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Pichu, un artista que se corre de las estructuras y enfrenta el tabú

Alejandro Molinari hace stand up y trabaja sobre el escenario abordando el tema de su propia discapacidad. Por Marina Cavalletti
Miércoles, 01 de marzo de 2017 17:46

Alejandro “Pichu” Molinari es abogado, nació en Milán, pero se crió en Argentina y vive en Buenos Aires. Trabaja en la Procuración General de la Nación y sabe varios idiomas, como inglés e italiano. Hasta aquí, los datos podrían ser parte del perfil de una red social. 
Sin embargo, Pichu se sale de los perfiles, como probablemente lo hagamos todos en algún aspecto. Hace stand up y trabaja en escena con la discapacidad que lo acompaña desde su nacimiento prematuro. Tiene cuadriparexia espástica por anoxia perinatal, una especie de cuadriplejia leve.
Me encuentro con él en su departamento de Barrio Norte, lo primero que llama la atención no es su movilidad, sino su sonrisa. En la conversación para la nota no sólo aparece su cadencia agradable, hay algo extraperiodístico en el diálogo porque yo, que escribo esta nota y en este diario desde hace doce años, también tengo una discapacidad motriz. 
“Me llamaron al teléfono de línea, al que a esta altura llaman solo mi vieja y las grabaciones de Larreta, de un diario de Salta para venir a hacerme una nota. No sé si es una hermosa noticia o si me van a desvalijar la casa...”, escribió Pichu hace unos días en su cuenta de Facebook antes de nuestra conversación y lo comentó entre risas.
Así conocí a Pichu, por recomendación de una tía. Lo busqué en YouTube y verlo reírse y hacer reír me descontracturó. Tanto que por primera vez escribo en primera persona, con permiso de los lectores, porque sé de lo que habla Alejandro y a la vez no. Porque él tiene -claro- otro punto de vista y eso es lo importante. 

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Alejandro “Pichu” Molinari es abogado, nació en Milán, pero se crió en Argentina y vive en Buenos Aires. Trabaja en la Procuración General de la Nación y sabe varios idiomas, como inglés e italiano. Hasta aquí, los datos podrían ser parte del perfil de una red social. 
Sin embargo, Pichu se sale de los perfiles, como probablemente lo hagamos todos en algún aspecto. Hace stand up y trabaja en escena con la discapacidad que lo acompaña desde su nacimiento prematuro. Tiene cuadriparexia espástica por anoxia perinatal, una especie de cuadriplejia leve.
Me encuentro con él en su departamento de Barrio Norte, lo primero que llama la atención no es su movilidad, sino su sonrisa. En la conversación para la nota no sólo aparece su cadencia agradable, hay algo extraperiodístico en el diálogo porque yo, que escribo esta nota y en este diario desde hace doce años, también tengo una discapacidad motriz. 
“Me llamaron al teléfono de línea, al que a esta altura llaman solo mi vieja y las grabaciones de Larreta, de un diario de Salta para venir a hacerme una nota. No sé si es una hermosa noticia o si me van a desvalijar la casa...”, escribió Pichu hace unos días en su cuenta de Facebook antes de nuestra conversación y lo comentó entre risas.
Así conocí a Pichu, por recomendación de una tía. Lo busqué en YouTube y verlo reírse y hacer reír me descontracturó. Tanto que por primera vez escribo en primera persona, con permiso de los lectores, porque sé de lo que habla Alejandro y a la vez no. Porque él tiene -claro- otro punto de vista y eso es lo importante. 

La búsqueda detrás del tabú
“No llegué al humor a través de la discapacidad; en realidad empezó antes mi inquietud artística. Comencé a cantar y era malísimo. Un amigo me sugirió ir al taller de stand up que dicta un profesor muy reconocido acá en Buenos Aires, Diego Wainstein. Fui como para hacer algo de esparcimiento un miércoles a la tarde, no le ponía muchas fichas. Fui, me interesaba escribir chistes, humor. Ahí el profesor me dijo algo que en la primera entrevista no entendí muy bien que era ‘acá vamos a tener que hablar un poco de lo tuyo, ¿a vos te molesta?’. Me causó gracia que ni siquiera se animó a decir él la palabra discapacidad. Y le dije ‘sí, no me molesta’. La pregunta pasó y el curso empezó. Y fui viendo que cuando yo me subía al escenario había una tensión que se generaba, yo la percibía. Para aflojar esa tensión, empecé a hablar de la discapacidad. Vi que funcionaba y la gente se reía. Entonces dije ‘acá hay algo’ y recién ahí empecé a escribir material sobre discapacidad. No fue antes, no fue premeditado ni mucho menos”, relata sobre sus inicios.
Alejandro se corre de las estructuras porque enfrenta el tabú. Todos pueden reírse y entonces la diferencia deja de ser algo pesado: “Intento dar una perspectiva diferente de lo que se hace normalmente con las dificultades en el stand up, que es reírse de uno mismo”. 

