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Guillermo Martínez: “La suerte de un escritor depende de su circulación en el mundillo literario”

Guillermo Martínez se reunió con El Tribuno  en un bar del barrio porteño de Belgrano para develar algunos detalles de su último libro, Los crímenes de Alicia, que lidera las listas de ventas a nivel nacional. 
Martes, 02 de abril de 2019 11:17

 

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Marina Cavalletti
El Tribuno



En la novela, retoma los personajes de Crímenes imperceptibles, galardonada en 2003 con el Premio Planeta y en 2008 llevada al cine por Álex de la Iglesia bajo el título Los crímenes de Oxford. 
En la conversación, el autor oriundo de Bahía Blanca asegura que en Argentina es un pecado tener un libro exitoso y -aunque afirma que no sabe cómo- espera un replanteo cultural del país, donde se equiparen las posibilidades de reconocimiento en todas las provincias.
La trama de tu nueva novela podría ser independiente, con otros personajes ¿por qué tomaste la decisión de convertirla en una secuela de Crímenes imperceptibles?
Tuvo que ver con que el hallazgo real del pedazo de papel que aparece en la novela corresponde a un hecho real y documentando que ocurrió en 1994, cuando una dramaturga Karoline Leach encontró en el Museo de Guilford un pedazo de papel que contenía la clave de las páginas que habían arrancado las sobrinas nietas de Carroll a su diario íntimo a lo largo de los años. En particular estaba la frase que contenía la clave de la discusión que tuvo Carroll con la madre de Alice Liddell y sus hermanas y que a partir de esa discusión no dejaron que se vieran más con Carroll. Ese hecho ocurrió en 1994 y mi novela anterior terminaba en 1993. Me parecería casi más artificial inventarme otros detectives que usar los que ya había creado en Crímenes imperceptibles. Además, apenas me puse a escribir aparecieron naturalmente, como si nunca los hubiera dejado.

Estudiaste a Lewis Carroll para un trabajo que te encargaron y leíste varias biografías de él...
Lo que ocurrió fue que me encargaron un prólogo para un libro llamado Lógica sin pena, y yo me di cuenta de que no sabía nada de su vida. Quise enterarme para hacer alguna pequeña referencia y al leer algo de material encontré frases sobre las páginas arrancadas que me parecieron como para una novela que pedía ser escrita. A partir de ahí decidí investigar más a fondo de todas estas cuestiones de las que se hablan en la novela. Para escribir la novela leí varias biografías, libros sobre fotografía y las notas de Gardner a Alicia en el País de las Maravillas, pero la verdadera fuente de la novela fue la idea de escribir a partir de una única frase, que me parecía lo suficientemente intrigante, y que se conociera incluso la mitad de la frase durante toda la novela. Por eso hago la comparación con la piedra Rosetta y también una frase que dice: “No hay fuente más rumorosa que la palabra no dicha, ni libro más extenso que el que perdió una página”. Se pueden imaginar un montón de cuestiones a partir de una página arrancada.

El hallazgo de esta frase ocurrió hace muchísimo tiempo, más de dos décadas. Es curioso que nadie lo haya abordado antes...
Escribí la novela sin comentarle a nadie cuál era el tema. Tenía miedo de que cualquiera pudiera llegar a Google, encontrar ese detalle y escribir la novela. Para mí era clarísima la trama que había ahí.

¿Cómo fue este trabajo, en el que a partir de la lectura de las biografías de Carroll, pasás de los personajes de un libro aparentemente infantil, al género policial?
Lo que ocurre es que si uno consulta las biografías, te encontrás con una gran cantidad de estudios académicos muy serios y adultos sobre este libro infantil. Es un libro en apariencia infantil, pero tiene muchos ángulos para pensar porque tiene interpretaciones que refieren al lenguaje, a la filosofía, a los conocimientos científicos de la época. Por ejemplo, la caída libre de Alice tiene que ver con un problema que se planteaba en la época, que era que si un cuero cayera por un hueco hasta el fondo de la tierra iba a volver en algún momento o iba a seguir cayendo indefinidamente. El libro se ha analizado desde muchos puntos de vista. Y yo trato de dar esa amplitud un poco con los libros de biografías que hay en la tienda de Alice. 
El punto de vista del subconsciente, el psicoanálisis, de lo onírico o el punto de vista de lo científico, del surrealismo, hay muchas maneras de mirar el libro de Alicia. Da pie para un discurso que a mí me interesaba, que tenía que ver las posibles ambigüedades del sentido.

