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La seriedad ¿es una quimera?

La inflación, el gasto sin límite y la deuda son traumas históricos y todas las recetas fallaron. La clase política tropieza siempre con la misma piedra.
Jueves, 14 de febrero de 2019 21:58

Ya se ha iniciado nuevamente el período preelectoral, donde se elige nada menos que un presidente, su vice, gobernadores, legisladores nacionales y provinciales, intendentes y concejales.

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Ya se ha iniciado nuevamente el período preelectoral, donde se elige nada menos que un presidente, su vice, gobernadores, legisladores nacionales y provinciales, intendentes y concejales.

El objetivo de esta nota es recordar las propuestas y promesas realizadas por los candidatos a presidente en la última elección. Ni Mauricio Macri ni Daniel Scioli tenían programado realizar grandes cambios en lo que se refiere a la política económica; es más, diría que subestimaron la verdadera situación por la que atravesaba nuestra macroeconomía.

Macri, en campaña y después como presidente, pensó que bajar la inflación iba a ser fácil; también, que al reemplazar a un gobierno populista y corrupto iban a llover las inversiones y que el famoso viento de cola, llámese precio de los commodities y tasas de interés bajas que acompañaron a la gestión anterior, iba a continuar, pero no fue así.

El trauma eterno

Con respecto a la inflación, sabemos que tampoco es un problema de esta gestión, que la aumentó; el Banco Central, encargado de preservar el valor de nuestra moneda observamos que desde su creación allá por 1935, el promedio de inflación fue del 55% anual y a nuestra moneda nacional desde su emisión se le quitaron 13 ceros. Saque usted sus propias conclusiones estimado lector. Un peso de hoy es igual a 10.000.000.000.000 pesos moneda nacional de 1969.

Anécdota: los conservadores fueron los ideólogos que defendieron la creación de este banco y los que se opusieron fueron los socialistas de la época, expresando que el Gobierno argentino iba a convertir al Central en una fuente de financiamiento que perjudicaría a los trabajadores, que se verían asaltados constantemente por la inflación. Sería interesante saber si siguen pensando de igual manera.

La inflación siempre en la historia que se asocia al BCRA ha terminado mal, pudiendo resumir algunos hechos significativos que marcaron los acontecimientos y medidas adoptadas en estos últimos años Ya que fueron traumáticos no solo para los ahorristas inversores sino también para el resto de la economía, observamos sucintamente los hechos más relevantes.

La última hiperinflación terminó con el gobierno del Dr. Raúl Alfonsín y la asunción prematura del Dr. Carlos Menen, quien para combatirla implemento la tan mentada convertibilidad,cuyo peso nacional equivalía a un dólar y teóricamente no había posibilidades de emitir moneda discrecionalmente, durante un tiempo no hubo inflación, pero por la mala conducta de gastar más de lo que se recaudaba se terminó con este modelo que duro 10 años y ocho meses.

Posteriormente, durante la crisis del 2001 y con la implementación de medidas como el tristemente célebre “corralito”, que implementó severas restricciones para el retiro de efectivo de los bancos y la utilización de tarjetas de débito o crédito, implosionó el gobierno. Primero, la renuncia de Domingo Cavallo como ministro.

Y, posteriormente, en medio de una fuerte protesta social, sumando el descontento de la clase media, estalló lo que se conoció como el “cacerolazo”, provocando la renuncia del presidente Fernando de la Rúa. Posteriormente, el fugaz Adolfo Rodríguez Saá, ejerciendo provisoriamente la Presidencia para reemplazar a De la Rúa hasta que asumiera un nuevo presidente, declaró el default de la deuda externa ante la Asamblea Parlamentaria, que se llenó de emoción y los aplausos de sus asistentes, que pensaron que se terminaba la política de dar prioridad a la deuda externa sobre la deuda interna de carácter social. El descontento de la clase media de Buenos Aires y el poco apoyo del peronismo y de muchos gobernadores terminó a los pocos dias con su efímero mandato.
La Asamblea Legislativa nuevamente eligió presidente; esta vez fue Eduardo Duhalde, para completar el mandato trunco de De la Rúa. El caudillo bonaerense llegó prometiendo restaurar la economía de producción y no “rentística financiera”, como había definido a la convertibilidad, e inició la

instauración de un proyecto político definido con medidas como la que dejo flotar libremente el tipo de cambio (al salir de la convertibilidad) provocando una devaluación cercana al 300% y la consecuente caída de sueldos y salarios reales, puntos de apoyo del consumo y la producción.

En febrero de 2002 empezó a regir el decreto Nº 212/2002, llamado de “Reordenamiento del sistema financiero”, más conocido como el decreto de la pesificación, que tuvo por objeto transformar a pesos (moneda nacional) todas la obligaciones, de cualquier causa y origen, y también los depósitos que estuvieran expresados en dólares estadounidenses u otras monedas extranjeras.

Posteriormente comenzó una etapa de reactivación y crecimiento que duro muy poco tiempo, para terminar en lo que tanto nos preocupa actualmente

No aprendemos

La inflación y los problemas fiscales para cubrir el exceso de gastos de los gobiernos fueron las principales causas de crisis periódicas que padecimos los argentinos, ya que impidieron crecer, generando un alto costo político y social.

Pero la clase política sigue sin aprender.

Hoy las altas tasas de interés, aumento de la pobreza, desocupación, cierres de empresas, gran presión tributaria, economía informal, entre otras consecuencias, se deben en gran medida a haber subestimado la inflación y sus consecuencias.

El Gobierno, para bajar la inflación, apostó a disminuir la cantidad de dinero en circulación en plazos fijos y títulos públicos (base monetaria) pagando altísimos intereses que representan grandes pérdidas anuales, evitando de esa manera que pasen a dólares toda la cantidad de dinero emitido en pesos argentinos, previendo una corrida bancaria.

El desafío para la economía será dar un cambio de 180 grados para generar confianza entre los ahorristas, inversores, disminuir la presión tributaria y las tasas de interés, que se mantengan las reglas de juego con seguridad jurídica, la opción sea “generar emprendimientos productivos en vez de apostar a la especulación financiera”, será todo un desafío para el nuevo gobierno, ya que la historia no nos favorece.
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