Desde la violencia, el robo y escrache de "trapos" (banderas, camisetas) a hinchas de otros equipos y el consumo de marihuana y paco en las "previas", hasta lo más peligroso: vínculos con la mafia de la repartición de entradas para la cancha y el manejo de armas de fuego.
Todo conjuró para el homicidio de Sabrina. Los miembros de la banda vieron lo que ocurrió esa fatídica noche, pero acordaron callar sellando un pacto de silencio que la Justicia intenta resquebrajar.
"Los barras toman el fútbol de la peor manera. Mi hija no tenía nada que ver con ese mundo y terminó muerta. Sabrina no conocía el fútbol, era entregada a vivir, salir. Si yo conocía la situación la habría alejado de ese grupo", manifestó Roxana Belbruno durante su declaración ante el Tribunal de Juicio.
La mujer recibió la cooperación de la ONG Salvemos al Fútbol, fundada por Mariano Bergés. En el listado de víctimas de la organización, Sabrina se convirtió en la número 231 en el país desde 1922.
La no pertenencia
En el video de los últimos minutos de Sabrina, que fue proyectado el martes pasado en la Sala de Grandes Juicios, "se observa que Sabrina quiere estar al lado de Leyseca. Primero participa con Aldana, luego se desplaza, no encuentra su lugar. Se pasea como no entendiendo qué hacía allí. Después de que a Sabrina le disparan en la cabeza, fue abandonada a su suerte. Más clara, marcada, la no pertenencia a la banda no puede estar. Aquellos a los que Sabrina consideraba amigos se fueron a ver un partido dejándola tirada como perro", expresó Belbruno a El Tribuno.
"A nadie le interesó. Si ella hubiese sido miembro del grupo, los integrantes hubiesen salido a buscar al autor, a tomar revancha. Ahí se patentiza la no pertenencia", añadió.
El arma
Pablo Mogro, líder de la banda del camión, le habría comprado el arma a Daniel "Chueco" Burgos y luego la introdujo en el grupo.
En la casa de Burgos, presunto proveedor de armas y de entradas para que los barrabravas vean a Central, se secuestró un arma. El "Chueco" (hoy preso por otra causa), declaró ante el tribunal que "había una hinchada oficial de Central Norte. La 12. Las demás eran filiales. Yo repartía entradas; le daba a Mogro para su grupo".
Sobre el arma en su casa, Burgos se despegó de la cuestión. "Ella trajo el arma porque se la dio una amiga que tenía problemas con el marido".
Extrañamente, Burgos fue a preguntar al hospital por el estado de Sabrina. "Fui a ver cómo estaba la chica en el hospital porque pensé que era por un enfrentamiento", aseguró.
Luego el fiscal le preguntó: "Mogro dijo que usted sabía de un arma enterrada cerca del ferrocarril". Burgos respondió: "Yo estaba en la cancha en ese momento".
Antecedente y pacto
Según declaró Roxana Belbruno, Aldana Leyseca ya había estado detenida anteriormente en Cafayate, a principios de marzo de 2008. "Cuando murió Sabrina, una de sus amigas mencionó un hecho: la Serenata. Leyseca y otras personas fueron detenidas por un lío en un boliche. Sabrina les había llevado cigarrillos y comida mientras estaban detenidas. Todos volvieron un domingo, menos Aldana. Nadie sabía por qué, pero resultó que ella tenía un pedido de captura anterior".
El exnovio de Sabrina, Miguel Salinas -miembro de la banda del camión-, declaró como testigo que él iba caminando con otro amigo por detrás de Sabrina y Aldana, cuando escuchó el disparo y luego vio a las dos mujeres en el suelo. Salinas negó haber visto que Leyseca tenía un arma, pero la querella le recordó que en 2008 había declarado lo contrario.
Los miembros de la banda vieron lo que ocurrió pero por presión y miedo decidieron callar, sellando un pacto de silencio. "Todos vieron lo que pasó, pero ante el tribunal dicen "yo no estuve", "no vi nada", "no me acuerdo". El pacto de silencio existe; ellos obstaculizan el proceso", afirma Belbruno.
