¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

17°
26 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

La Selección es un reflejo del país

Domingo, 24 de junio de 2018 00:00

La tortuosa realidad de la Selección de Fútbol es un reflejo de la historia misma de la Argentina. Con un potencial extraordinario, tenemos la sensación de vivir de fracaso en fracaso. En el deporte, aquel patrimonio se manifiesta en la cotización de la casaca nacional dentro del negocio planetario del fútbol profesional. Pero esa vigencia no se refleja en triunfos y trofeos.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

La tortuosa realidad de la Selección de Fútbol es un reflejo de la historia misma de la Argentina. Con un potencial extraordinario, tenemos la sensación de vivir de fracaso en fracaso. En el deporte, aquel patrimonio se manifiesta en la cotización de la casaca nacional dentro del negocio planetario del fútbol profesional. Pero esa vigencia no se refleja en triunfos y trofeos.

Al mismo tiempo, somos una Nación que produce alimentos para abastecer a 400 millones de personas, diez veces la población del país; podríamos incluso duplicar esa producción. Sin embargo, sufrimos las consecuencias del déficit comercial, la falta de divisas, el atraso tecnológico, la baja inversión y los muy pobres indicadores de industrialización. En el país de los alimentos, más de la mitad de niños y adolescentes viven en la pobreza.

Ese paralelismo se refleja, asimismo, en la incapacidad del país para mirar inteligentemente nuestro pasado, que es nuestra experiencia histórica. Los doscientos años de vida independiente muestran luces y sombras, pero los grandes éxitos se alcanzaron cuando se impuso el respeto por la ley y la continuidad de las instituciones.

La escuela pública, gratuita, laica y obligatoria fue un paradigma de inclusión; formó parte de la construcción de un Estado y de una potencia agroexportadora que se insertó entre los grandes países del mundo. El abandono de los valores democráticos y republicanos y la pérdida del orgullo por nuestra historia nos llevó a la actual decadencia.

El fútbol es el deporte nacional por excelencia. Sin embargo, los únicos ciclos exitosos son aquellos en los que la AFA se manejó con criterios de largo plazo y dejó de lado las ocurrencias circunstanciales.

Entre 1975 y 1990, la Selección mayor de Fútbol jugó tres de las cuatro finales de copas del mundo, con dos campeonatos y un subcampeonato. Aumentó su predicamento internacional al ganar el juvenil de Japón en 1979. En ese período hubo dos directores técnicos: César Luis Menotti y Carlos Bilardo. Nunca más se logró una continuidad similar.

Las buenas experiencias abundan: la selección de hockey femenino y la de básquetbol masculino protagonizaron ciclos formidables, como también las divisiones inferiores de la AFA, hace más de una década. En esos logros, la claridad de objetivos y la continuidad fueron decisivos.

En los últimos años, en el fútbol profesional solo hemos acumulado frustración. Se señala ahora como culpable a Lionel Messi, se idealiza a Diego Maradona y se convierte al técnico Jorge Sampaoli en el enemigo público número uno.

Pocos se detienen a analizar que, desde la renuncia de José Peckerman, en 2006, la conducción técnica de la selección fue un verdadero tembladeral. Tan grave, que resulta inexplicable que entre 2014 y 2016 haya jugado tres finales, una del mundo y dos de Copa América.

La selección argentina mueve millones de dólares en cada presentación, pero es manejada desde la AFA sin responsabilidad institucional, sin sentido empresario y sin capacidad de evaluar el valor ético y simbólico del deporte.

La elección del actual presidente, Sergio Tapia, fue el resultado de un proceso con perfiles escandalosos, como aquella emblemática votación donde hubo un voto de más y por eso resultó nula. Entre 2014 y 2018 la Selección tuvo cuatro directores técnicos, cada uno con su estilo, y terminó clasificando con angustia para el actual torneo de Rusia. La AFA, a su vez, tras la muerte del histórico Julio Grondona, en 2014, vio sucederse en un mando errático a Luis Segura y Armando Pérez, hasta que fue elegido Tapia, en marzo de 2017.

El fútbol es solo un juego, pero con fuerte impacto simbólico y emocional. Vale comparar estos fracasos con los traspiés de nuestros gobiernos nacionales. Hoy, los argentinos estamos más desencantados con la democracia que con el fútbol.

La hiperinflación de fines de los '80, la hiperrecesión de fines de los '90 y el desconcierto de los últimos siete años en materia económica, son el correlato de contradicciones históricas, cambios de rumbos con giros de 180 grados, tentaciones mesiánicas y antagonismos que han derivado hoy en una grieta social y cultural, y en una sensación colecti va de impotencia que puede llevar nos al peor de los destinos.

 

Temas de la nota

PUBLICIDAD