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Detrás de las marchas

Miércoles, 12 de abril de 2017 00:00

Pasó el 24 de marzo. Pasó la marcha del 1 de abril. Pasó el 2 de abril. Pasó el paro de la pasada semana.

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Pasó el 24 de marzo. Pasó la marcha del 1 de abril. Pasó el 2 de abril. Pasó el paro de la pasada semana.

A lo largo y ancho de Argentina en los últimos 20 días todo el país necesitó manifestarse por diversos y disímiles motivos. Marchas y actos que se expresaron exponiendo una profunda brecha entre los mismos argentinos. No fueron expresiones de unión de un pueblo en pos de una lucha común de objetivos claros de unión nacional o logros de un futuro bienestar para todos.

No. Se pusieron de manifiesto, se exacerbaron las heridas que nos dividen y de ese modo se hace imposible la cicatrización y el reencuentro entre todos los ciudadanos y habitantes de un país.

Lamentablemente el pueblo argentino ya no lee ni estudia, los twitters imponen las normas del conocimiento en un fraccionamiento informático que facilita la manipulación de pensamientos y voluntades.

Por otra parte, los alarmantes niveles de pobreza, de deterioro laboral y educativo, y de exclusión, someten a las personas a un imperioso presente, acuciado por la inmediatez de la propia subsistencia, y sin espacio para el pensamiento trascendente. No olvidemos que Jesús antes de transmitir el Verbo de Dios efectuó la "multiplicación de los panes y los peces".

No obstante, hubo una pregunta sin respuesta que todo argentino expresa, el porqué de nuestra desunión. En definitiva es el interrogante que nos acompaña desde nuestros orígenes: "El pueblo quiere saber de qué se trata".

Si tal respuesta la buscamos solo en los límites de nuestra geografía, es muy difícil que podamos encontrarla. Necesariamente debemos analizar las decisiones internacionales que tienen por objetivo el control de los recursos naturales con que contamos. Especialmente lo que ya está en alerta mundial: el agua.

Mientras la desunión argentina se profundiza más y más, en el mundo cada día más peligroso en que nos encontramos, vemos la grieta que se dibuja con nitidez en el Brexit, tras el cual Gran Bretaña se abroquela en sus dominios en el que Gibraltar, las Islas Malvinas y la Antártida aparecen al margen de cualquier agenda de negociación soberana.

El interés nacional exige nuestra atención. Juan Bautista Alberdi lo advirtió claramente; por eso, junto a la Constitución "Política" de 1853, hubo una Constitución Económica, denominada Estatuto de Hacienda y Crédito de autoría de Mariano Fragueiro. En ella se establecía la aplicación del crédito público para el desarrollo del nuevo país. Esta Constitución sigue vigente, desde su sanción, nunca fue derogada. Si aplicáramos su normativa, otra sería la situación económica actual.

No obstante, se impuso el "Tratado de Amistad y Libre Comercio" firmado con Inglaterra en 1825, Tratado que con sus "actualizaciones", se mantiene incólume hasta nuestros días. Por ello, necesariamente para lograr una comprensión de las distorsiones de nuestra realidad actual, es preciso prestar atención a los dictados de la City londinense sobre sus programas para estas regiones que oportunamente Andrew Graham- Yooll denominara como la "Colonia Olvidada". Quizá olvidada por el pueblo británico, pero, plenamente vigente en la decisiones y en los pensamientos de Isabel II.

Hoy el Imperio se encuentra abocado a efectuar un nuevo fracciona miento geográfico del Techo del Mundo, esencialmente para ello ne cesita una disgregación del pueblo que ocupa estas regiones. Al decir de Alberdi "necesitan el suelo libre de ocupantes". Saneamiento poblacio nal a cualquier precio.

 

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