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Pasión por las banquinas

Martes, 31 de diciembre de 2019 00:00
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El "pido" de nuestra niñez. Cuando éramos "changos", jugábamos a diversos juegos infantiles en las calles que -en la periferia de la ciudad- eran poco transitadas entonces, y el elemento salvador para quienes debíamos ser "capturados" acorde con los juegos, era nuestro "pido", consistente en algún árbol u objeto claramente identificable, al amparo del cual nos cobijábamos brindándonos impunidad momentánea. De manera similar, el "pido" de los barcos es el puerto, al igual que el aeropuerto lo es de los aviones o el parque cerrado de las carreras de automóviles. Sin embargo, es claro que si bien estos "pidos" protegen a los niños, barcos, aviones o autos, no es menos cierto que ninguno de ellos está pensado para permanecer en los "pidos", o las economías en las "banquinas", como el autor de estas columnas ha destacado en otras oportunidades, porque la idea es que el mejor desempeño se consigue con el movimiento y no con el inmovilismo, a la vez que la impunidad es, por su propia naturaleza, tramposa, porque por definición no puede ser universal. La emergencia económica, al menos en la Argentina, funciona también como un "pido", en este caso para el estado, pero con algunas características un poco diferentes.

En efecto, en el caso de los barcos o los aviones, por ejemplo, el "pido" es no sólo reparador, sino también estrictamente necesario porque estos medios de transporte y carga no pueden permanecer indefinidamente en el medio por el que se desplazan y tampoco tiene sentido que lo hagan: los pasajeros y la carga deben llegar a "buen puerto". En el caso del estado, el "pido", que es el estado de excepción, funciona en efecto como un resguardo en tanto le confiere impunidad, pero con una importante diferencia que no se da en los ejemplos precedentes, porque el estado, si bien se protege a través del estado de excepción, no pierde "capacidad ofensiva" sino todo lo contrario: está protegido de juicios y reclamos, pero se nutre de recursos para "atacar" con más impuestos y quitas a conquistas previas de la sociedad. En varias notas anteriores, el autor ha destacado que el gobierno que completó su mandato el 10 de diciembre tenía un diagnóstico equivocado con respecto a la inflación, considerando que éste es el principal problema de la economía argentina. En efecto, el gobierno anterior focalizó en el déficit fiscal la causa excluyente de la inflación y llevó adelante un importante esfuerzo para reducirlo, lo que efectivamente consiguió en buena medida, pese a lo cual la inflación no sólo no se dio por enterada sino que duplicó la tasa que heredó ese gobierno al asumir el 10 de Diciembre de 2015. Desde estas líneas se planteó también que ese enfoque unilateral de la inflación llevaba a la Argentina a transitar por una "banquina", consistente precisamente en una visión unilateral de los problemas de la economía, "banquina" que, como tal, no permite avanzar y, por el contrario, es paralizante, como efectivamente se dio al contraerse el PBI y elevarse la tasa de inflación. Al mismo tiempo, se destacaba que ese enfoque unilateral lograba como único resultado el revalidar otro enfoque paralizante de nuestro desempeño económico, cual es el populismo la otra "banquina". Como es evidente, estos "pronósticos" efectiva y lamentablemente se cumplieron y el gobierno actual, exponente de "la otra banquina" acaba de conseguir la aprobación de un nuevo "estado de emergencia" y van- para blindar al estado y otorgarle impunidad para "defenderse" de reclamos, conformando un "estado de ulilateralidad" porque el blindaje de reclamos no le impide libertad de acción para sus "ataques", esto es, aumentar aún más la agobiante masa de impuestos y vulnerar sectores con incapacidad de defensa, más allá del "blindaje" para el estado mencionado, porque los jubilados a quienes se les quita un importante logro cual es el de poder corregir los desfasajes inflacionarios, están obviamente inhibidos de reacciones frente a la conculcación de sus derechos, ya que no pueden hacer huelgas y tampoco es imaginable "movilizaciones" de personas, muchas de las cuales son enfermos o cuya edad no condice con protestas, ".piquetes" u otras manifestaciones propias de "activos" (y activistas).

La tela para cortar

Sin duda, siempre hay "tela para cortar", y en el caso del gigantesco gasto público, una medida oportuna y necesaria, además de practicar una austeridad republicana ejemplar suprimiendo gastos reservados y otros prescindibles, es llevar adelante un congelamiento del gasto en términos reales, consistente en suspender la incorporación de nuevos agentes y concursando los puestos clave del gobierno, sin clientelismo ni amiguismos, seleccionando el personal más capacitado mediante concursos sin necesidad de practicar despidos, pero suprimiendo los “ñoquis”. Otra iniciativa vendría de la mano de un combate eficaz contra la inflación, practicando una apertura razonable de la economía, reduciendo aranceles y eliminando las prohibiciones a la importación, a la vez que se alienta la exportación, dando marcha atrás con el incremento de las retenciones y continuando la sana política del gobierno anterior en relación con la mejora de la logística, con más y mejores vías férreas, a lo que debería agregarse una importante inversión en hidrovías y puertos, todo lo cual puede hacerse con inversión privada inteligentemente pensada para que el gasto no recaiga sobre las exhaustas arcas del estado. No debe olvidarse que el partido gobernante se asocia con el origen de la inflación en la Argentina en los cuarenta del siglo pasado, así como de la concentración industrial en pocos kilómetros cuadrados de nuestro inmenso territorio, industria ultraprotegida que favorece justamente la inflación al poder “cazar en el zoológico” ya que ante la inexistencia de competencia puede también impunemente- elevar precios y trasladar costos sin más límite que la demanda que, subas de salarios mediante gracias a la también concentrada organización sindical, se repone para permitir una nueva ronda remarcatoria y así hasta el infinito o sea, las hiperinflaciones. Sin duda, el enorme desafío de los argentinos es conformar un escenario por afuera de las banquinas que proponen, por una parte, el populismo que nuevamente impera, y los diseños de la ortodoxia por la otra, banquinas que, aunque aparentemente opuestas, tienen en común su error de diagnóstico respecto a los problemas de nuestra economía y nos perpetúan en el inmovilismo que las impunidades -que se crean para supuestamente superar estos problemas- no hacen sino perpetuar los graves problemas económicos, alejándonos cada vez más de la mayor parte de América Latina y otros     países del mundo que continúan avanzando “por la vía principal”.

 

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