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El Bafici consagró a la película “La flor”, que dura 14 horas

El monumental y extraordinario filme “La flor”, del realizador argentino Mariano Llinás y de 14 horas de duración, se llevó hoy el premio mayor al Mejor Largometraje de la Competencia Internacional que entrega el Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (Bafici), que hoy concluye sus funciones.
Domingo, 22 de abril de 2018 10:30

 

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La premiación de la nueva película del realizador de “Historias Extraordinarias” (2008) y “Balnearios” (2002) distingue también un modo de hacer cine lejano y opuesto a las formas comerciales de la industria y el mercado, que viene ejerciendo Llinás desde la productora El Pampero Cine que dirige junto a Laura Citarella, Agustín Mendilaharzu y Alejo Moguilansky desde 2003.
“El manifiesto político de El Pampero es oponernos sistemáticamente a la idea tan difundida de que la industria es la única manera de hacer cine y que el cine hecho por productores es la única manera de hacer películas”, aseguró Llinás en charla con Télam. 
“Desde que empezamos en El Pampero -agregó- nos opusimos a determinada idea de sentido común que viene de la industria de que sus formas, hegemónicas y prepotentes, son las únicas posibles para hacer cine. Todo el tiempo estamos tratando de refutar esto, de miles de maneras pero, principalmente, haciendo películas que todo el mundo diría que son imposibles de hacer”.
El premio mayor del Bafici a Llinás también lo reconoce y sitúa como uno de los nombres más originales y talentosos del movimiento que se conoce como Nuevo Cine Argentino, que el festival porteño alentó desde su inicio, y que creció y se desarrolló en paralelo y connivencia con la muestra cinematográfica porteña, nacida hace 20 años..
La visión particular de Llinás que ya estaba presente en sus películas anteriores, asume en “La flor” su expresión máxima, con una asombrosa capacidad para indagar el lenguaje cinematográfico, desechando los efectos especiales y recurriendo, en algunos casos -como en los episodios quinto y sexto de “La flor”-, a las más primitivas formas de registro cinematográfico (el cine silente y la cámara oscura).
“La flor”, que se vio a lo largo de tres días consecutivos con funciones de más de cuatro horas, está compuesta por seis episodios independientes, muchos de los cuales a su vez presentan subtramas (el tercero sobre espías internacionales en la llanura pampeana está dividido en 10 capítulos), unidos entre sí por el protagonismo del colectivo teatral Piel de Lava (Elisa Carricajo, Valeria Correa, Pilar Gamboa y Laura Paredes), para y con quienes fue escrita la película y que recibieron el premio de Mejor Actuación Femenina del Bafici.
Además de esto, la película está unida por la presencia del director que narra en off o a cámara determinados pasajes o va explicando de qué se trata el filme o en qué lugar de su desarrollo se encuentra el espectador, su particular mirada del cine y una permanente exuberancia narrativa, matizada en los últimos capítulos, el humor, y el juego.
Este gigantesco tercer largometraje de Llinás vuelve sobre las formas del lenguaje cinematográfico de Hitchcock en sus dos primeros episodios: un filme clase B de fenómenos paranormales (el primero) y un melodrama sobre dos estrellitas de la canción (en el segundo), con un notabilísimo aporte y uso de la banda sonora, a cargo de Gabriel Chwojnik, que emula el trabajo de Bernard Herrmann con el director de “Psicosis”.
El tercer episodio es una historia internacional de espías -hablada en francés mayormente, pero también en inglés y ruso, e incluso un castellano con tonada colombiana- de cuatro horas que se desarrolla en innumerables capitales europeas pero con epicentro en la llanura argentina y con claro aliento borgeano.
El cuarto, recurre a otra forma narrativa borgeana para contar una historia sobre libros y cosas del pasado enlazadas al presente a través de un director de cine que quiere hacer una película fantástica sobre árboles, pero cuya trama se reordena a una serie de extraños acontecimientos, una investigación casi policial, la aparición de cuatro brujas y también, en un hospital psiquiátrico de un pueblo de la llanura bonaeresnse, del libertino, diplomático y escritor veneciano del siglo XVIII Giacomo Casanovas.
El quinto y sexto episodios (los más cortos) son notables. El quinto es una nueva versión, ambientada en la pampa argentina de la película de Jean Renoir “Un día en el campo”, basada a su vez en un relato de Guy de Mauppasant, en blanco y negro, absolutamente silente, sin música de fondo ni entretítulos; y el sexto es una historia de cautivas del siglo XIX registrado en su totalidad con una cámara oscura (el más antiguo mecanismo fotográfico).
 

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