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Cómo elegir harinas más saludables

Aunque no reportan grandes ventajas nutritivas, forman parte de la alimentación habitual. Algunas opciones son las de frutos secos.
Domingo, 22 de abril de 2018 15:25

Al hablar de harinas, se suele pensar en esa lluvia blanca proveniente del trigo y que invita a exquisitos placeres. “Lo cierto que es que no es un elemento requerido por el organismo. Menos aún, en las versiones refinadas (la más consumida es la de trigo), que resultan inflamatorias y no reportan beneficios nutricionales”, señaló Patricia Robiano, licenciada en Nutrición y coach holística de salud.
Robiano afirmó que nuestro aparato digestivo no está adaptado para las harinas. “No somos granívoros, sino frugívoros, esto significa que para conservar una salud adecuada seremos capaces de tolerar adecuadamente pequeñas cantidades de granos y más cantidad de frutas y vegetales”.
La profesional destacó que las harinas son un producto muy instalado culturalmente y que forma parte de la dieta habitual de la mayoría de las personas.
La mejor opción, entonces, es buscar las alternativas más convenientes e incluirlas en una proporción adecuada. ¿Cómo elegirlas?
“El primer punto es que cualquiera sea el grano o semilla de donde provengan siempre conviene que sean integrales. Esto significa que sea una molienda completa que incluya desde el germen (la parte interna) hasta la cáscara. Siendo así, toda harina que sea integral completa, es superior a cualquiera refinada, porque aportará fibras, fundamentales para la salud”, detalló Robiano.
Luego, entre las opciones que existen en el mercado, habrá que ver las variantes más convenientes. “La harina de arroz no contiene gluten y por eso, es una opción para los celíacos. El consejo: no es fácil de manipular y aporta almidones, que no tienen demasiado beneficio nutricional. Pero también hay otras más aconsejadas”.
La profesional seleccionó una serie de productos que pueden ser una alternativa para reemplazar la harina tradicional. En primer lugar están las harinas de legumbres, que pueden ser:
- De garbanzos. “Es una de las más utilizadas y una buena alternativa para reemplazar al huevo. Para ello, se deberá unir una cucharada de harina de garbanzos con tres cucharadas de agua. Además de servir para ligar ingredientes, aporta proteínas y minerales”, señaló la nutricionista.
- De soja. “Es que es muy fácil de manipular. Aunque, solo es recomendable consumir la de tipo orgánico, que se consigue en dietéticas”.
- De lentejas. “Es un poco más áspera para digerir. Por eso, es mejor realizar las preparaciones con los granos de lentejas”.
También están las harinas de pseudocereales, como las variedades de mijo, quinoa o amaranto. Al ser cereales chiquitos, permiten una mejor manipulación y hacer muchos más preparados, tanto dulces como salados.
La tercera opción son las harinas de frutos secos. La de almendras, por ejemplo, es muy utilizada en la repostería. “Para una mejor respuesta del cuerpo, lo mejor es optar por las más nutritivas y siempre en las versiones integrales. Pero, aún así, la recomendación es consumirlas en poca cantidad y en cambio, basar la alimentación en los alimentos para los que nuestro cuerpo fue diseñado: agua, frutas frescas, semillas y frutos secos, legumbres, algas, germinados y brotes y fermentados. Estos sí son alimentos funcionales y fundamentales”, afirmó.
Por último, la profesional destacó que si se decide consumir harina de trigo, conviene que sea integral.
 

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Al hablar de harinas, se suele pensar en esa lluvia blanca proveniente del trigo y que invita a exquisitos placeres. “Lo cierto que es que no es un elemento requerido por el organismo. Menos aún, en las versiones refinadas (la más consumida es la de trigo), que resultan inflamatorias y no reportan beneficios nutricionales”, señaló Patricia Robiano, licenciada en Nutrición y coach holística de salud.
Robiano afirmó que nuestro aparato digestivo no está adaptado para las harinas. “No somos granívoros, sino frugívoros, esto significa que para conservar una salud adecuada seremos capaces de tolerar adecuadamente pequeñas cantidades de granos y más cantidad de frutas y vegetales”.
La profesional destacó que las harinas son un producto muy instalado culturalmente y que forma parte de la dieta habitual de la mayoría de las personas.
La mejor opción, entonces, es buscar las alternativas más convenientes e incluirlas en una proporción adecuada. ¿Cómo elegirlas?
“El primer punto es que cualquiera sea el grano o semilla de donde provengan siempre conviene que sean integrales. Esto significa que sea una molienda completa que incluya desde el germen (la parte interna) hasta la cáscara. Siendo así, toda harina que sea integral completa, es superior a cualquiera refinada, porque aportará fibras, fundamentales para la salud”, detalló Robiano.
Luego, entre las opciones que existen en el mercado, habrá que ver las variantes más convenientes. “La harina de arroz no contiene gluten y por eso, es una opción para los celíacos. El consejo: no es fácil de manipular y aporta almidones, que no tienen demasiado beneficio nutricional. Pero también hay otras más aconsejadas”.
La profesional seleccionó una serie de productos que pueden ser una alternativa para reemplazar la harina tradicional. En primer lugar están las harinas de legumbres, que pueden ser:
- De garbanzos. “Es una de las más utilizadas y una buena alternativa para reemplazar al huevo. Para ello, se deberá unir una cucharada de harina de garbanzos con tres cucharadas de agua. Además de servir para ligar ingredientes, aporta proteínas y minerales”, señaló la nutricionista.
- De soja. “Es que es muy fácil de manipular. Aunque, solo es recomendable consumir la de tipo orgánico, que se consigue en dietéticas”.
- De lentejas. “Es un poco más áspera para digerir. Por eso, es mejor realizar las preparaciones con los granos de lentejas”.
También están las harinas de pseudocereales, como las variedades de mijo, quinoa o amaranto. Al ser cereales chiquitos, permiten una mejor manipulación y hacer muchos más preparados, tanto dulces como salados.
La tercera opción son las harinas de frutos secos. La de almendras, por ejemplo, es muy utilizada en la repostería. “Para una mejor respuesta del cuerpo, lo mejor es optar por las más nutritivas y siempre en las versiones integrales. Pero, aún así, la recomendación es consumirlas en poca cantidad y en cambio, basar la alimentación en los alimentos para los que nuestro cuerpo fue diseñado: agua, frutas frescas, semillas y frutos secos, legumbres, algas, germinados y brotes y fermentados. Estos sí son alimentos funcionales y fundamentales”, afirmó.
Por último, la profesional destacó que si se decide consumir harina de trigo, conviene que sea integral.
 

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