¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

23°
4 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Tiempo de decisión: ¿billetera o libertad?

Domingo, 08 de septiembre de 2019 00:00

En la historia de los pueblos se presentan momentos de encrucijada en los que estos deben tomar decisiones que signan por décadas a las futuras generaciones. Deben optar por el crecimiento y desarrollo en el seno de una sociedad libre, o por su estancamiento y pobreza bajo el sello del autoritarismo.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

En la historia de los pueblos se presentan momentos de encrucijada en los que estos deben tomar decisiones que signan por décadas a las futuras generaciones. Deben optar por el crecimiento y desarrollo en el seno de una sociedad libre, o por su estancamiento y pobreza bajo el sello del autoritarismo.

Uno de esos momentos está representado por los tiempos en que ejerció la Gobernación de Salta el General Martín Miguel de Güemes, una época en que empezaba a eclipsar la administración virreinal y se avizoraba el nacimiento de una nueva Nación, lograda con gran esfuerzo y con la acción armada de la tropa gaucha en diferentes escenarios bélicos.

El problema más grave que debió sortear la administración güemesiana fue de carácter económico. La extensión de la campaña duró más de una década, tiempo durante el cual la acción gubernamental hubo de sortear con gran dificultad las continuas incursiones del ejército español sobre la jurisdicción de la provincia. Esto clausuró la posibilidad de que la hacienda se fortaleciera; los recursos se direccionaron hacia el objetivo de abastecer las necesidades de las tropas y, en ese contexto, la actividad económica se retrajo.

El precio de la guerra

En la administración güemesiana, las decisiones de carácter económico estuvieron signadas por el curso de los acontecimientos bélicos, no existiendo la posibilidad de elaborar políticas económicas ni especulaciones en el corto, mediano, ni largo plazo. La decisión se toma en el momento, y las previsiones económicas marchan a la par que los ejércitos realistas.

La guerra contra el invasor español fue un condicionante sustantivo que operó como rémora en el progreso económico, cercenando y diezmando las posibilidades ya no de crecimiento, sino de sobrevivencia, condenando a Salta a un estado de miseria constante.

La década que se inició en 1810 se caracteriza porque desciende la productividad de la región, se fractura el comercio con la zona peruana el que se circunscribe a la región, los recursos se transfieren hacia el aparato bélico, y se agotan.

A la prosperidad del siglo XVIII, sigue la crisis. La década emancipadora anuncia un largo lapso de tiempo en el que se configura un período de recesión, contracción económica y finalmente en endeudamiento del Estado.

El estancamiento de la producción y el ingreso durante la década implicó un retroceso en los mercados consumidores, retroceso que contrastaba con el aumento de la demanda en las décadas anteriores a la guerra por la emancipación.

Ante la devastadora realidad que presentaban las finanzas salteñas y el estado de quebranto originado por las reiteradas invasiones realistas, se ha de considerar, en base a la recopilación documental, que Salta ofrendó a la naciente república todos los recursos posibles hasta agotar las fortunas de los ciudadanos más probos y patriotas. Güemes y su familia no fueron la excepción en esa donación de recursos materiales para el ejército de la patria. De esta suerte, las ideas de generosidad para con las tropas patrias, está presente en el continente ideológico güemesiano, como así también en una pléyade de hombres probos que acompañaron al gobernador, ofreciendo dinero y hacienda como es el caso de los Gurruchaga, Moldes, Gorriti, etcétera, o los brazos diestros y el corazón ardiente en el caso de los gauchos.

Pero esta claro que no todos fueron generosos ni procedieron con la solidaridad necesaria. Un oficio de Güemes a Belgrano, fechado el 27 de setiembre de 1817, hace presente los redoblados sacrificios en que se había empeñado el pueblo de Salta en aras de contribuir materialmente a la causa de la libertad. Expresa la necesidad que todas las provincias hermanas colaboren con los subsidios necesarios, señalando que los aportes solicitados eran por el bien de la república. Subyace el concepto de la mutua cooperación en la construcción de la novel nación, en la que necesariamente debían estar comprometidas todas las provincias que la integraban. De hecho, los gobernadores de las provincias vecinas, retacearon el aporte solicitado por Martín Güemes.

La agitación del mercado

La aplicación de una política fiscal que sometía a ciudadanos y comerciantes a un crecido pago impositivo, sumado a la imposición de empréstitos forzosos, fue el germen de la animadversión de un sector de la sociedad y del comercio, situación que devino en la denominada Revolución del Comercio.

El 24 de mayo de 1821, los revolucionarios, en su mayoría comerciantes y cabildantes habían aprovechado la partida de Güemes hacia Tucumán, y en su ausencia se aprovecharon para apoderarse del gobierno y deponerlo. Como el gobernador delegado José Ignacio Gorriti se negó a asumir el gobierno en propiedad, designaron gobernador al coronel Saturnino Saravia.

