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“La política de cupo sirve para mostrar lo que es posible y acelerar un proceso de cambio” 

Entrevista a Vanesa Gottifredi, doctora en biología humana.
Domingo, 06 de octubre de 2019 00:15

Vanesa Gottifredi tiene 49 años. Pasó una parte importante de su vida en Salta y se recibió de licenciada en Química en la UNSa, universidad de la que su padre es un recordado rector. Esta semana su nombre estuvo en los medios de todo el país porque ganó el premio nacional L’oreal- Unesco “Por las mujeres en la ciencia”.

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Vanesa Gottifredi tiene 49 años. Pasó una parte importante de su vida en Salta y se recibió de licenciada en Química en la UNSa, universidad de la que su padre es un recordado rector. Esta semana su nombre estuvo en los medios de todo el país porque ganó el premio nacional L’oreal- Unesco “Por las mujeres en la ciencia”.

Fue galardonada por su proyecto “Identificación de nuevos fármacos utilizables en el diseño de tratamientos de precisión para el cáncer de mama y ovario: validación funcional y revelación del mecanismo de acción”.

Es jefa del Laboratorio de Ciclo Celular y Estabilidad Genómica de la Fundación Instituto Leloir e investigadora principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). Estudia por qué una célula se vuelve cancerosa y cómo funciona la quimioterapia, con la esperanza de lograr que esta terapia sea más precisa y, eventualmente, pueda ser reemplazada por una mejor opción.

Desde hace casi de 30 años ha explorado distintos aspectos del cáncer. Obtuvo un doctorado en Biología humana en 1998 en la Universidad de Roma, La Sapienza. Realizó su formación posdoctoral en el Departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad de Columbia, NY, USA. Actualmente vive en Buenos Aires.

En diálogo con El Tribuno, la científica contó cómo llegó a Salta cuando tenía dos años y recordó su etapa en la UNSa. También aportó su visión sobre las posibilidades de formación e investigación en la provincia para las mujeres.

¿Cómo fue que llegó a la ciudad de Salta?
Nací en Buenos Aires, Lomas de Zamora, pero me fui a Salta a los dos años porque mi papá era investigador del Conicet y decidió irse a la sede de la Universidad de Salta para tratar de crear un instituto de investigación y hacer crecer la universidad. Mi papá fue rector. Se llama Juan Carlos Gottifredi y es químico. Trabajaba en termodinámica y mecánica de fluidos. Mi mamá también fue docente de la UNSa. Trabajaba en ciencias de la educación, en planeamiento. En esa época vivíamos en Tres Cerritos, en la calle Los Almendros. 

¿En que instituciones cursó sus estudios?
Mi primaria fue en la escuela Normal de Salta y mi secundaria en el colegio Belgrano. Después estudié la Licenciatura en Química en la UNSa. 

¿Que la llevó a elegir la carrera de química?
Yo supongo que es Edipo puro (risas). Iba a los laboratorios. Me gustaba. Me divertía. De hecho, después no me dediqué a la química sino a la biología. Luego de recibirme de química empecé un doctorado en biología. Fui cambiando un poco los deseos de qué investigar. No dejé de querer investigar, eso siempre estuvo.

¿Como recuerda su paso por la UNSa?
A mí la UNSa lo que me enseñó, creo, no es más ni menos que aprender a leer, interpretar, criticar y formar mi propia opinión de lo que leo. Creo que eso es invaluable desde el punto de vista de lo que los docentes pueden aportar. Esa capacidad crítica después me llevó por la vida que desarrollé en esta carrera.

¿Que ocurrió luego?
Viví en Salta hasta que cumplí 22 años. Luego estuve unos meses en Buenos Aires y después me fui a hacer un doctorado a Roma, Italia, donde permanecí seis años. Posteriormente viví en Nueva York, hasta que tuve 32 años. Allí hice el posdoctorado. Me dediqué a la investigación. Cuando yo volví de Estados Unidos a Buenos Aires mis padres estaban cerca de jubilarse y cuando lo hicieron vinieron a vivir a Buenos Aires de manera definitiva. Yo estoy casada con Pablo Bianchi desde 2007 y tenemos una hija de 10 años. 
Mi hermano también trabaja en Buenos Aires. Él tomó otra vía, también trabaja en universidad pero en la Dirección de Títulos. Él es director de títulos de la UBA. Se llama Leonardo Gottifredi. 

