablar. Que de allí hay que pasar a la acción.


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