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22 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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“Antes vivía en una carpita de tres por tres, después me compré un trailer y todo fue cambiando”

Jorge Yovanovich, dueño de Servián, el circo.
Domingo, 16 de julio de 2017 01:25

Jorge Yovanovich es bisnieto de artistas de circo. Creció actuando con su familia y hace unos 25 años decidió separarse para hacer su propio espectáculo. Fue payaso, equilibrista, arrojador de cuchillos y adiestrador, cuando todavía viajaban con animales. 
En diálogo con El Tribuno, contó cómo fue cambiando su vida mientras se transformaba su empresa.

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Jorge Yovanovich es bisnieto de artistas de circo. Creció actuando con su familia y hace unos 25 años decidió separarse para hacer su propio espectáculo. Fue payaso, equilibrista, arrojador de cuchillos y adiestrador, cuando todavía viajaban con animales. 
En diálogo con El Tribuno, contó cómo fue cambiando su vida mientras se transformaba su empresa.

¿Cómo comenzó esta historia?

Nací en una carpita en Lules, en Tucumán. Estábamos de gira y ahí me parió mi vieja, que es italiana de parte de sus padres. De la parte de mi padre, somos descendientes de yugoslavos. Mis nietos son la quinta generación en un circo. Es algo de toda la vida. Yo lo amé y lo sigo amando. Siempre agradezco a Dios y a la Virgen por todas las cosas lindas que esto me da: trabajo, capital, una linda familia, nietos y salud. 
Están todos incorporados en el circo. Todos trabajan y se preocupan, hasta los nietos. Son todas cosas lindas de las que uno tiene que ser un agradecido. Todos están luchando por el espectáculo, la ropa, el maquillaje...
Mi hijo está con la representación y el sonido. Mi yerno está en el armado y desarmado. Tengo dos capataces y unas ochenta personas. Es una vida con la que estoy tranquilo y conforme. Yo también trabajo a la par de ellos. Fui payaso, equilibrista, arrojador de cuchillos, trabajaba con los animales y con el canguro boxeador, del que se debe acordar mucha gente grande.
Hicimos una amistad muy grande con Flavio Mendoza. Así se hizo el espectáculo actual. El año pasado lo tuvimos casi tres meses trabajando con nosotros en Santa Fe, Paraná, Santiago del Estero y La Rioja. Después se fue porque comenzó con su espectáculo, “Mahatma”.
También es una pequeña copia del Cirque du Soleil. Antes teníamos leones, tigres, osos y monos. Uno tenía los animales porque nació y se crío con eso. Entonces, seguíamos porque tenía éxito. 

¿En qué año cambió eso?

La gente estaba mentalizada y acostumbrada a ver circos con animales. Llegábamos a una ciudad y la gente siempre hacía tres preguntas: si teníamos animales, si teníamos trapecistas y qué tal eran los payasos.
El Cirque du Soleil fue cambiando la mentalidad de la gente con este estilo de espectáculos. La Municipalidad nos daba permiso para tener animales pero renegábamos con las protectoras. Hasta que se prohibieron en toda la Argentina los circos con animales. Fue en 2010.
Ahí se formó este tipo de espectáculo. Ahora la gente viene y pregunta si tenemos animales. Si les decimos que no, nos dicen: “Voy a entrar”. Cambió todo. Ahora está todo modernizado y acá estamos, vendiendo alegría y reuniendo a la familia, que es lo que sabemos hacer.

¿Cómo es la vida en comunidad en un circo?

Lo principal es tener respeto. El eje somos mi señora y yo. De ahí siguen mis hijos. Nosotros amamos y tenemos respeto. Somos compañeros con la gente, además de darles trabajo. Les enseñamos lo que es la vida, no solo la vida del circo, sino la vida. No somos nada. Los gusanos nos van a comer a todos. Tenemos que tratar de dar algo. 
No es nada difícil. Es llevar la mochila a cuestas. Cada vez que desarmamos el circo tenemos que organizar las casillas y los camiones. Trabajamos pensando en el día y la hora en que vamos a volver a debutar. 

¿Cómo vivían antes de las casas rodantes que tienen ahora?

Antes vivía en una carpita de tres por tres, después me compré un trailer y todo fue cambiando. Yo invertí todo en el circo. Los camiones, la carpa y el espectáculo cuestan mucho dinero. Mis hijos estudiaron pero eligieron el circo. Estoy tranquilo porque sé que, cuando no esté, ellos lo van a llevar y van a tratar de estar unidos. La unión hace la fuerza. 
Mi sangre es circense. El capital lo hice con mis hijos. Nací en gira, como toda la vida estaban mis abuelos y bisabuelos.
Cuando mi padre se separó de su padre, no conseguía trabajo. Con mi hermano íbamos a lustrar o a vender frutas para mantenernos, hasta que empezamos a salir a actuar juntos en salones y escuelas por centavos. 
Yo hacía dos o tres números, mi hermana y mi madre también. Luego mi papá hizo su carpa y comenzó con el circo Australiano, que fue muy grande. 
A los 40 años se repite la historia y yo me desprendo de mis padres. Ahí arranqué. Primero era el Circo Servián, después le pusimos Hermanos Servián y con Flavio Mendoza, le pusimos Servián, el Circo.

¿Se imagina otra vida?

Yo voy a mi casa en San Juan, con mi señora, y aguanto dos días. Si estamos con toda la familia, puedo estar uno o dos meses. 
Lo que quiero es presentar un bonito circo, con comodidades y un buen espectáculo. En Santa Fe estuvimos tres meses y una semana. En Paraná, seis semanas. Es un orgullo grande. En Salta vamos a estar hasta agosto y después vamos a Jujuy. 

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