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29 de Marzo,  Salta, Centro, Argentina
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“No se puede desarrollar una obra de restauración si no está claro cuál será el uso”

Fabio Grementieri, arquitecto y vocal de la Comisión Nacional de Monumentos y Bienes Históricos. 
Lunes, 06 de mayo de 2019 01:45

Desde el 2000 el arquitecto Fabio Grementieri estuvo a cargo de algunos de los proyectos de conservación más delicados y culturalmente significativos de Buenos Aires. Entre ellos se incluye: El Palacio Bosch (Embajada de Estados Unidos), el Palacio Errázuriz (Museo Nacional de Arte Decorativo), el Palacio Pereda (Embajada de Brasil) y Villa Ocampo (propiedad de la Unesco). En 2008 fue premiado por su trabajo de preservación en la Ciudad de Buenos Aires por la Universidad de Notre Dame de los Estados Unidos. El Premio Henry Hope Reed es otorgado a un influyente defensor de la arquitectura clásica. Actualmente se desempeña como vocal de la Comisión Nacional de Monumentos y Bienes Históricos y es coordinador de las acciones que se concretan entre la Comisión de Monumentos y la Municipalidad de Salta. 
Este fin de semana el arquitecto participó en Salta de la tercera edición del Día Nacional de los Monumentos, que busca redescubrir y recuperar los edificios de valor nacional.

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Desde el 2000 el arquitecto Fabio Grementieri estuvo a cargo de algunos de los proyectos de conservación más delicados y culturalmente significativos de Buenos Aires. Entre ellos se incluye: El Palacio Bosch (Embajada de Estados Unidos), el Palacio Errázuriz (Museo Nacional de Arte Decorativo), el Palacio Pereda (Embajada de Brasil) y Villa Ocampo (propiedad de la Unesco). En 2008 fue premiado por su trabajo de preservación en la Ciudad de Buenos Aires por la Universidad de Notre Dame de los Estados Unidos. El Premio Henry Hope Reed es otorgado a un influyente defensor de la arquitectura clásica. Actualmente se desempeña como vocal de la Comisión Nacional de Monumentos y Bienes Históricos y es coordinador de las acciones que se concretan entre la Comisión de Monumentos y la Municipalidad de Salta. 
Este fin de semana el arquitecto participó en Salta de la tercera edición del Día Nacional de los Monumentos, que busca redescubrir y recuperar los edificios de valor nacional.

¿Cuál es el objetivo que se pusieron para estas jornadas?
Se impulsa a la comunidad a visitar los edificios históricos del país y además a buscar a aquellos que todavía no tienen un reconocimiento oficial tanto nacional como provincial sobre su valor en la historia de la comunidad. Se busca además celebrar el rol que tienen estos edificios para la cultura y la identidad de los distintos testimonios del patrimonio. 

Salta tiene un perfil colonial, pero con el paso de los años se fueron sumando edificios que pasaron a ser históricos, como la Escuela Normal, el Colegio Nacional o la Escuela Urquiza...
Es muy importante en esta acción del Día de los Monumentos, y después en forma cotidiana, empezar a reconocer el valor que tienen edificios de otros períodos, no solo de la época colonial. La misma Comisión que se formó en 1940 se encargó primero de preservar y reconocer el valor de los edificios de la época colonial y de la lucha por la independencia. Hacia la década de 1980 se empieza a recuperar, lentamente, sobre todo en los lugares donde el patrimonio del siglo XIX tienen una presencia muy fuerte, que es en Buenos Aires y la zona de La Pampa. Después, paulatinamente se fueron sumando otros lugares del país que incorporaron edificios de otros períodos. En la actualidad, en los distintos lugares del país y en este caso en Salta, se comienza y se continúa reconociendo el valor de esos edificios como históricos, tanto nacionales como provinciales y municipales. Forman parte del entorno cotidiano y de períodos importantes del desarrollo del país y de las provincias. En el caso de esta celebración nos centramos en los edificios educativos, que se construyeron en función de los planes que tenía el país para la educación primaria en primer lugar, luego secundaria y universitaria. La Escuela Normal y el Colegio Nacional formaron parte de todo un sistema, con rasgos propios, aunque se diseñan y se conciben en el Ministerio de Obras Públicas de la Nación o en las provincias, sobre todo las escuelas primarias en este caso, porque así lo instituía la Constitución Nacional. Estos edificios que estos días vamos a visitar no solo son importantes para la provincia y la región sino para toda la Argentina. El Colegio Nacional es un hito en la evolución de los diseños para escuelas en todo el país, porque tiene una programación que seguía los lineamientos pedagógicos de la época del 40, donde se puede ver los volúmenes separados, donde están el auditorio, los pabellones de las aulas, el observatorio. 

