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“Hay que bajar la edad de imputabilidad porque la franja de 14 y 15 años es usada para delinquir”

Silvia Bustos Rallé, Jueza de Menores del Distrito Centro.
Domingo, 02 de julio de 2017 03:02

La doctora Silvia Bustos Rallé es una de las pocas voces autorizada para hablar con autoridad de la problemática de la delincuencia juvenil. No en vano desde hace 27 años se desempeña como jueza de Menores en el Distrito Centro. En todo este tiempo tuvo que resolver una multiplicidad de casos vinculados con menores, desde el hurto de un paquete de galletas hasta los crímenes más atroces. Inició su carrera como fiscal penal hace más de cuatro décadas y con el tiempo aprendió a conocer todos los vericuetos de la Justicia. Fue además defensora oficial en el fuero civil y a mediados de la década del 80 tuvo el privilegio de que fuera designada la primera jueza de Minas en toda Latinoamérica, un cargo que estaba vedado para las mujeres. Se manifestó en contra del “garantismo penal” y se pronunció a favor de reducir la edad de imputabilidad para los menores que delinquen. De la materia que tanto conoce habló con un lenguaje llano y sin mácula. Esto respondió al ser entrevistada por El Tribuno.

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La doctora Silvia Bustos Rallé es una de las pocas voces autorizada para hablar con autoridad de la problemática de la delincuencia juvenil. No en vano desde hace 27 años se desempeña como jueza de Menores en el Distrito Centro. En todo este tiempo tuvo que resolver una multiplicidad de casos vinculados con menores, desde el hurto de un paquete de galletas hasta los crímenes más atroces. Inició su carrera como fiscal penal hace más de cuatro décadas y con el tiempo aprendió a conocer todos los vericuetos de la Justicia. Fue además defensora oficial en el fuero civil y a mediados de la década del 80 tuvo el privilegio de que fuera designada la primera jueza de Minas en toda Latinoamérica, un cargo que estaba vedado para las mujeres. Se manifestó en contra del “garantismo penal” y se pronunció a favor de reducir la edad de imputabilidad para los menores que delinquen. De la materia que tanto conoce habló con un lenguaje llano y sin mácula. Esto respondió al ser entrevistada por El Tribuno.

¿Cómo fue su experiencia como jueza de Minas?
Muy buena, interesante. Tuve el privilegio de ser la primera jueza de Minas en toda Latinoamérica. Este cargo siempre estuvo reservado para los hombres, por una creencia de los mineros de que las mujeres somos yeta. A mediados de los ochenta hubo un litigio entre Salta y Catamarca por el Salar del Hombre Muerto. Fui a ver lo que pasaba y los trabajadores no me dejaban entrar. Entre los mineros pervive una costumbre ancestral de que las mujeres, porque usan vestido, no pueden ingresar a los yacimientos. Tampoco lo pueden hacer los curas, porque llevan sotanas.

¿Qué hizo usted?
Les dije que si la superstición pasaba por el vestido no había problema porque yo estaba de pantalón. Me respondieron que a pesar de eso no podía ingresar. Entonces comprendí que la cosa pasaba por ser mujer y no por el vestido. Me trataron con mucho respeto, pero no me dejaron pasar. En determinadas circunstancias hay que saber entender estas cosas y no por ser juez se puede llevar a la gente por delante. Por eso acepté la postura de los trabajadores y, sobre todo, de esa creencia que persiste en ellos, de que el ingreso de una mujer en una mina puede provocar el enojo del diablo o del tío que habita en las profundidades y producir un fatal derrumbe. Estuve tres años y luego pasé al Juzgado de Menores, y aquí estoy desde hace 27 años.

¿Cuál es el objetivo del Juzgado de Menores?
El principal objetivo es recuperar al menor, rehabilitarlo e insertarlo en la sociedad como un persona útil para sí mismo y para la familia. Pero no siempre se logra ese cometido. Cuando empecé el menor hurtaba un paquete de galletas, un chocolate o un vaquero. Lo que quiero significar es que sustraía la galleta y el chocolate para matar el hambre y el pantalón para ponerse a la altura de sus amigos. Mirando a la distancia las cosas podríamos decir que era un robo sutil, sin que ello implique justificarlo.

¿Y qué pasó después?
Pasó que la droga vino a destruirlo todo. Con la droga el chico convirtió en un delincuente en potencia. Duele decirlo, pero es la triste realidad. La droga genera tres cosas: Víctima, violencia y delincuencia. Digo víctima, porque el que se droga y se alcoholiza jamás lo hace solo. Para lograr compañía los chicos utilizan un lenguaje que afecta el honor de la persona. Por ejemplo: “Vení pollerudo, no seas maricón, no servís, etc.”. Como nadie quiere ser lo que le dicen se avienen a esas invitaciones y terminan cayendo en un círculo vicioso del que después no pueden salir. Genera violencia porque el que toma o se droga se cree más hombre o más mujer, en el caso de las chicas. Y genera delincuencia porque cuando no tienen para satisfacer la adicción salen a robar.

