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Terrenos baldíos siguen sin limpiarse y son zona de peligro

Los vecinos de los barrios Parque La Vega y Santa Ana II advierten que se requieren obras más duraderas.
Jueves, 07 de febrero de 2019 02:09

Cortes de pasto nunca realizados, multas que no avanzan, acciones legales que quedan truncas, obras de iluminación y utilización de los espacios abandonados que no se concretan siguen siendo algunos de los males que aqueja a la gente que vive en la zona sur.

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Cortes de pasto nunca realizados, multas que no avanzan, acciones legales que quedan truncas, obras de iluminación y utilización de los espacios abandonados que no se concretan siguen siendo algunos de los males que aqueja a la gente que vive en la zona sur.

Los vecinos de los barrios Parque La Vega y Santa Ana II advierten sobre el peligro que representan algunos espacios abandonados y utilizados, en algunos casos, para el depósito de residuos y restos de obras.

En el caso del camino posterior a Parque La Vega que comunica el barrio Calixto Gauna con la avenida Gaucho Méndez, el pasado 27 de junio del año pasado en trabajo conjunto entre la Municipalidad y la Provincia se concretó la limpieza del sector que llevó tres semanas.

En aquel momento el predio, que se extiende a lo largo de 350 metros lineales y cuenta con un ancho de entre 80 y 100 metros, fue el escenario de un operativo de saneamiento que realizó la Municipalidad junto a la Dirección de Vialidad Provincial mediante el uso de palas cargadoras y una topadora.

"Estos trabajos tienen como objetivo recuperar el predio para uso institucional y principalmente para brindar mayor seguridad a los vecinos de la ciudad que circulan peatonalmente y con vehículos por el camino que conecta ruta 21 y ruta 26", explicó en aquel momento Gastón Galíndez, secretario de Ambiente.

Los trabajos contemplaron el retiro de microbasurales generados a lo largo de 350 metros de extensión del predio; corte del pasto cubano y acondicionamiento del lugar que tendrá un uso institucional.

En aquel momento acompañó la supervisión de los trabajos de limpieza y acondicionamiento, el coordinador de regularización dominial y bienes del Ministerio de Infraestructura del Gobierno provincial, Fernando Martinis.

Por entonces, se habló del utilizar el predio para el desarrollo de espacios de recreación y la continuidad de las obras de circulación de la zona.

A siete meses de haberse limpiado el predio y ante la falta de presencia del Estado, con obras en la zona, todo volvió a ser lo mismo. El pasto cubano volvió a crecer y los restos de obra volvieron a verse, primero con algunas cajas con escombros y en los últimos días volvieron las cubiertas viejas, heladeras y hasta un par de inodoros rotos.

Pastos altos, sinónimo de basural

Ana Coronel vive en la zona desde hace varios años. "Soy vecina de barrio San Remo hace 42 años. Antes en la zona solo eran los barrios San Remo y Pablo Saravia. No existían el súper de la rotonda ni el resto de los barrios de esta zona. Y si bien era todo campo, no teníamos los basurales que existen ahora", recordó la mujer que supera los 70 y vivió el crecimiento de este sector.

Matilde Antonietti, también es residente de San Remo, afirma que cuentan con el servicio de recolección de residuos, pero lo mismo, muchos vecinos y otros que trabajan recolectando restos de obra y de poda, utilizan el camino posterior a barrio Parque La Vega como un vertedero.

En un recorrido por la zona, El Tribuno pudo constatar que se trata de una vía de comunicación concurrida, donde los pastizales en algunas áreas ya superan los 3 metros de altura.

El crecimiento del denominado pasto cubano cubrió el campo y no deja espacio para ver entre las hojas. Sobre los laterales del camino también puede verse la basura, lo mismo que sobre la ruta denominada Camino a San Agustín o avenida Gaucho Méndez donde las montañas de restos de obras volvieron a cubrir un terreno que tiene el cartel de venta.

Además de ser un espacio propicio para la proliferación de alimañas y roedores, los vecinos recordaron que en noviembre de 2016 encontraron el cuerpo de un joven.

Santa Ana II, sin veredas

Sobre la avenida Catedral Basílica que comunica la avenida Roberto Romero con los barrios Santa Ana II y III, los vecinos no cuentan con una caminería que les permita ser peatones. Una vez que los peatones cruzan el puente sobre la avenida Roberto Romero y Catedral no cuentan con veredas, ya que de ambos lados de la calles los dueños de los terrenos no se encargan de cortar el pasto. Sobre el campo que colinda con barrio Juan Pablo II, el dueño de las cuatro hectáreas que se ubica frente a un club deportivo mantiene el pasto corto, pero del alambrado para adentro. El sector de la vereda no se corta.

A 200 metros del puente se ubica una parada de colectivos. Allí, el campo muestra un total abandono, incluso no está cerrado, los vecinos crearon por el uso sendas por las que acortan su recorrido pero ponen en riesgo su seguridad.

En esta zona los vecinos denunciaron en 2018 el hallazgo de una joven que había sido abandonada cuando sus atacantes sexuales la creyeron muerta, también en la misma zona los estudiantes del colegio secundario 11 de Septiembre fueron víctimas de robo, al igual que pasajeros de Saeta.

Marta López vive frente a la parada del colectivo y la cancha de fútbol de Santa Ana II, y por interés personal se encarga de cortar la vereda del descampado de enfrente de su vivienda. "No puedo hacer cortar todo. Por ese pedacito el jardinero me cobra 200 pesos, pero lo hago por mi seguridad y además para que no se crucen todos los bichos que salen de ahí", expresó la mujer que asegura que este predio, que se extiende hasta el ingreso de Santa Ana III y colinda con un barrio El Bosque y un nuevo loteo posterior, es de una empresa constructora.

Pese al abandono de las veredas, el municipio cuenta con una norma que obliga al frentista a tener una vereda apta para el tránsito peatonal. Se trata de la ordenanza 5.786/86 capítulo 14. La reglamentación advierte que las veredas deterioradas deben ser reparadas por el propietario de la vivienda. De lo contrario, el municipio notifica la contravención y prevé un plazo de cinco días para que el propietario cumpla.

 

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