El humor inteligente 
Pichu no es predecible ni monótono. Y la discapacidad no es de lo único que habla: “Si hago un show para mis amigos es muy probable que ni siquiera toque el tema, pero si yo voy a actuar ante gente que no me conoce, y no me subo a hacer material sobre discapacidad, mi otro material no va a funcionar porque la gente va a estar tensa. Va a haber algo físico en el escenario de lo cual yo no estoy hablando. Y la imagen es muy fuerte cuando vos te subis a un escenario. Eso no quiere decir que tenga que hacer material sobre discapacidad, pero sí me tengo que hacer cargo con un chiste, pero como cualquiera. Como la persona que es gorda, como el que es muy narigón. En el escenario, para que eso notorio deje de ser algo que la gente está mirando, tenés que hacer un chiste”, confirma.
Pichu también desmitifica la discapacidad y reconoce: “Si me sale la víctima y me doy cuenta, borro ese material, lo saco. Hay que también sacar el tabú de ‘mirá qué bueno, está hablando de discapacidad’. O sea, vamos a ver si es interesante. Pero con cualquier tema: puede ser divertido o no, interesante o no. Desde el momento en que te estás enfrentando a algo y hay una tensión, hay muchas posibilidades”.

Buscando superhéroes
La fuerza de voluntad es ese casillero incierto en donde muchas veces, sin malicia, sino con desconocimiento, se nos coloca a las personas que tenemos una discapacidad. Pichu detectó ese lugar común y lo utiliza como uno de los puntos fuertes de sus monólogos. “Tardé muchos años en darme cuenta de que eso pasaba. Con el tema de la fuerza de voluntad. Es difícil que te discriminen directamente con la discapacidad, porque hay un tabú. La gente tiende a tratar directamente de superhéroe al discapacitado. Hace toda una construcción porque no se anima a hablar de lo que realmente vio. Y además es falsa porque te lo dicen pero no me conocen y no saben si me levanté a la una de la tarde y dormí todo el día, o si realmente soy un tipo que tiene fuerza de voluntad”. Y añade: “Muchas veces nosotros mismos como discapacitados somos los que tenemos prejuicios y no nos animamos a abordar ciertas temáticas” .
Pichu se anima, eso queda claro. Y su material no es una ficción, sino todo lo contrario. 
El stand up nació en los años 50 en EEUU, no solo con la pretensión de hacer reír sino de generar un cambio en el tejido social. En este sentido, Pichu reconoce: “Yo creo que ayudo muchísimo pero también es una responsabilidad. Si bien estamos para divertir, arriba del escenario siempre estamos dejando un mensaje. Hoy con YouTube y los celulares no sabemos quién nos está escuchando. Entonces hay que pensar responsablemente si está bueno lo que decimos o no”.

Comediante y viajero
Alejandro siente pasión por viajar y lo hace cada vez que puede, así llegó con sus monólogos a Estados Unidos, Italia y diversas regiones del país. “He llevado mi material a lugares en los que no me hubiera imaginado nunca. En Rosario, también en Salta, en un bar de la Balcarce, hace dos años. Habíamos ido con unos amigos de vacaciones y me insistieron para que hiciera stand up, ni siquiera lo planeé. Fui a hablar con el dueño que me dio veinte minutos. Había como noventa personas y mientras estábamos tomando cerveza lo preparé. Me subí y fue una experiencia espectacular, lo recuerdo con mucho cariño”
Además, entiende algo del paño local: “Conozco a Graciela Quipildor. Actuamos juntos en canal 9. Me pareció muy bueno lo que hace y me imagino que ella misma habrá generado una movida, como mucha de la gente que está en el interior. Me encantaría volver a Salta con algo armado. Me encanta ir a las peñas y las empanadas. Me gusta mucho el Norte en general, son lugares que te desconectan y te llevan a una realidad totalmente distinta de lo que vivimos acá en Buenos Aires. Ya andaremos por allá, me encantaría”, revela.
Sobre el final de la nota, habla de su faceta como hombre de ley y detalla: “Es muy interesante trabajar en la justicia. Me resulta apasionante también. Yo no hice stand up para escaparme del derecho porque no me interesaba, lo hice para hacer algo distinto. Y después me di cuenta de que no era tan distinto, era sentarme a escribir y argumentar para que algo funcione, y cambiar y corregir”. 
 

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