Enterado de la situación, el general Güemes marchó de inmediato hacia Salta, adonde arribó el 31 de mayo. Se impuso sin luchar, la sanción que aplicó el gobernador Güemes a los sediciosos consistió en hacer retirar de los comercios las mercaderías que precisaban sus milicias y llenar las prisiones con todos los implicados que pudo detener.

Los rebeldes cerraron sus comercios y huyeron a Tucumán, excepto Mariano Benítez, quien se dirigió hacia el Potrero de Linares, propiedad de su suegro, éste le dio un baqueano, quien lo guió hacia el campamento realista. 

Comenzaba arteramente a consumarse la traición al prócer gaucho. Siete días más tarde recibió la bala letal que lo precipitaría a una agonía postrera. La muerte del prócer gaucho, fue la victoria de los valores crematísticos, postulados por el círculo de comerciantes, ajenos a la magna empresa que se forjaba en cada combate.

La libertad: fin moral

Existe un valor moral en la realización de las políticas implementadas por Martín Güemes. Es fundamento central en ese esquema de valores, la libertad, el eje en que se apoya el andamiaje de la política del estado güemesiano.

La Independencia se convierte en un concepto trascendente, virtuoso que sustenta la extensa campaña libertaria de Martín Güemes y de sus gauchos. La grandeza de nuestro prócer deriva, precisamente, en que su labor culmina en la obtención del bien apetecido, la libertad, bien específicamente humano. La naturaleza racional se ordena a este bien virtuoso, objeto específico del apetito espiritual que anima a la guerra gaucha.

Siguiendo este razonamiento, son esclarecedoras las respuestas a los jefes realistas Pedro Antonio Olañeta y Guillermo de Marquiegui, en oportunidad que le hubieran ofrecido recursos materiales para abandonar la causa libertadora, ellas condensan el sentido del honor que se traduce en el respeto intrínseco a los ideales que animaban su accionar y evidencian su hombría de bien.

Otro testimonio esclarecedor de la dignidad y el honor de Martín Güemes es la respuesta a los comisionados del Virrey Pezuela, quien le propusiera pasarse a su bando, fechado en Salta el 5 de octubre de 1820 y citado por Juana Manuela Gorriti. La respuesta es contundente, y afirmación de su sentido del honor: “Decid a Vuestro Virrey, que Martín Güemes, rico por nacimiento, ha sacrificado su fortuna entera en el servicio de su patria; y que para él no hay títulos más gloriosos que el amor de sus soldados y la estimación de sus conciudadanos”.

Desoyendo los silbos de sirenas que respondían a bienes materiales, contrarios al Bien que se había trazado el General, rechaza estas ofertas, no aceptó los sobornos que buscaban desviarlo de su tarea emancipadora y destruir la épica de una campaña a escala continental.

 En Güemes, el “homo moralis” ha superado al homo economicus. Porque la lucha por la Independencia es un fin moral en sí mismo. 

Martín Güemes contribuyó poderosamente a formar un contenido ideológico que sirvió de ejemplo a su gauchaje, y cuyo vértice más importante es el honor, la libertad y el amor a la Patria. Así, en esta construcción, la libertad se constituye en un concepto trascendente, porque el concepto de libertad es sublime y universal.

Epílogo

Asombrosamente, el devenir de los tiempos en la Historia Argentina ha reproducido y reproduce en otros escenarios, con otros protagonistas el esquema de elegir entre la seguridad económica o la libertad. O lo que es lo mismo, optar entre un concepto de seguridad material o la defensa de los valores de los que impregna de ética la vida de los ciudadanos. Entre ellos se incluye la defensa de las instituciones de la república, la seguridad jurídica que debiera proporcionar un Poder Judicial independiente de todo otro Poder, la sanción de leyes racionales y no a capricho del Ejecutivo de turno. También la idoneidad en el ejercicio de la función pública, con una importante cuota de austeridad y la decisión de hacer prevalecer el Estado de Derecho.

La pregunta es si la ciudadanía se proclama a favor del mantenimiento de estructuras plutocráticas de gobierno, o por la austeridad republicana en un marco del ejercicio de las libertades.

El Congreso de la Nación Argentina ha sancionado la Ley N° 26.125 / 06 declarando a Martín Miguel de Güemes, Héroe Nacional. Estamos camino a conmemorar el Bicentenario de su fallecimiento en el año 2021.

Ante tan importante acontecimiento histórico para Salta y la Nación, los habitantes de la república ¿se abonan a recuperar el legado moral del prócer gaucho de libertad o sostienen la corruptela estatal y el pensamiento único?

La antinomia está establecida: billetera o libertad. Billetera, ¿mata a Estado de Derecho?

PUBLICIDAD