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El Plan Belgrano ganó una vida

El proyecto entusiasmó en 2015 a los salteños, que ahora se ven decepcionados por las demoras. Si estas se prolongan, al Gobierno nacional ya no le quedarán más excusas ni relanzamientos.
Miércoles, 28 de febrero de 2018 00:00

La presencia de todos los ministros nacionales involucrados en el Plan Belgrano, ya sea en materia de producción, de financiamiento o de estrategias sociales, para ratificar en Salta (y el martes 6, en Resistencia) los objetivos del proyecto supone un compromiso irreversible. Ya no tiene en adelante el gobierno de Mauricio Macri espacio alguno para no cumplir con el proyecto.

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La presencia de todos los ministros nacionales involucrados en el Plan Belgrano, ya sea en materia de producción, de financiamiento o de estrategias sociales, para ratificar en Salta (y el martes 6, en Resistencia) los objetivos del proyecto supone un compromiso irreversible. Ya no tiene en adelante el gobierno de Mauricio Macri espacio alguno para no cumplir con el proyecto.

Tampoco para intentar encubrir con gastos corrientes las obras que no se hagan.

Del lado del público prevalece el malestar. A pesar de que el jefe de Gabinete, Marcos Peña, asegura: "No somos un gobierno que vaya a engañar a los salteños", la realidad justifica cierto escepticismo.

Ayer, los ministros demostraron reconocimiento preciso del potencial productivo y las posibilidades del NOA y el NEA, destacaron la importancia de dotar a la región de obras de infraestructura, de transporte y de logística para incluir a la región en un modelo de "crecimiento con inclusión", acorde al perfil del G 20, tal como lo formuló el cancilller Jorge Faurie, quien además encuadró el Plan en la estrategia de desarrollo regional y los vínculos con los puertos chilenos y la hidrovía Paraná - Paraguay. El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, aseguró que el Norte es una "enorme oportunidad", y ofrece "medios invalorables para alcanzar los objetivos en materia de seguridad, por la lucha contra el comercio ilegal y el narcotráfico, y de equidad".

El mismo Urtubey afirmó que el mérito del Plan Belgrano es haber dado "visibilidad al menor desarrollo de la región respecto del centro del país".

Ese diagnóstico es el mismo que figura en el plan originario de 2015 pero "el poncho no aparece".

También hubo equívocos; y los hay. Hace más de un año, el entonces responsable del plan Belgrano, José Cano, aseguraba que el servicio ferroviario con Chile a través del ramal C14 estaba completamente habilitado. Ayer, algunas exposiciones parecían confundir proyectos con obras materializadas. Que sigan en agenda es bueno, pero solo por ahora.

Del apoyo inicial al escepticismo

En su enunciado, el Plan Belgrano es un programa de desarrollo humano, basado en la construcción de infraestructura adecuada para la prestación de servicios a los sectores más vulnerables y la resolución de los problemas de transporte y logística para la inversión en industria agroalimentaria en la áreas más adecuadas para ese objetivo. 
El correlato de ese proyecto es la creación de las condiciones financieras y tributarias básicas como para que el productor se anime a invertir.
En esas decisiones, el tiempo es oro, porque ningún campo entra en producción de la noche a la mañana.
En estos dos años (de oro) las obras de infraestructura no se ven. Probablemente, en algunos casos, falle la comunicación. En otros, la información interna.
Pero los estímulos tampoco aparecen. Una de las estocadas que sufrieron los ingenios salteños la propinó el ministro Juan José Aranguren, al imponer una rebaja drástica al precio del bioetanol. Su objetivo era alcanzar competitividad con respecto a Brasil. Pero al mismo tiempo autorizó un brutal aumento de la nafta, con lo que el litro de combustible argentino cotiza casi 90% más caro que el del país vecino. 
El acuerdo fiscal entre Nación y provincias, cuidadosamente delineado ayer por el ministro Nicolás Dujovne, estaba orientado a alivianar la carga tributaria de la producción en todo el país. Hoy, en Salta, impuestos locales y aportes patronales han subido.
Además, el Gobierno nacional cede a las presiones de las ONG ambientalistas y el ministro Sergio Bergman trata de paralizar el desarrollo de cinco millones de hectáreas del Chaco Semiárido.
Junto con el casi nulo apoyo financiero a los inundados del Pilcomayo y el Bermejo, esta perspectiva contrasta con el apoyo de los empresarios salteños al espíritu y las metas del Plan Belgrano, que poco a poco, por demoras poco explicadas (poco explicables, quizá), se fue tornando en incertidumbre.
 

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