En su presentación habla de las escuelas palacios...
En la generación del 80 había dos grupos, uno era el sarmientino que quería que las escuelas debían ser más sobrias, al estilo norteamericano,; y otra tendencia más vinculada con la Iglesia Católica y los grupos pedagógicos católicos, que promovía las escuelas palacios. Ellos sostenían que la parte artística, la decoración, la escultura y pintura, terminaciones y revestimientos ayudaban a formar el gusto y la personalidad de los alumnos. Eso perduró hasta la década del ’50. Estos edificios son testimonios de aquellas épocas de desarrollo educativo que casi ningún país de Latinoamérica lo tuvo. 

Se apunta a la riqueza de las construcciones...
En estos casos, las preocupación de las autoridades fueron que todos los niños pudieran estar en contacto con la nobleza de la edificación, los grandes espacios... Aun los chicos que vivían en casas sencillas. Esto era una representación del poder y la presencia del Estado en la sociedad. Hay que leer que esta arquitectura de riqueza eran palacios para la ciudadanía en cualquier lugar del país. Se quería llevar los espacios simbólicos y representativos de la historia. Pero también por estos días se recupera el valor de aquellos edificios sencillos como es el caso de la escuela de Vespucio.
Hubo escuelas que se reasignaron para otras tareas, pese a ser históricas.
Sí, hubo escuelas que se convirtieron en paseos comerciales y no son dignos de este destino. Hay que buscar las nuevas direcciones en la educación y reacomodar las antiguas estructuras, pero hay que hacerlo con cuidado. Hay que reconocer que estos edificios son muy valiosos y tienen que preservarse idénticos y otras partes pueden tener mayor posibilidad de reciclaje para que tengan presencia simbólica. 

Las escuelas adónde fueron padres o abuelos son un punto de referencia...
En esta época de lo virtual, estos lugares concretos son como la casa ancestral. Se puede tener fotografías de los abuelos, se puede tener cartas, objetos pero se disfruta de la casa solariega, y las escuelas son eso. 
Hay casos como la escuela Normal, con problemas en techos, baños y desagües. ¿Es muy difícil concretar mejoras en estructura antiguas como ésta?
No. Estos edificios que muchas veces se tildan de elefantes blancos fueron muy bien construidos, con excelentes materiales, con albañiles que eran muy preciosistas de su trabajo. Creo que la cuestión es que desde la parte de la dirección se articule con la parte de infraestructura y se pueda armar una interacción donde se haga mantenimiento. El mantenimiento en la mayoría de los casos tiene muy bajo costo, y con profesionales que están las distintas reparticiones del Estado, que entienden de edificios antiguos. 

¿Avanza el proyecto del Museo del Folclore? 
Se planteó hace un par de años un proyecto del Museo del Folclore. En aquel momento se estudiaba el reciclaje de la Palúdica que pasó a manos de Salta. Creo que este proyecto está en “stand by”, en espera, pero por otro lado se está avanzando rápido en el centro cultural de la Usina que es contiguo. Los que vemos desde la Comisión, a nivel nacional e internacional, es que en muchos de estos grandes edificios hay que ver la ecuación adecuada para su reciclaje, uso e inversión. Se debe analizar la oferta que tienen a sus alrededores estos centros culturales. Quizás con la Palúdica y el Museo del Folclore hay que pensar un poco alternativas en la instalación de ese espacio que es importante para Salta, y ver cómo compatibilizarlo con algunos otros programas y funciones que puedan sustentar la inversión pública. No hay que dejarlo de lado. En Argentina tenemos subidas y bajadas y quizás en la próxima subida hay que estar preparados para poder llevalo a cabo. 

¿Tuvo novedades sobre la capilla de El Chamical y la casa de Güemes en la finca El Carmen, donde está la Escuela Agrícola? 
En la capilla de El Chamical, dentro de un convenio entre la Comisión de Monumentos y la Municipalidad, se están haciendo obras de restauración desde hace unos meses. Esto comenzó con la visita de la presidenta de la Comisión, Teresa Anchorena, y el encuentro con las autoridades del municipio de Salta. La finca es otro de los lugares güemesianos que están distribuidos dentro de la ciudad de Salta, y esperamos seguir trabajando, pero es prioritaria la capilla. Hay que pensar también alternativas para optimizar el uso de esos sitios, porque no se puede desarrollar una obra de restauración si no está lo más claro posible cuál será el uso y cómo insertarlo en el Circuito Güemesiano y que no quede aislado y sea una etapa del recorrido.

Hay que buscarles otras funciones, como se hizo con la Casona de Castañares...
Por supuesto, pero en Finca Castañares al igual que en El Carmen hay que hacer un estudio y reflexionar alternativas para el entorno, donde se analice la planificación urbana del alrededor.
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