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Se fue a Londres y sueña con enseñar a construir casas sustentables

Carlos Pomar dejó Salta hace seis años y hoy vive en Europa, donde estudia Ingeniería en Diseño de Productos.
Sabado, 14 de abril de 2018 22:48

Carlos Pomar es salteño y vive en Londres, Reino Unido, donde está a un paso de recibirse de ingeniero en Diseño de Productos en London South Bank University. Aprovechando su nacionalidad española se fue hace seis años con la intención de perfeccionar su inglés en seis meses, pero se terminó quedando y por ahora no tiene planes de volver a Salta, aunque admite que uno nunca sabe quá puede pasar.

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Carlos Pomar es salteño y vive en Londres, Reino Unido, donde está a un paso de recibirse de ingeniero en Diseño de Productos en London South Bank University. Aprovechando su nacionalidad española se fue hace seis años con la intención de perfeccionar su inglés en seis meses, pero se terminó quedando y por ahora no tiene planes de volver a Salta, aunque admite que uno nunca sabe quá puede pasar.

Carlos tiene 35 años y cuenta que desde chiquito siempre tuvo la inquietud de crear y modificar las cosas como él creía que podrían funcionar mejor. Lo llamaban el “ingeniero desarmista” porque desarmaba más de lo que armaba (se ríe).

De la anécdota de modificar sus calzados por lo que es pie plano, pasó a convertirse en una persona que predica la autosustentabilidad. “Considero que estamos en una crisis muy importante, no solamente ambiental, en una crisis en la que el capitalismo y el consumismo nos está dañando como sociedad. El capitalismo es antiecológico”, sentenció el joven.

En Salta estudiaba Turismo en la Universidad Católica, pero por circunstancias de la vida un día miró el diseño incómodo de la cama de un hospital, lo que hizo un clic en su vida y se replanteó la carrera. Cuando regresó a Inglaterra buscó las alternativas y con un crédito estudiantil y trabajos part-time empezó Diseño de Productos. “Ahí me di cuenta que se puede diseñar mejor, de una manera más fácil para el usuario, y eso me prendió la lámpara de perseguir el sueño que venía postergando hace mucho tiempo: estudiar diseño o ingeniería en diseño”, contó.
Además del equipamiento de un establecimiento, hay dos problemáticas que puntualmente le preocupan al futuro ingeniero: la casa y la basura. “La clase media no tiene posibilidad de tener un hogar porque construir una casa es sumamente caro y los que acceden la tienen que pagar toda su vida”, dijo.

Por eso uno de los objetivos de Carlos es dedicarse a asesorar en este tipo de construcciones. Para los que ya tienen su casa tradicional, dice que también es posible la adaptación. Pero no se queda solo con eso y mira más allá, donde la pobreza duele. Sabe que la autosustentabilidad podría ser la solución para millones de familias que viven en la total precariedad.

“Sueño con poder enseñarle a familias humildes a construir sus propias casas sustentables”, compartió.

Basura

Sobre el tema de los residuos, el joven salteño expresó: “La gente en ningún lado sabe qué hacer con la basura todavía. Hay pequeñas investigaciones, proyectos, pero todavía no hay una solución. No hay acción, incluso en ciertos lugares donde se separa la basura en la etapa posterior se la vuelve a juntar y se la vuelve a enterrar”.

¿Cuál sería la solución? a lo que Carlos Pomar respondió: “El cambio de mentalidad, el exceso de consumo no nos favorece porque generamos mucha basura. Esa irresponsabilidad de no querer hacerse cargo del problema. Creo que va a tomar mucho tiempo”. Lo cierto es que la moda y el consumismo van en contramano del cambio de mentalidad que se necesita.

Carlos comentó que en el Reino Unido existen tres tipos de separación de basura: por una parte los desechos del jardín, por la otra lo orgánico y lo que es reciclable y no. Cuando se incumple, el ciudadano recibe una advertencia y hasta una multa.

“Cuando se viaja a otro país, uno se divide”

El desarraigo es difícil de sobrellevar. “Cuando uno viaja y vive en otro país uno se divide, ahí hay cosas que te encantan de un país y viceversa. No significa que en Europa todo esté mejor, hay muchas problemáticas que se viven atacando en el día a día. Hay cosas buenas y cosas malas. Yo tengo mi familia directa acá en Salta, que es lo que más me importa. Tres hermanas, mis cuatro sobrinitos y mi papá”, expresó el estudiante universitario.

En Londres vive al sudeste, en la zona del meridiano de Greenwich, en un pequeño barrio donde la gente tiene sentido de comunidad. Lo que lo retrotrae por instantes a su Salta querida. Prefiere manejarse en bicicleta en la ciudad que tiene el mejor transporte público del mundo.

De aquellas tierras, Carlos destaca el orden y el respeto por las leyes. El compromiso y el compromiso de los ciudadanos por su comunidad. La burocracia dice que es mínima y el nivel de respuestas de los organismos oficiales altamente efectivos y rápidos. Algo que los salteños podrían tomar para mejorar su calidad de vida, dice.

En contrapartida, a los ingleses les hace falta la calidez humana de los salteños para ser menos distantes.

La casa ideal

El salteño Carlos Pomar participó durante marzo pasado de una experiencia extraordinaria. Junto con estudiantes y profesionales de distintos lugares del mundo construyeron en Mar Chiquita, Buenos Aires, la primera escuela sustentable de la Argentina.

Se sumó a través de la Universidad de Londres a un ambicioso proyecto de la compañía Earthship Biotecture. La firma pregona seis principios: recolección de agua, materiales de techo (de construcción), 4 usos del agua, masa térmica, calentamiento y refrigeración del ambiente, energía solar o producción de energía eólica.

En la construcción se utilizaron cubiertas de vehículos en desuso, las que son colmadas de tierra. Una vez que se la compacta se las utiliza como ladrillos, de forma intercalada.

“Se hace así una pared antisísmica, porque la cubierta es flexible, pero al mismo tiempo es pesada y tiene masa térmica. Como están enterradas tardan en degradarse y no despide ningún tipo de gas”, describió el joven. También se utilizan latas de cerveza, botellas de vidrio, cartones y plásticos, que ayudan a ahorrar cemento.

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