¿Suele visitar Salta ?
La verdad que poco porque me fui 11 años afuera y después volví a Buenos Aires y los vínculos se fueron aflojando porque la verdad que yo soy muy mala para mantener contactos a distancia, de todo tipo, pero, por ejemplo, mis padres se vinieron a vivir acá a Buenos Aires. Mi hermano también vive aquí, entonces mis contactos son sobre todo con los amigos de mi padre de ese momento, aunque guardo un excelente recuerdo de mis compañeros y por ahí me escriben. Otra cosa es que no uso redes. Me agarra como que no quiero estar tan en contacto. No quiero usar ese tiempo, entonces tampoco tengo redes ni manejo ese contacto. 

¿Por qué no le gustan las redes sociales?
Porque con el exceso de trabajo que uno tiene con esta profesión siempre está eligiendo qué va a hacer y las redes llevan tiempo. Tienen que ser bien utilizadas si las va a tener y la verdad que nunca me pareció que quisiera hacer esa inversión, que tal vez sea equivocado pero nunca la hice.

¿Cómo ve las posibilidades de formación e investigación en Salta para las mujeres?
Todo lugar tiene sus ventajas y desventajas. Creo que las desventajas más grandes están asociadas también a que es más difícil hacer investigación en Salta. Necesitás una afluencia de material que ya en Buenos Aires es difícil. Viene del exterior en general y en Salta eso se complica muchísimo más. Entonces eso es algo que va en contra de desarrollarse. Por el otro lado, veo que se desarrollan muy buenas carreras en Salta. O sea que yo no tengo la experiencia pero, de alguna manera, superan las barreras.
Además, calculo que la vida familiar es tan fuerte en Salta... Están las abuelas cerca, que tienen en general personas en la casa que ayudan. Entonces eso puede ayudar a la mujer. Puramente no la ayuda la conciencia social de la mujer que hay en Salta. 
En Salta la mujer tiene que ser primero madre, después profesional y eso seguramente crea una presión en el imaginario de la mujer que no la deja verse como líder. Entonces son cosas que hay que atacar. Yo creo que Salta tiene una mentalidad más patriarcal que Buenos Aires.
Lo que siente la mujer es que le dicen: “¡Excelente!, superlativa madre, superlativa investigadora, superlativa en su profesión, superlativa como hija, superlativa, superlativa, superlativa”... Y esa presión te hace decir: “Bueno, ¿para que yo hago tantas cosas?”. Eso en Salta está aún más presente que en Buenos Aires me animaría a decir, pero la verdad es que hace un montón que no vivo en Salta, así que no tengo una figura muy actual.

¿Como surgió su interés por investigar el cáncer? 
Creo que hay un componente aleatorio, que es la suerte, que te va llevando. Elegís entre las cosas que conocés, por eso es que es tan importante exponer mujeres líderes, porque las mujeres nunca van a elegir ser líderes. No ven mujeres líderes. Esa es la realidad de la política de cupo, no es para favorecer a la que se introduce dentro de un programa por una política de cupo sino para mostrar a las generaciones nuevas que eso es posible, para catalizar, para acelerar un proceso de cambio. Si vuelvo a por qué elegí esto... Me expuse a ciertas preguntas y dentro de ese abanico de preguntas, que no eran todas las existentes, terminé eligiendo esto.
Si algunos animales tienen alas, otros cuatro patas o un cerebro evolucionado es por la evolución. Esos son cambios en el ADN. El cáncer es exactamente lo mismo. Son cambios en el ADN que vuelven una célula egoísta desde el punto de vista social. No le interesa más el organismo, entonces se divide, se divide y se divide. Entonces, el hecho de poder manipular y encontrar esa diferencia y usarla en su contra es algo que a mi me fascina como desafío biológico.

¿Como se sintió al recibir este premio?
Me sentí muy bien como una especie de abanderada de representantes, de muchísimas mujeres que creen que la mujer tiene derecho a realizarse en varios aspectos de su vida. Me gustan las iniciativas como estas porque cada vez hay más mujeres presentándose a premios. Se eligieron seis galardonadas, dos premios y cuatro menciones, pero había 200 mujeres que se creían acreedoras de eso y se definen como líderes. Yo no creo que la mujer tiene que ser líder solamente para cumplir con un grupo social, que para mí eso también es importante. 
Las mujeres tienen tanto derecho a ser integradas dentro de roles equitativos como los hombres. Eso es importante pero aparte hay otra cosa más relevante, que es que cuando en una mesa de discusión donde se toman decisiones, se sientan actores que piensan distinto. La decisión es más sabia. Si sentamos en la mesa a más mujeres vamos a tener decisiones tomadas bajo más perspectivas sobre el problema. 

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