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“Los indígenas somos ocupas en nuestras propias tierras”

Entrevista con David Torres, presidente de la Comunidad Lules.
Sabado, 22 de junio de 2019 01:08

Durante la jornada multidisciplinar “Perspectivas históricas y actuales de la circulación de la hoja de coca y el coqueo”, que hubo ayer por la mañana en el Cabildo Histórico, disertó David Torres, presidente de la comunidad Lules, a la que representa en el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI). 

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Durante la jornada multidisciplinar “Perspectivas históricas y actuales de la circulación de la hoja de coca y el coqueo”, que hubo ayer por la mañana en el Cabildo Histórico, disertó David Torres, presidente de la comunidad Lules, a la que representa en el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI). 

En el organismo nacional integra el Consejo de Participación Indígena (CPI) y, por delegación de los otros CPI, conforma el Consejo de Coordinación del INAI, donde se toman decisiones a nivel institucional, aunque explicó que el último tiempo no hay mucha actividad por efecto de la crisis.
Al exponer sobre la coca como hoja de vida y hoja de ruta, se refirió al Inti Raymi o Fiesta del Sol, que se celebró ayer por el solsticio de invierno. Según explicó, las comunidades perciben cósmicamente que el año empieza en esta época. 

¿De qué manera participó en esta jornada?

Tratando de poner en valor este elemento tradicional. Una planta y una hoja que a nosotros nos acompaña en todos los ámbitos de la vida, no tan solo por el coqueo en sí, sino que también tiene un uso social. Cada vez que nos reunimos, compartimos un poco de coca. Incluso, hay otros usos como predestinar la suerte, a modo de juego, de práctica. Nuestro principal interés es hacer ver que la hoja no tan solo es para consumo, sino también tiene un uso ceremonial, que nos marca la identidad de la lucha.

¿A qué se refiere?

Hemos tomado caminos marcados por la coca. La coca tiene una práctica que nos trasciende. Nosotros llevamos coca en el bolsillo a todos lados y nos marca ese camino por donde queremos discutir la realidad que no nos gusta y plantear políticas públicas al respecto. También ponemos coca sobre la mesa, aunque te parezca raro, porque no solo vamos a compartir nuestros conocimientos sino también lo que traemos: no traemos más que coca. Cuando la gente no tenía un buen trabajo, compartía su coca, que era con lo que pasaba el día. Se ha convertido en un uso de buena voluntad. 

¿Por qué la ponen sobre la mesa?

Cada vez que nos juntamos los pueblos con los funcionarios y entre nosotros mismos, ponemos hojas sobre la mesa, porque es lo que tenemos y lo que nos da identidad y fuerza. No tan solo es un alimento, sino una medicina para nosotros. Hoy queremos ponerla en valor, a la par de otros conocimientos occidentales. Nosotros decimos que, con la colonia y la conquista, pusieron el conocimiento occidental en la cima de la jerarquía de los conocimientos, cuando la ciencia es una de las vías que tiene el conocimiento. El conocimiento es una construcción social. Lo dicen los mismos intelectuales occidentales. La ciencia se conforma del complemento de muchos saberes. Después, tiene una metodología que le puede dar rigor, algo de legitimidad, pero en la práctica se ven los resultados de los saberes. Nuestros pueblos han vivido, se han desarrollado, han llegado a hacer crisis en algún momento, pero han sabido sobrellevarla desde siempre a la sombra y a la luz de la hoja de coca.

¿Tendría que haber cupo indígena en la Legislatura?

Por supuesto. Creo que no se puede trabajar sin la participación indígena. Constitucionalmente está el derecho a la participación, pero deberían existir propuestas en relación con los pueblos originarios, teniendo en cuenta que más del 70 por ciento de la población de Salta desciende de algún pueblo, más allá de que se reconozca o no. Esto se puede ver cuando uno sale a la calle. Va a ver la mayoría de la gente morena, morocha, como se quiera llamar, que proviene de estos pueblos y muchas veces viene en busca de trabajo a las ciudades. Si hubiese propuestas políticas de desarrollar los territorios indígenas, creo que no habría tanta pobreza en las ciudades ni tanta delincuencia. Hay que ser sincero. Muchos hermanos, a falta de trabajo y de estudio, terminan en la delincuencia. Si los territorios estuvieran desarrollados, esto no pasaría.

¿De dónde surge el dato del 70 por ciento?

Esto lo tenemos, a partir de un programa que teníamos hace mucho tiempo en Radio Nacional, en el que hicimos una encuesta que duró casi seis meses en 2014, en diferentes sectores de la ciudad donde veíamos que había mucha concurrencia. Más de 5 mil personas opinaron. A partir de eso, intuimos que hay alrededor de un 70 por ciento de personas descendientes de algún pueblo en la ciudad. Fue hecho por las comunidades, no participó ningún ente oficial. El programa de radio intentaba mostrar la identidad salteña multiétnica que hay, que no solo comparte con otros pueblos, sino también con otras colectividades, como árabes, gitanos... La ciudad se ha hecho un mosaico lleno de diversidades que uno lo va viviendo. Dentro de poco, esas colectividades también se van a manifestar culturalmente, como los pueblos, y Salta también tiene que ir hacia eso, hacia modernizarse en cuanto a la aceptación cultural de todos los que viven en la ciudad.

¿Qué límites encuentran?

La Provincia de Salta no adhirió en su totalidad al Código Civil nuevo (de 2015), que reconoce la propiedad comunitaria. Antes, en el Código Civil existían la propiedad privada y los territorios fiscales, solo eso. Con el cambio del Código, existe la propiedad comunitaria. Como Salta todavía no adhirió, no se reconoce la propiedad comunitaria y, por ejemplo, muchos entes, que dan servicios, piden cédula parcelaria, catastro, saber si sos dueño, inquilino o comodato. Entonces, los indígenas seguimos quedando de lado, somos ocupas en nuestras propias tierras. 

¿Cómo es la situación en su comunidad?

Tenemos la propiedad comunitaria desde 2014. Hay algunos sectores que tienen todos los servicios, a través de excepciones. No está legislado para que se lo haga automáticamente. Hay que legislarlo para que, en vez de ser por una excepción, sea algo automático. Una comunidad tiene derecho al agua, a la luz, a todos los servicios. No podés tener un medicamento en la mesa, porque se va a pasar, leche, alimentos... Si queremos darle cierto marco de dignidad a la gente, hay que darle el servicio, más allá de que en algunos casos no lo pueda pagar. Eso también es otra gran verdad, porque las comunidades están empobrecidas. Avanza la soja y no hay dónde sembrar, no hay de dónde recolectar, ni dónde dedicarse a las artesanías. 

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