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Más que un debate, spots de campaña

Lunes, 14 de octubre de 2019 01:10

Pasó el primer round. El debate entre los seis candidatos presidenciales tuvo dos protagonistas excluyentes, el presidente Mauricio Macri y el exjefe de Gabinete de Néstor y Cristina Kirchner, Alberto Fernández. Era lo previsible, dado que desde el 11 de agosto el país funciona sobre la certeza de que Fernández será el próximo presidente. Sin embargo, sí resultó inesperado que el amplio ganador de las PASO se aferrara tanto a la necesidad de atacar, descalificar y tratar de mentiroso al Presidente. A dos semanas de las elecciones generales era imprescindible que, en lugar de pelear por ganar votos, hablara sobre los lineamientos concretos de su hipotético gobierno. Y eso no ocurrió. El tono militante de Alberto Fernández transmitió su voluntad de poder, pero no el diseño de las soluciones que promete.

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Pasó el primer round. El debate entre los seis candidatos presidenciales tuvo dos protagonistas excluyentes, el presidente Mauricio Macri y el exjefe de Gabinete de Néstor y Cristina Kirchner, Alberto Fernández. Era lo previsible, dado que desde el 11 de agosto el país funciona sobre la certeza de que Fernández será el próximo presidente. Sin embargo, sí resultó inesperado que el amplio ganador de las PASO se aferrara tanto a la necesidad de atacar, descalificar y tratar de mentiroso al Presidente. A dos semanas de las elecciones generales era imprescindible que, en lugar de pelear por ganar votos, hablara sobre los lineamientos concretos de su hipotético gobierno. Y eso no ocurrió. El tono militante de Alberto Fernández transmitió su voluntad de poder, pero no el diseño de las soluciones que promete.

Enfrente, Macri pareció evitar el “combate cuerpo a cuerpo”, respondió pocos ataques e insistió en hablar del futuro. Dos puntos a favor del Presidente podrían apuntarse, uno, cuando le pidió a su principal adversario que definiera si Venezuela es o no una dictadura, y Fernández eludió la respuesta. La otra, en la última intervención, cuando advirtió que “vuelve el dedito acusador, vuelve el atril; el kirchnerismo no ha cambiado, es el de siempre”. Fernández solo atinó a responder con un pedido de confianza dirigido “a todos y a todas” que recordó, en alguna medida al histórico “síganme, no los voy a defraudar”.

En el medio, la ofensiva estuvo a cargo del candidato del Frente de Todos que utilizó un lenguaje de campaña para referirse a la crítica situación económica y social, atribuyendo toda la responsabilidad en el actual presidente, con más virulencia que argumentos.

Es difícil opinar quién ganó y quién perdió de los dos. La vulnerabilidad de Macri es clara y el debate no logró mejorar su imagen. Tampoco parece probable que alguien haya decidido su voto a favor de Fernández tras su intervención de anoche en el Paraninfo de la Universidad de Santa Fe.

Hay algo que no debería pasar desapercibido. En el debate se plantearon cuestiones muy graves, profundas y estructurales, la pobreza, el empleo, la salud, la educación y el régimen previsional. Pero todo quedó en alegatos emocionales. La situación de los jubilados, por ejemplo, no es un “problema de nuestros abuelos” sino un déficit profundo de la economía y del Estado; es decir, es un tema que requiere analizar la realidad con lupa. Porque la crisis del régimen previsional ya lleva medio siglo. Las cifras que se tiraron ambos en cada una de las cuestiones sociales obligarían a cualquier candidato, pero especialmente a quienes ya tienen trayectoria como Macri y Fernández, a un debate minucioso, con razones y sin chicanas.

Quedó en claro que si Macri ganara, el país seguiría por el mismo camino. Y si ganara Fernández, privilegiaría el consumo interno, repartiría plata y trataría de volver a un sistema de subsidios. Ninguno de los dos dijo cómo lo haría. Porque la crisis no resuelta ya lleva 18 años, y la recesión y el cepo empezaron a la semana siguiente del triunfo de Cristina, con el 54% de los votos, en 2011. Los dos deberían dar explicaciones más fundamentadas.

Fernández amenazó a Macri con investigar negocios por 30.000 millones de dólares con dinero del Banco Central. Macri, por algún motivo no contraatacó recordando a su interlocutor que él es el abogado de Cristóbal López y que su compañera de fórmula tiene un historial que le resta autoridad en esta materia.

De todos modos, un balance es posible. La presencia de Roberto Lavagna, José Luis Espert, Juan José Gómez Centurión y Nicolás del Caño solo aportó enunciados. Un debate entre tantos candidatos se convierte en un compacto de eslóganes de campaña.

Es muy valioso que los problemas del país se pongan sobre la mesa, pero sería bueno que en el futuro se utilice un mecanismo que permita profundizar sobre las cuestiones más importantes, con menos diatriba y más argumentos.
 

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