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Una etapa nueva que exige cambiar el chip

Martes, 10 de diciembre de 2019 00:00

Hoy comienza una nueva etapa en Salta. La frase podría ser casi un eslogan que acompaña a cada cambio de gobierno, pero basta mirar con atención lo que ocurre en el mundo y en el país para percibir que, cada vez más, la política y la gente van por caminos separados. Salta necesita "cambiar el chip". Todo va a ser mejor si los que asumen hoy piensan en lo que hay que hacer para gobernar bien y se olvidan, por tres años y medio al menos, de la próxima elección.

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Hoy comienza una nueva etapa en Salta. La frase podría ser casi un eslogan que acompaña a cada cambio de gobierno, pero basta mirar con atención lo que ocurre en el mundo y en el país para percibir que, cada vez más, la política y la gente van por caminos separados. Salta necesita "cambiar el chip". Todo va a ser mejor si los que asumen hoy piensan en lo que hay que hacer para gobernar bien y se olvidan, por tres años y medio al menos, de la próxima elección.

"Tenemos que resolver los problemas de la gente", una frase que no dice nada y que sirve para sortear preguntas complicadas. Pero no solo los lugares comunes suelen llevar a callejones sin salida. Las estrategias de los gurúes y asesores de imagen siempre se quedan en la apariencia y el impacto. Ni la tecnología de Jaime Duran Barba, en el macrismo, ni los shows de Javier Grosman, con el cristinismo, resolvieron los "problemas de la gente", que en realidad no son otra cosa que las consecuencias de un Estado deficitario, una economía improductiva y una sociedad con expectativas sistemáticamente frustradas.

Si las nuevas autoridades, de la provincia y de cada uno de los sesenta municipios dan ese paso decisivo, Salta podría retomar el sendero del desarrollo humano.

Es casi un supuesto admitido por todos que la provincia afronta problemas sociales de fondo, con indicadores de degradación del empleo incompatibles con el Estado de Derecho y con niveles de pobreza, deserción escolar, maternidad adolescente, violencia de género y femicidios, adicciones y patoterismo que hablan de una violencia social insostenible y que requiere una renovación profunda de la mirada política.

La sociedad entera vive una etapa de transformación que desborda a los gobernantes. El avance de la mujer y las exigencias de que se consagren y observen derechos de género representan mucho más que las declaraciones aisladas de algunas dirigentes y de las manifestaciones provocativas de grupos de activistas: hay un planteo profundo, a veces revulsivo, que requiere pensar las políticas con nuevos criterios. Esta metamorfosis cultural genera conflictos y rechazos, y exige a quienes gobiernan y legislan que lo hagan con apertura mental y responsabilidad intelectual.

La escuela, asimismo, no puede seguir estancada por conflictos gremiales. No solo porque cada día de paro es destructivo para los alumnos -contrariamente a lo dicen algunos huelguistas-, sino porque la preocupación debe estar puesta en la construcción de una educación pública absolutamente inclusiva, equitativa, sin dogmatismos ideológicos, políticos ni religiosos, y orientada a la formación de los jóvenes para desempeñarse en la sociedad del conocimiento, regida por la inteligencia artificial. Por supuesto que esa escuela, inserta en una sociedad fracturada, es una escuela para personas que requieren, sin dilaciones, la Educación Sexual Integral, brindada con la sabiduría de la mayoría de los docentes. Es decir, una escuela que eduque para conocerse cada cual a sí mismo, vivir de acuerdo con los valores humanos y crecer en el respeto hacia los demás, con tolerancia y sin fobias. Una sociedad que construya el hábito de no discriminar por razones étnicas, religiosas, de posición social o de género.

Y Salta necesita, además, avanzar hacia la autodeterminación económica. Una provincia que recibe el 4% de coparticipación, tiene el 3% de la población nacional y aporta apenas el 1,5% del PBI está predeterminada al clientelismo, al sobreempleo estatal y a la pobreza. El campo, el turismo y la minería ofrecen posibilidades concretas para recuperar recursos.

Hoy inicia su gestión una dirigencia nueva. Es previsible que le tocará sobrellevar momentos muy difíciles, porque el país no logra superar todavía la crisis de 2001. También es necesario destacar que Gustavo Sáenz, Bettina Romero y la mayoría de los intendentes y legisladores arrancan con un crédito abierto, es decir, con un ancho camino por delante.

 

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