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El G20 y otro error de nuestro círculo rojo

Miércoles, 05 de diciembre de 2018 00:00

Empecemos con un decálogo de los análisis y las profecías de los últimos meses de nuestro círculo rojo con respecto al G20:

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Empecemos con un decálogo de los análisis y las profecías de los últimos meses de nuestro círculo rojo con respecto al G20:

* Habrá violencia generada por la llegada de cientos de antiglobalizadores provenientes de Europa y otros lugares.

* El anarquismo hará sus aportes con bombas caseras e incendios.

* Los movimientos sociales y los gremios aprovecharán la vidriera internacional para protestar y hacerse oír,

* Las fuerzas de seguridad y policiales de la Argentina no están a la altura de sus pares del Primer Mundo para brindar una seguridad capilar del evento y de la Ciudad.

* Donald Trump seguramente cancelará su visita o se irá antes de tiempo.

* No habrá reunión de distensión por el conflicto comercial entre Trump y Xi Jinping.

* El príncipe heredero saudí no viaja.

* La premier británica, con todos los problemas post Brexit, no encontrará el momento de asistir y menos si es en Buenos Aires, donde no llegó nunca un mandatario del Reino Unido,

* Habrá un portaaviones de Estados Unidos en la costa, ya que no hay capacidad argentina de brindar seguridad, etcétera.

Desde ya, los incidentes entre un sector de la barra brava de River y la delegación de Boca y desmanes posteriores en un operativo a cargo de la Ciudad de Buenos Aires, no hicieron más que profundizar ese pesimismo. En algunos casos, por sincera incertidumbre y dudas; en otros por intereses políticos mezquinos.

Nuestra ciclotimia

A todo esto se sumó un capítulo más de la histórica ciclotimia argentina, la cual a partir de la crisis financiera iniciada en abril 2018 nos llevó en los últimos meses a estar en la fase depresiva y apocalíptica.

Moderada desde octubre por la relativa estabilidad del dólar, es el alfa y el omega de la gobernabilidad en la Argentina de los últimos 60 años. Cómo olvidarse los comentarios más o menos formales de miembros del círculo sobre lo casi inevitable de la convocatoria a una asamblea legislativa y elecciones anticipadas. Así como que era imposible que la Argentina recibiese más de 23 o 24 mil millones de dólares del FMI, y no los más de 57 mil millones que finalmente se autorizaron.

A diferencia de otros países, en donde los sectores hiperinformados tienden a mirar más allá de los clichés y las frases altisonantes propias de las charlas de café, el caso argentino es exactamente todo lo contrario, o sea, una lógica procíclica. Si el ciudadano común está eufórico, el círculo potencia con sus profecías y sus augurios esa desmesura. Si está preocupado o desesperado, potenciará hasta el infinito esos sentimientos.

Todos estos fracasos rotundos para anticipar y ver más allá del corto plazo y los lugares comunes serán compensados o explicados a partir de mañana por múltiples formas de relativizar el balance positivo para el país, más allá del gobierno de turno, del G20.

Encabezado por el fantasma de violencia y saqueos para antes de Navidad y, pos 24 de diciembre, por el muy probable regreso del populismo con ropaje retórico de izquierda para las elecciones del 2019.

Todo esto matizado por descartar de plano que pueda haber una recuperación económica en el corto plazo. Paradójicamente, dicho por los mismos que le erraron por 35 mil millones de dólares la cifra finalmente acordada por el FMI gracias al decidido apoyo de los Estados Unidos y el visto bueno de China, Rusia, Japón, y diversos países europeos.

La mirada exterior

Fueron los mandatarios de estos mismos países los que en tiempo y forma asistieron el evento del G20, mostrando un clima de acuerdos básicos y cordialidad que pocos anticipaban. Comenzando por Trump, quien no solo estuvo presente en todas las jornadas sin anticipar su regreso como ha hecho en diversos eventos internacionales, sino que tuvo palabras cálidas y de firme respaldo al presidente Mauricio Macri. Más allá de las facciones y las pasiones políticas en la Argentina, es un dato positivo clave para el país. Sin olvidar la concreción de la cena entre el mandatario americano y su par chino el sábado. Un hito importante en la desescalada de la aguda tensión económica y comercial entre ambas potencias. Un capítulo más en una puja geopolítica que nos acompañará las próximas décadas.

Trump, Yi Jinping y nosotros

También el gesto de Trump de advertir que suspendía la bilateral con Vladimir Putin por los incidentes en Ucrania, pero que esperaba poder concretarla lo antes posible. Como hombre sagaz que es y por consejos que el mítico Henry Kissinger le ha dado más de una vez, es de fundamental importancia para Washington una relación constructiva y de diálogo firme pero diálogo al fin con Moscú, para poder concentrarse en el verdadero desafío estratégico que es el ascensor de China. Algo que los demócratas americanos aun enojados y shockeados por la derrota de Hillary Clinton deberían entender por el bien de los intereses nacionales de su país.

Volviendo a la Argentina, el domingo pasado se realizó la reunión entre Macri y Xi Jinping, y varios de sus principales ministros. Coronando meses de negociaciones y la decisión de avanzar en grandes proyectos de infraestructura y potenciar el comercio bilateral. Con el mismo Putin, el Presidente argentino llevó a cabo una fructífera bilateral el sábado, consolidando el rol de empresas rusas en sectores como ferrocarriles, puertos, energía, etcétera. La diplomacia argentina de ahora a las próximas décadas deberá dedicarle tiempo, inteligencia y cintura a buscar articular de manera lo más armónica posible estos vínculos con países claves del sistema internacional. El proceso del G20 que concluyó luego de un año de intenso trabajo no hizo más que ayudar a potenciar estos vínculos. Detrás de un jalón del plano de lo multilateral como es un evento de estas características, lo bilateral también ha tenido un rol central y nuestro país lo ha sabido entender y aprovechar. No deja de ser un dato de interés la moderación del sector K. Un capítulo más de la táctica herbívora, seguramente bastante forzada y artificial tomando en cuenta el ADN, con vistas al 2019. También un síntoma quizás de cierto realismo de asumir que populismo y relato épico sin boom de la soja como vivimos 10 años atrás no es sustentable. Sin olvidar las consecuencias que tendría en la era Trump montar acciones de humillación contra los Estados Unidos como las realizada durante la Cumbre de Presidentes de las Américas en Mar del Plata, en 2005, o el famoso alicate de Héctor Timerman en Ezeiza sobre las valijas de un grupo militar de esa potencia unos años después. La suspensión de las visas para las vacaciones de nuestra progresía antiestadounidense en Miami y Nueva York sería quizás la más leve de las consecuencias.

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