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Trabajadores, como ganado

Miércoles, 20 de junio de 2018 00:26

Las leyes argentinas son un verdadero poema; tan bonitas e inútiles como las rimas de Gustavo Adolfo Bécquer. El pasado miércoles esto se pudo comprobar una vez más, cuando se conoció la noticia de que un camión Ford 400 que transportaba en la caja a 39 trabajadores rurales volcó de manera espectacular, a pocos kilómetros del pueblo de San Agustín. 
Con esa prudencia que caracteriza a los medios salteños, cuando de poderosos finqueros se trata, ignoramos quien fue el responsable de lo que pudo constituirse en una tragedia de dimensiones apocalípticas. El responsable no sufrirá el escarnio público y, seguramente, ni siquiera le aplicarán una multa de tránsito. 
Solo en nuestro país -y particularmente en nuestra provincia- tenemos la magia de ser invisibles. Invisibilidad que se desprende de ese ocultamiento del culpable, pero también por el hecho de que el vehículo pudo transitar en una importante ruta provincial sin que controles de policía, Gendarmería, Comisión Nacional de Transportes, Ministerio de Trabajo, etc., hubieran advertido la notoria infracción. 
Hemos visto a estos mismos organismos detener vehículos de turismo y hacer volver a todos los turistas porque el chofer no tenía la libreta de trabajo o el guía estaba sin habilitación (situaciones que no ponen en riesgo la vida de nadie y que solo nos desacreditan ante los turistas). 
Sin embargo, situaciones como la de los trabajadores transportados como ganado las vemos todos los días en todas las rutas y caminos de la provincia, sin que -pareciera- las mismas autoridades se den por enteradas.

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Las leyes argentinas son un verdadero poema; tan bonitas e inútiles como las rimas de Gustavo Adolfo Bécquer. El pasado miércoles esto se pudo comprobar una vez más, cuando se conoció la noticia de que un camión Ford 400 que transportaba en la caja a 39 trabajadores rurales volcó de manera espectacular, a pocos kilómetros del pueblo de San Agustín. 
Con esa prudencia que caracteriza a los medios salteños, cuando de poderosos finqueros se trata, ignoramos quien fue el responsable de lo que pudo constituirse en una tragedia de dimensiones apocalípticas. El responsable no sufrirá el escarnio público y, seguramente, ni siquiera le aplicarán una multa de tránsito. 
Solo en nuestro país -y particularmente en nuestra provincia- tenemos la magia de ser invisibles. Invisibilidad que se desprende de ese ocultamiento del culpable, pero también por el hecho de que el vehículo pudo transitar en una importante ruta provincial sin que controles de policía, Gendarmería, Comisión Nacional de Transportes, Ministerio de Trabajo, etc., hubieran advertido la notoria infracción. 
Hemos visto a estos mismos organismos detener vehículos de turismo y hacer volver a todos los turistas porque el chofer no tenía la libreta de trabajo o el guía estaba sin habilitación (situaciones que no ponen en riesgo la vida de nadie y que solo nos desacreditan ante los turistas). 
Sin embargo, situaciones como la de los trabajadores transportados como ganado las vemos todos los días en todas las rutas y caminos de la provincia, sin que -pareciera- las mismas autoridades se den por enteradas.

Leyes abundan
Para esta situación no tenemos una ley, sino dos (sin contar el código penal): la ley nacional de tránsito (N° 24.449) y el régimen nacional de trabajo agrario (ley 26.727). Este último (que es el que nos interesa en esta columna de actualidad laboral) se encuentra reglamentado mediante el artículo 15 de la resolución N°11 de la Comisión Nacional de Trabajo Agrario (CNTA), del 2011, que textualmente dice: “Traslados. El empleador deberá proporcionar los medios de transporte necesarios, los cuales deberán reunir los requisitos de seguridad que determinen las normas vigentes. Los trabajadores rurales no podrán ser trasladados en camiones. Los vehículos a utilizarse deberán haber sido construidos con destino al transporte de personas. En caso de ser trasladados en vehículos de carga o en utilitarios, solamente podrán viajar en los lugares diseñados para el traslado de personas. La cantidad máxima de trabajadores que podrán viajar en cada vehículo estará determinada por la cantidad de asientos fijos provistos, sea cual fuere la distancia a recorrer”.

Legislación
Como se ve normas no nos faltan, lo que falta es quien las haga cumplir. La legislación quizá sea demasiado exigente en relación con la realidad de nuestro país, lo que sirve de excusa para que ni siquiera se cumpla con un mínimo razonable. Lo cierto es que no se puede tentar a los hados permanentemente. Lo ocurrido en las cercanías de San Agustín habrá tenido la protección de ese santo, pero los cuervos esperan su oportunidad.

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