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Desde la violencia, el robo y escrache de "trapos" (banderas, camisetas) a hinchas de otros equipos y el consumo de marihuana y paco en las "previas", hasta lo más peligroso: vínculos con la mafia de la repartición de entradas para la cancha y el manejo de armas de fuego.
Todo conjuró para el homicidio de Sabrina. Los miembros de la banda vieron lo que ocurrió esa fatídica noche, pero acordaron callar sellando un pacto de silencio que la Justicia intenta resquebrajar.
"Los barras toman el fútbol de la peor manera. Mi hija no tenía nada que ver con ese mundo y terminó muerta. Sabrina no conocía el fútbol, era entregada a vivir, salir. Si yo conocía la situación la habría alejado de ese grupo", manifestó Roxana Belbruno durante su declaración ante el Tribunal de Juicio.
La mujer recibió la cooperación de la ONG Salvemos al Fútbol, fundada por Mariano Bergés. En el listado de víctimas de la organización, Sabrina se convirtió en la número 231 en el país desde 1922.
La no pertenencia
En el video de los últimos minutos de Sabrina, que fue proyectado el martes pasado en la Sala de Grandes Juicios, "se observa que Sabrina quiere estar al lado de Leyseca. Primero participa con Aldana, luego se desplaza, no encuentra su lugar. Se pasea como no entendiendo qué hacía allí. Después de que a Sabrina le disparan en la cabeza, fue abandonada a su suerte. Más clara, marcada, la no pertenencia a la banda no puede estar. Aquellos a los que Sabrina consideraba amigos se fueron a ver un partido dejándola tirada como perro", expresó Belbruno a El Tribuno.
"A nadie le interesó. Si ella hubiese sido miembro del grupo, los integrantes hubiesen salido a buscar al autor, a tomar revancha. Ahí se patentiza la no pertenencia", añadió.
El arma
Pablo Mogro, líder de la banda del camión, le habría comprado el arma a Daniel "Chueco" Burgos y luego la introdujo en el grupo.
En la casa de Burgos, presunto proveedor de armas y de entradas para que los barrabravas vean a Central, se secuestró un arma. El "Chueco" (hoy preso por otra causa), declaró ante el tribunal que "había una hinchada oficial de Central Norte. La 12. Las demás eran filiales. Yo repartía entradas; le daba a Mogro para su grupo".
Sobre el arma en su casa, Burgos se despegó de la cuestión. "Ella trajo el arma porque se la dio una amiga que tenía problemas con el marido".
Extrañamente, Burgos fue a preguntar al hospital por el estado de Sabrina. "Fui a ver cómo estaba la chica en el hospital porque pensé que era por un enfrentamiento", aseguró.
Luego el fiscal le preguntó: "Mogro dijo que usted sabía de un arma enterrada cerca del ferrocarril". Burgos respondió: "Yo estaba en la cancha en ese momento".
Antecedente y pacto
Según declaró Roxana Belbruno, Aldana Leyseca ya había estado detenida anteriormente en Cafayate, a principios de marzo de 2008. "Cuando murió Sabrina, una de sus amigas mencionó un hecho: la Serenata. Leyseca y otras personas fueron detenidas por un lío en un boliche. Sabrina les había llevado cigarrillos y comida mientras estaban detenidas. Todos volvieron un domingo, menos Aldana. Nadie sabía por qué, pero resultó que ella tenía un pedido de captura anterior".
El exnovio de Sabrina, Miguel Salinas -miembro de la banda del camión-, declaró como testigo que él iba caminando con otro amigo por detrás de Sabrina y Aldana, cuando escuchó el disparo y luego vio a las dos mujeres en el suelo. Salinas negó haber visto que Leyseca tenía un arma, pero la querella le recordó que en 2008 había declarado lo contrario.
Los miembros de la banda vieron lo que ocurrió pero por presión y miedo decidieron callar, sellando un pacto de silencio. "Todos vieron lo que pasó, pero ante el tribunal dicen "yo no estuve", "no vi nada", "no me acuerdo". El pacto de silencio existe; ellos obstaculizan el proceso", afirma Belbruno.