¿Dónde empiezan ese raid?
En la casa. Le roban las vajillas a la madre, el calzado a los hermanos o la bicicleta al padre. Si le compran un vaquero, antes que el padre termine de pagar el crédito ya lo han vendido para comprar droga. Es triste.

¿Cómo se puede revertir esta situación?
Es complicado. Vivimos en una sociedad donde antes la droga era de paso y ahora es de consumo local y está causando estragos. Cada día veo cómo los chicos se me van de la mano. La necesidad de más droga hace que sus vidas se convierta en un infierno y se matan.

¿Qué hay que hacer frente a las adicciones?
Necesitamos más centros detención para que los menores no permanezcan tanto tiempo en lista de espera para ubicarlos en algún instituto de internación. El Gobierno habilitó muchos centros, pero no dan abasto frente a la gran demanda que hay.

¿Dónde está la falla?
El problema está en la seguridad. Aquí vienen los chicos y me dicen: “La que me vende es fulana de tal y me da todos los datos de la boca de expendio. Pude comprobar que el chico no me miente porque muchas veces me tomé el trabajo de pasar en el auto por esos lugares y es como me lo describieron. Doy esos datos a la policía, pero no lo encuentran.

¿Qué pasa entonces?
Lo que nos está faltando es más acciones de la policía para erradicar estos focos que me están matando a los chicos, sobre todo con el paco, que es la droga que llegó para hacer estrago. Los mercaderes usan a los chicos y eso agrava más aún la situación.

¿Hay mucha droga en las escuelas?
Ese es el tema. Ahí se vende mucho porque es el lugar donde está el cliente más seguro. Por eso insisto en que se refuercen los controles. Lo que está pasando en las escuelas es muy grave, porque el tema no es solo la droga. Muchos chicos van armados con cuchillos y hay muchos casos de agresión a docentes.

¿Hay complicidad de las fuerzas de seguridad?
No quiero pensar ni creer que las fuerzas de seguridad estén comprometidas. Ocurre que de pronto descubren un lugar de venta aquí y al mismo tiempo estalla otro allá y se convierte en una cosa de nunca acabar.

¿Qué es lo que más alarma le provoca?
Cuando yo empecé en el juzgado teníamos un homicidio cometido por menores cada dos o tres años. En cambio ahora todos los meses hay casos de homicidios o tentativas de homicidios cometidos por menores. Y todo esto lo atribuyo al flagelo de la droga. Me alarman estas cosas.

¿Cuál fue el caso de los últimos tiempos que más la conmovió?
En el mes de mayo mataron a puñaladas a joven de 19 años en barrio Solidaridad. Hubo tres implicados: un chico de 17 años, otro de 13 y uno de 8. El mayor contó a medias lo que pasó, el otro me completó algunas cosas, pero el que detalló con precisión los hechos fue el chiquito de ocho añitos. Incluso contó qué hicieron para que la policía no los descubriera. Fueron al hospital y acompañaron al joven herido hasta que murió.

¿Cómo reaccionaron los padres del niño?
El día que declaró el chiquito vino con su padre. Escuchó con los brazos cruzados y con admiración el relato de su hijo, como si le estuviera contando que había sacado diez en la escuela. Tuve ganas de zamarrear de los pelos para hacerle ver que su hijo no estaba contando que hizo un gol en un partido de fútbol, sino el asesinato a un chico. Le pregunté al señor cómo podía dormir tranquilo sabiendo que su hijo andaba en la calle en horas de la noche. Me contestó que él trabaja todo el día y que tiene que descansar. Esta es un prueba de que hay una tremenda falla de los padres. No hablan con los hijos y la oreja que no está en la casa está en la calle y esa es la peor.

¿Es usted una jueza garantista?
No, para nada. Yo no comparto la teoría de Zaffaroni, de todo el mundo en libertad. Para mí el que delinquió tiene que estar en los lugares de detención y a partir de ahí ver qué pasó para atacar el mal. Creo en la recuperación de los chicos y tengo muchos casos que salieron a flote. A veces los cruzo por la calle y me agradecen los consejos que les di.

¿Está de acuerdo en reducir la edad imputabilidad para los menores?
Soy partidaria de esta teoría. Un chico es imputable a partir de los 16 años y se lo juzga a los 18. Lo que hoy está pasando es que los mayores usan la franja de los 14 y 15 años para delinquir. Entonces cuando pasa algo grave usan a esos menores para que se hagan cargo de los hechos, porque a esa edad son inimputables. Está probado que la franja de los 14 y 15 es la que más está delinquiendo y cometiendo los delitos más horribles.

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