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La niña ladrona supo estar "en las dos veredas"

Conoce el ambiente delictivo y aclara: “No me van a correr ni me voy a ocultar”.
Domingo, 15 de octubre de 2017 00:00

"No me voy a ocultar, a pesar de que tengo hijos adolescentes que van al colegio ahora. No me voy a dejar correr con palabras y les voy a relatar una frase que aún no puedo olvidar: un día fui a la fiscalía a reclamar por la causa y la falta de investigación de la misma y el funcionario que me atendió, no importa quién, me dijo sin ruborizarse: "Cuidado con lo que dice, porque usted, no se olvide, está en las dos veredas'". La madre de Yamila Vega insiste en desentrañar una historia que hasta el momento tiene a un perejil como objeto de con denación.

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"No me voy a ocultar, a pesar de que tengo hijos adolescentes que van al colegio ahora. No me voy a dejar correr con palabras y les voy a relatar una frase que aún no puedo olvidar: un día fui a la fiscalía a reclamar por la causa y la falta de investigación de la misma y el funcionario que me atendió, no importa quién, me dijo sin ruborizarse: "Cuidado con lo que dice, porque usted, no se olvide, está en las dos veredas'". La madre de Yamila Vega insiste en desentrañar una historia que hasta el momento tiene a un perejil como objeto de con denación.

"Esa es una gran verdad. Yo estoy en las dos veredas desde los 14 años, cuando falleció mi madre y me hice cargo de 10 hermanos. Quieren que me desnude, bueno. Yo no me escondo, pero ya pagué mis culpas y puedo hablar de mi pasado, que no me avergenza, no sé aquellos que juzgan", apuntó en diálogo con El Tribuno.

El hambre, el enemigo

Nació frente a la Garganta del Diablo, en Cafayate. "Me crié en la más absoluta pobreza, con lo que podían darnos nuestros padres, casi nada. Una infancia para olvidar y cuando cumplí los 14 mi madre nos abandonó para siempre", contó la mujer y siguió: "Prácticamente huérfanos caímos en racimo a esta capital, de la mano de parientes. Nos fuimos amontonando en un núcleo húmedo del barrio Norte Grande. Dos piezas para 14 personas".

Recuerda sus años de niña, adolescente, cuando la vida golpeaba y sin piedad. "Allí no había caminos posibles. Ahí el hambre era el enemigo. Me hice cargo a los 14 de diez hermanos. Salí a robar, me especialicé en mayoristas y supermercados. Eran robos de los que llaman de "mecheras', eran solo para comer. La Justicia fue implacable. Conocí todos los orfanatos, hogares de tránsito, la policía, los malos tratos, los abusos sexuales oficiales".

"Quieren historia, quieren saber de los abusadores de la 'otra vereda'. Bueno hay una lista de personajes cuya familia debieran saber la clase de padres que tuvieron, por ejemplo. La policía me persiguió durante años, décadas diría. Nunca dejé de ser ladrona para ellos. Me allanaron mi domicilio las veces que quisieron". Una y mil veces hablará sobre el accionar de los uniformados.

"Si robaban un banco seguro llegaban a mi casa. Si faltaba dinero en la Casa de Gobierno, yo era la culpable. Puse un almacén y para la Justicia local todo era robado. Ya pasaron muchos años de aquella vida pero mis derechos los perdí a los 14 años. Por eso, porque conozco la Justicia y a los policías sé de sus métodos, porque los he sufrido".

Conocedora del ambiente delictivo, está dispuesta a no callar y luchar por la verdad tras el femicidio de su hija.

 

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