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En 2013, un niño de cinco años murió tras caer en una letrina

Martes, 24 de enero de 2017 01:30
La vivienda donde estaba el pozo en el que cayó Emanuel. Archivo
La falta de acceso servicios básicos y la proliferación de pozos ciegos construidos sin requisitos mínimos de seguridad amenaza la salubridad y la vida de los ciudadanos. En 2013, el caso de un nene de cinco años que se murió tras caer en la letrina de una casa sin cloacas repercutió en todo el país.
El 1 de julio de 2013 a la siesta Emanuel Guitián cayó en el pozo ciego de una vivienda vecina en villa Floresta, donde vivía con su familia.
El accidente ocurrió en la calle Saravia Castro 1700. La madre del niño contó entonces que su hijo estaba jugando cerca de la fosa, tapada con una chapa vieja, en el terreno vecino.
En un momento dado Emanuel desapareció y su mamá comenzó a buscarlo. Le bastaron unos minutos para darse cuenta de que estaba en el pozo.
La mujer comenzó a pedir auxilio a los gritos y enseguida llegó un aspirante a agente de la Policía que vivía cerca. El agente hizo todo lo posible para sacar al niño inmediatamente, pero ya había fallecido cuando logró rescatarlo.
La vivienda vecina donde Emanuel murió estaba deshabitada. El inmueble había sido expropiado para hacer una obra para la circulación del transporte pesado, pero los trabajos estaban paralizados cuando ocurrió la tragedia.
El foso tenía cuatro metros de profundidad y había sido la letrina de una familia en ese barrio donde no hay cloacas.

Unos 50 mil pesos

Tras la muerte del niño, numerosos vecinos denunciaron que en el barrio abundaban los pozos mal hechos, mal tapados y abandonados.
Construir una fosa con las condiciones mínimas de seguridad y salubridad demanda actualmente una inversión cercana a los 50 mil pesos, una cifra inalcanzable para la mayoría de las familias.
Para comprar los materiales necesarios se debe contar con unos 35 mil pesos y a eso hay que sumarle unos 15 mil de mano de obra.
"Aquí quedaron muchos terrenos que el tiempo convirtió en aguantaderos y numerosos pozos que no fueron rellenados", se quejaba un vecino en diálogo con El Tribuno en 2013.
Floresta es un barrio ubicado sobre la ladera del cerro San Bernardo. Los vecinos viven sin los servicios básicos y, más de tres años después de la muerte de Emanuel, siguen reclamando por las cloacas.
En las últimas semanas, vecinos relataron que ni siquiera acceden un camión atmosférico que desagote las letrinas.
Emanuel vivía con su mamá en una vivienda precaria cerca del cerro, a donde era difícil llegar caminando o en auto por el estado de las calles.
El niño fue víctima de una tragedia que cada tanto se repite en algunos de los lugares más postergados del país.
En marzo de 1998 Cristian Quiroz, un chico de cinco años perdió la vida en un pozo de San Nicolás, en Buenos Aires, del que pudieron rescatarlo tras 32 horas de haberse caído.
En noviembre de 2014, Thiago Osorio, de 3 años, murió ahogado en un pozo de Tierra del Fuego.
En marzo de 2015 un niño de 13 años murió luego de caer a un pozo ciego en la villa Rodrigo Bueno, en la Costanera Sur porteña.
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La falta de acceso servicios básicos y la proliferación de pozos ciegos construidos sin requisitos mínimos de seguridad amenaza la salubridad y la vida de los ciudadanos. En 2013, el caso de un nene de cinco años que se murió tras caer en la letrina de una casa sin cloacas repercutió en todo el país.
El 1 de julio de 2013 a la siesta Emanuel Guitián cayó en el pozo ciego de una vivienda vecina en villa Floresta, donde vivía con su familia.
El accidente ocurrió en la calle Saravia Castro 1700. La madre del niño contó entonces que su hijo estaba jugando cerca de la fosa, tapada con una chapa vieja, en el terreno vecino.
En un momento dado Emanuel desapareció y su mamá comenzó a buscarlo. Le bastaron unos minutos para darse cuenta de que estaba en el pozo.
La mujer comenzó a pedir auxilio a los gritos y enseguida llegó un aspirante a agente de la Policía que vivía cerca. El agente hizo todo lo posible para sacar al niño inmediatamente, pero ya había fallecido cuando logró rescatarlo.
La vivienda vecina donde Emanuel murió estaba deshabitada. El inmueble había sido expropiado para hacer una obra para la circulación del transporte pesado, pero los trabajos estaban paralizados cuando ocurrió la tragedia.
El foso tenía cuatro metros de profundidad y había sido la letrina de una familia en ese barrio donde no hay cloacas.

Unos 50 mil pesos

Tras la muerte del niño, numerosos vecinos denunciaron que en el barrio abundaban los pozos mal hechos, mal tapados y abandonados.
Construir una fosa con las condiciones mínimas de seguridad y salubridad demanda actualmente una inversión cercana a los 50 mil pesos, una cifra inalcanzable para la mayoría de las familias.
Para comprar los materiales necesarios se debe contar con unos 35 mil pesos y a eso hay que sumarle unos 15 mil de mano de obra.
"Aquí quedaron muchos terrenos que el tiempo convirtió en aguantaderos y numerosos pozos que no fueron rellenados", se quejaba un vecino en diálogo con El Tribuno en 2013.
Floresta es un barrio ubicado sobre la ladera del cerro San Bernardo. Los vecinos viven sin los servicios básicos y, más de tres años después de la muerte de Emanuel, siguen reclamando por las cloacas.
En las últimas semanas, vecinos relataron que ni siquiera acceden un camión atmosférico que desagote las letrinas.
Emanuel vivía con su mamá en una vivienda precaria cerca del cerro, a donde era difícil llegar caminando o en auto por el estado de las calles.
El niño fue víctima de una tragedia que cada tanto se repite en algunos de los lugares más postergados del país.
En marzo de 1998 Cristian Quiroz, un chico de cinco años perdió la vida en un pozo de San Nicolás, en Buenos Aires, del que pudieron rescatarlo tras 32 horas de haberse caído.
En noviembre de 2014, Thiago Osorio, de 3 años, murió ahogado en un pozo de Tierra del Fuego.
En marzo de 2015 un niño de 13 años murió luego de caer a un pozo ciego en la villa Rodrigo Bueno, en la Costanera Sur porteña.
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