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Ambigüedad del voto electrónico

Sabado, 16 de marzo de 2019 00:00

Venezuela, ha sido un país vanguardista tecnológicamente hablando, en principio, gracias a la influencia importada a partir de los años 80 por empresas norteamericanas que hacían vida en el territorio nacional, seguidamente, gracias al equinoccio de una bonanza petrolera que impulsó la actualización y renovación tecnológica en todos los ámbitos del país.

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Venezuela, ha sido un país vanguardista tecnológicamente hablando, en principio, gracias a la influencia importada a partir de los años 80 por empresas norteamericanas que hacían vida en el territorio nacional, seguidamente, gracias al equinoccio de una bonanza petrolera que impulsó la actualización y renovación tecnológica en todos los ámbitos del país.

Con la aprobación de la Ley Orgánica del Sufragio y Participación Política en el año 1997, inició un proceso de "renovación del sistema electoral" venezolano, por lo que hasta diciembre del año 1998, fecha en la que se celebran las elecciones presidenciales ganadas por Hugo Chávez con 3.673.685 votos, todas las elecciones en Venezuela - de cualquier tipo - eran realizadas por un sistema de conteo y verificación manual, en los centros de votación convergían jueces de mesa electoral, representantes de los partidos políticos, representantes de la sociedad civil, miembros de la Fuerza Armada Nacional y autoridades del Consejo Supremo Electoral, ente gubernamental fundado en el año de 1946, el cual, partir del año 1997 pasa a denominarse Consejo Nacional Electoral.

La manipulación

En el año 2003, el Consejo Nacional Electoral asignó a las empresas Smartmatic, Bizta y CANTV (SBC) la responsabilidad de diseñar y poner en funcionamiento un sistema de automatización de las elecciones, algo que fue realizado a la medida de los intereses de Hugo Chávez, utilizando como prueba piloto, elecciones regionales el año 2004.

En Venezuela, a diferencia de la mayoría de los países, el órgano electoral no está subordinado a ningún poder del Estado, el Consejo Nacional Electoral es el organismo que rige el Poder electoral, uno de los 5 poderes en el que se divide el poder público de Venezuela, obviamente esto es sólo una teoría ya que los miembros de este organismo se han identificado total, absoluta y públicamente con el PSUV (partido de gobierno) desde entonces, más allá de actuar como rectores o garantes del poder que ostentan, han actuado como partidarios del PSUV.

Sin embargo, la actual presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, ejerce sus funciones desde el año 2006, por lo que las autoridades de este Poder, no han sido renovadas desde hace dos períodos y los gobiernos tanto de Hugo Chávez, como de Nicolás Maduro han manipulado la constitución utilizando al Tribunal Supremo de Justicia -otro de los poderes del Estado- para mantener la hegemonía y control de este órgano.

Realismo mágico

Aquí inicia un capítulo de la novela de ciencia ficción del sistema electoral venezolano, donde buscando mantener ese principio vanguardista en el ámbito tecnológico, se reemplazó el poco eficiente y confiable sistema electoral manual, por otro deficiente, igual de poco confiable pero versátil sistema electoral.

Es, en efecto, una novela de ciencia ficción donde si el gobierno de Chávez hubiese solicitado asesorías de Dante Alighieri, Jules Verne e incluso hasta al mismo Salvador Dalí, estos "hubiesen quedado pequeños ante la magnificencia de cómo trabaja el más avanzado sistema electoral tecnológico del planeta" (disculpen la ironía), por que pasamos de lo artesanal a lo tecnológico pero con el mismo vicio: el problema no es cómo ejercemos nuestro derecho al voto, sino quien cuenta los votos.

El venezolano es una persona alegre, jocosa, bondadosa, inteligente, trabajadora; sin embargo, para solucionar un problema, hay que comenzar por reconocerlo y seguidamente trabajar para mejorar e incluso cambiar.

Por lo que procedo a describir al "innovador, maravilloso, vanguardista, inigualable y envidiable sistema electoral venezolano", un sistema que, a pesar de tantas virtudes, jamás desde su instauración ha permitido la observación a tiempo real de los votos escrutados (algo viable gracias al aspecto tecnológico) ni tampoco ha ofrecido resultados generales en menor tiempo a los ofrecidos en otras naciones que disponen del "arcaico" sistema electoral manual y donde incluso acuden a las urnas electorales más personas que los que integran el registro electoral venezolano.

Es decir, más electores con elección manual y resultados más expeditos que los ofrecidos por el Consejo Nacional Electoral en Venezuela.

Farsa en seis actos

Acto número 1: el elector asiste a su centro electoral. En los últimos años y como reflejo de una estrategia muy bien diseñada por el G2 cubano (asesores absolutos de los gobiernos de Chávez y Maduro en Venezuela) es posible que haya sido cambiado, cerrado o el elector haya sido derivado a otro centro electoral.