En un momento dijiste que todas tus novelas tienen su propio “sistema”. Más allá de que cada una tenga su propia lógica ¿hay algún factor común en ellas?
Hay algunos elementos en común. Un elemento es la idea del suspenso, no necesariamente entendido a la manera del relato policial. Algo de suspenso y también algo de intriga, porque en todas mis novelas hay algo que se devela. Y luego hay lo que yo llamo “una línea teórica”. 
Acerca de Roderer es la recreación del mito fáustico en la época contemporánea y cómo sería un desafío con el diablo en la actualidad y la cuestión del conocimiento. Y en Crímenes imperceptibles la idea de que una conjetura puede reemplazar a la realidad. 
En La muerte lenta de Luciana B. es la idea del azar versus destino y hasta qué punto se pueden confundir una serie de hechos desgraciados con una causalidad, o la cuestión de justicia versus venganza. En cada novela yo tengo una idea teórica y relacionada con una tradición literaria. Son novelas que están rodeadas de otras novelas que hablan de algún modo de lo mismo.
Lo que tienen en común en particular Crímenes imperceptibles con Los crímenes de Alicia es que tienen que ver con esta idea de un detective epistemológico y que fuera distinto de Dupin, Hércules Poirot, Sherlock Holmes y preguntarme cuáles podrían ser las características, metodología o maneras de pensar de un detective en esta época. 
Y para mí tiene que ser un detective que sepa de la cuestión de los límites de las teorías y de lo que yo llamo una “estética de los razonamientos”. Estas son las cuestiones que unen a estas novelas.

Los crímenes de Alicia encabeza la lista de los libros más vendidos. ¿Te modifica de alguna manera pensar que muchísimos lectores en este momento están dentro de la historia que creaste?


Bueno, encabezar es un poco incómodo siempre. Es estar mejor en los primeros lugares, porque encabezar es un lugar demasiado expuesto. Y para uno mismo, porque uno después tiene expectativas equivocadas de libros siguientes. Yo estuve de los dos lados de la situación, de libros que no se vendieron nada prácticamente y de libros que se vendieron mucho. 
Y la verdad es que por supuesto que es preferible que el libro tenga repercusión porque eso incluye la posibilidad de traducirlos, de vivir de tus libros, en cómo los libreros tratan a tus libros también, permanecen más tiempo en la librerías. 
Y los libros que no se venden desaparecen inmediatamente. Es algo muy frustrante para cualquier autor. 
En el caso de este libro fueron tres años, pero he estado cinco años trabajando con otras novelas, y de pronto en un mes se juega a todo o nada la suerte del libro. Eso pasa cuando los libros no se venden, y nos pasa a todos y con casi todos los libros. En mi caso, no te digo que sea sacarme la lotería, pero sí lo fue con Los crímenes de Alicia. 
Esperaba que alguien lo quisiera leer, pero no sabía con qué me iba a encontrar. Imaginaba que aquellas personas a las que les gustó Crímenes imperceptibles posiblemente quisieran ver de qué trataba este. Eso sí lo imaginaba, pero no que pudiera llegar a esos lugares en la lista.
Además no te olvides de que en Argentina el peor pecado que se puede cometer es tener un éxito literario. Uno está siempre un poco precavido de tener mucho éxito con un libro.

A veces por problemas de distribución la literatura termina siendo centralista en Argentina... ¿Tenés alguna noción de lo que sucede en nuestro país con los autores que escriben más allá de Buenos Aires?
Desgraciadamente eso, tal y como vos decís, ocurre en Argentina. Hay otros países como Estados Unidos o España, en donde no es necesario vivir en Barcelona o en Madrid para escribir tus libros y tener éxito y repercusión.
En este último viaje que hice conocí a una escritora de Galicia que escribe sus novelas y es best seller nacional. Algo así ocurrió acá con Cristina Loza, o con Héctor Tizón que podía escribir desde el norte. Son muy pocos casos. 
En Estados Unidos, Stephen King escribe desde Maine o desde donde viva. Están en un pueblito apartado, envían sus manuscritos y ya está. 
Acá la suerte de un escritor depende más de su circulación en un mundillo literario, esencialmente porteño. Esa es una injusticia de la situación cultural que nos toca vivir, pero la verdad es que yo no imagino cómo se podría revertir esto. 
Hay algunas editoriales, como una que se llama 17 grises y que se encuentran en Bahía Blanca, o una en Córdoba que se llama Raíz de dos, o Nudista que está empezando y en la que publicó Salvador Marinaro, Una tristeza decente, con cuentos muy buenos. 
Ahí tenés una posibilidad, pero es casi como si quedaran relegados a una liga del interior, y esa es la parte que a mí me molesta. No pueden jugar en igualdad de condiciones. Habría que reformular el país cultural, pero difícil pensar por dónde y cómo lograr que se equiparen más las posibilidades.
 

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