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Todos contra Obama

Sabado, 10 de agosto de 2019 00:00

Joe Biden ha salido bien parado de los debates electorales de Detroit. Rodeado de los candidatos más agresivos de la izquierda del partido, ha tirado de galones para resistir los ataques. Deja atrás la mala imagen que desplegó al inicio de las primarias en Miami, cuando no supo contestar a las acusaciones de racismo.

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Joe Biden ha salido bien parado de los debates electorales de Detroit. Rodeado de los candidatos más agresivos de la izquierda del partido, ha tirado de galones para resistir los ataques. Deja atrás la mala imagen que desplegó al inicio de las primarias en Miami, cuando no supo contestar a las acusaciones de racismo.

La candidatura de Biden, en primer lugar en las encuestas, demuestra que tal vez los demócratas aprendan algo del error cometido con Hillary Clinton. Por fin un candidato centrista, alguien capaz de competir en serio con Donald Trump. Este abuelo de América, de 76 años, católico y de origen irlandés, es muy popular entre los afroamericanos. También conecta con la clase trabajadora blanca, propensa a escuchar los cuentos proteccionistas del presidente. Con la mirada puesta en su electorado, Trump acelera en estos días la guerra comercial con China, que acabará debilitando a las empresas norteamericanas. Sin embargo, para muchos militantes demócratas, Biden pertenece al pasado.

Quizás el dato más importante de los debates en Detroit ha sido la impugnación generalizada del legado de Barack Obama. La nueva hornada de aspirantes hace responsable al entonces vicepresidente Biden de la dureza en la lucha contra la inmigración ilegal o de las carencias de la reforma sanitaria. Obama es ninguneado como un presidente pragmático, un predicador en jefe incapaz de impulsar cambios radicales. A cambio, estos demócratas abrazan el populismo de izquierdas, con una agenda económica intervencionista, alejada de las preocupaciones del americano medio, beneficiado por el crecimiento y el pleno empleo aunque preocupado por el empeoramiento de la movilidad social.

Ante el racismo que alienta Trump, muchos candidatos vuelven a la senda de Hillary y abanderan la política de identidades, como si el país fuera un mosaico de minorías destinadas al choque, incapaces de entenderse entre sí. En el fondo, los radicales del partido hacen un favor a Biden cuando lo identifican con las ideas obamitas de moderación, unidad y esperanza, las mismas que permitirían derrotar a Trump.

 

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