No importa si es el de hace varios años o el más cercano al domicilio: hay que trasladarse a otro centro electoral, donde también puede surgir otra sorpresa, como la de no aparecer tampoco en las listas de votantes de ese centro habilitado para el acto comicial.

***Acto número 2: el elector asiste a su centro electoral, entrega su documento de identidad y aparece como que ya ejerció su derecho/deber al sufragio, obviamente esto puede implicar escribir otro capítulo de todo lo que envuelve la situación, pero prefiero pasar al siguiente acto.

***Acto número 3: el elector asiste a su centro electoral, los miembros de mesa validan su identificación (datos de la cédula de identidad y huella dactilar del dedo pulgar, aunque en algunos casos puede funcionar el índice, medio e incluso hasta el consentido meñique, quien será la figura principal del proceso), datos que permiten la activación de la máquina de escrutinio (estructura tecnológica que administra el software con la capacidad de canalizar la elección de su preferencia) donde finalmente el elector puede cumplir con la acción física de ejercer el voto.
Hasta aquí todo está funcionando correctamente ¿verdad?, ahora bien, ¿recuerdan a Alighieri, Verne y Dalí? Bueno, imagine el lector que selecciona en la máquina de escrutinio al candidato A y, al momento de consolidar el voto, es decir, al presionar el botón en la máquina de escrutinio para ejecutar el voto, esta imprime un comprobante y sorpresivamente aparece candidato B, esta parte -al igual que del acto 2- implicaría un relato infinito donde usted procede al reclamo, las autoridades del centro electoral levantaran un acta de su reclamo y finalmente no terminaría sucediendo nada, perdió su voto... esto es la democracia venezolana del siglo XXI.

***Acto número 4: el elector asiste a su centro electoral, ejerce su derecho/deber al sufragio, se imprime el comprobante identificando correctamente su elección y este procede a introducir la papeleta o comprobante dentro de la urna electoral (que la teoría dice que los votos introducidos ahí, al cerrar la mesa electoral, deberían coincidir con el reporte final que emite la máquina de escrutinio, garantizando la transparencia en el proceso electoral) finalmente procede a humedecer su pequeño meñique en un tintero, esto con la finalidad de “marcar” al elector para impedir que se dirija a otro centro electoral y ejerza nuevamente el sufragio.
Aquí debo hacer un paréntesis para exponer una inquietud, ¿de que sirve entonces tener el sistema electoral más avanzado tecnológicamente del planeta, si no tiene la capacidad de cruzar información (bases de datos) identificando que esa persona ya ejerció su derecho/deber al sufragio?. Si el sistema electoral no es eficiente, no es confiable y no sirve absolutamente de nada, mucho menos para garantizar la democracia.

***Acto número 5: el elector asiste a su centro electoral, ejerce su derecho/deber al sufragio, se imprime el comprobante identificando correctamente su elección, introduce la papeleta dentro de la urna electoral, humedece su meñique en un tintero y sale del centro electoral confiado que su voto se encuentra resguardado pero, -no entiendo porque debe existir un pero-, recuerdan la expresión ‘acta mata voto‘, pues aparece otro escollo, si en el centro de votación no existe el seguimiento de parte de todos los actores correspondientes -a pesar de ser un sistema automatizado-, los votos también pueden cambiarse, sea porque la máquina de escrutinio viene configurada previamente con el algoritmo que lo hace, sea por que alguno de los actores presentes en el centro electoral se conecta a la máquina de escrutinio con algún dispositivo externo (alterno), o sea porque desde el centro de totalización, el cerebro desde donde se controla al monstruo, se procede a alterar el resultado que identificará esta máquina de votación al momento del cierre de la jornada electoral y por consiguiente impresión del reporte de cada máquina respecto a los votos escrutados, esto también es la democracia del siglo XXI presente en Venezuela.

 ***Acto número 6: luego de asumir que todo ha sido un proceso electoral, pulcro, honesto y transparente, la información generada por cada máquina electoral o de escrutinio es transmitida a una dimensión desconocida, es decir, es transmitida al centro de totalización ubicado en las instalaciones del Consejo Nacional Electoral.

Se trata de un lugar hermético y blindado para los medios de comunicación, los representantes de los partidos políticos y la sociedad civil, un búnker impenetrable física y tecnológicamente donde las variables de probabilidad -y por consiguiente los destinos del país- son sólo dos, se respeta el resultado o se cambia por el resultado que convenga.

Esta es la paradoja: ‘la ambigüedad del sistema electoral más avanzado‘, porque, en definitiva ¿qué es lo que deseamos los venezolanos respecto al sistema electoral?, ¿deseamos que sea un sistema tecnológicamente vanguardista o un sistema electoral que garantice la transparencia de un proceso que define el futuro de todos los ciudadanos?

La respuesta es obvia.

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