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Tras la cuarentena, la escuela está en deuda

Jueves, 29 de octubre de 2020 02:31

Al haber transcurrido casi ocho meses desde que comenzó la pandemia, ya no podemos referirnos a ésta como un hecho "inédito o desconocido" ni proceder a tientas o con el pánico que nos embargara al comienzo -en el mes de marzo- cuando lo único que podíamos ver eran sus efectos devastadores en Europa y Asia.

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Al haber transcurrido casi ocho meses desde que comenzó la pandemia, ya no podemos referirnos a ésta como un hecho "inédito o desconocido" ni proceder a tientas o con el pánico que nos embargara al comienzo -en el mes de marzo- cuando lo único que podíamos ver eran sus efectos devastadores en Europa y Asia.

Desde entonces hasta ahora todos hemos podido observar, medir y aprender de los éxitos y fracasos de otros países; de la laxitud o la rigidez de las cuarentenas, de la sensatez y de lo absurdo de ciertas normas, de la inteligencia o la torpeza de los gobiernos y seguiremos viendo todo el tiempo la grandeza y la miseria humana en todas sus dimensiones y contrastes.

La estrategia del uso de barbijo, higiene y distanciamiento físico introdujo el cuidado del cuerpo por encima de todo, incluso de la salud psicoemocional de la población.

Así, el deliberado uso del miedo en la campaña contra la COVID-19 para inducir cambios de comportamiento, trajo consigo una parálisis que se prolonga aún en el ámbito de la Educación, donde se refleja el impacto del aislamiento excesivo y sus consecuencias en la salud mental y en el desarrollo evolutivo humano. Según investigaciones, un adolescente de 13 años hoy, podría presentar a los 22 años sintomatología asociada a la convivencia prolongada con el miedo y aislamiento.

Pero las consecuencias de ello no se hacen esperar y hoy sabemos lo mucho que la humanidad ha perdido en términos vinculares y afectivos, en términos de desarrollo y de oportunidades de vida para los niños y jóvenes a los que se ha privado de los espacios más saludables para la evolución humana: la escuela y la recreación al aire libre.

El resultado del pánico como reacción emocional condujo a que muchos gobiernos plantearan la pandemia en términos de cuarentena o muerte. Otros, en cambio, pudieron controlar el miedo paralizante, reducirlo a una emoción más tolerable y con ello tomaron medidas más sensatas donde la razón se sostuvo por encima de las emociones.

El caso de los gobiernos dominados por el pánico muestra que se rodearon solo de epidemiólogos, sanitaristas y virólogos; los otros, en cambio, apoyaron sus decisiones en la opinión de decenas de expertos. Un ejemplo de ello es el de Italia, donde el gobierno de Guiseppe Conte, a los dos meses de transcurrida la fase 1 a cargo de los epidemiólogos, nombró a un equipo de 17 expertos con la misión de diseñar un plan de reconstrucción del país. Tres economistas, dos sociólogos, un psicólogo, un psiquiatra, un físico experto en innovación, un especialista en empleo, un abogado en derecho comercial y un experto en discapacidad. Al frente de ese equipo designaron tres directivos y al ex-CEO mundial de Vodafone, el italiano Vittorio Colao.

La complejidad de una amenaza a la salud, global y de una magnitud sin precedentes, hace más necesario que nunca convocar a expertos de las áreas más relevantes y vitales de la existencia humana, para enfrentar el fenómeno desde un abordaje multidisciplinario, más completo y abarcativo, más equilibrado y sobre todo más sensato a la hora de entender que el ser humano no es un simple organismo, sino una integridad biopsicosocioespiritual.

Escuela y salud mental

En cualquier escenario de riesgos, es preciso mirar los costos sobre otros aspectos y en ese balance, tanto Salta como el resto del país, tiene una deuda con millones de niños y jóvenes argentinos: las escuelas. ¿Se puede compensar a un comercio por las pérdidas producidas durante la cuarentena? Tal vez sí.

¿Pero cómo hacemos para devolverles a los niños y a los adolescentes las oportunidades de desarrollo perdidas durante tantos meses? ¿Se pensó en los efectos de la ralentización del lenguaje, el retraso en el vocabulario que está directamente relacionado con las habilidades sociales, en los baches que se producen en la capacidad mental de almacenar, de memorizar y de analizar, del tiempo perdido en la construcción del pasaje del razonamiento concreto al abstracto?

Un ejemplo de esto explica una etapa vital de la evolución humana; cuando un niño que solo sabe contar con los dedos de la mano o con regletas (pensamiento concreto) adquiere la capacidad de contar con la mente (pensamiento abstracto) Dicho pasaje es el producto de un método donde mejor se practica, se estimula y se aprende es en la escuela y representa "el" salto cualitativo de la especie humana. Utilizar la mente para conocer el mundo, pasar de lo sensorial a la lógica, es la génesis del pensamiento complejo, del futuro razonamiento científico, de la filosofía, de las invenciones, de los descubrimientos, de la creatividad humana y no solo eso. Ese pasaje a lo abstracto, es un acto de autonomía que contribuye a fortalecer la autoestima de las personas a una temprana edad, lo que equivale a una riqueza interna insustituible.

Soledad y salud mental

La escuela también funciona, entre otros aspectos, como la caja de resonancia de familias disfuncionales y caóticas, siendo los colegios entornos seguros y en muchos casos, ambientes mejores que las propias casas. El confinamiento ha empeorado la situación de dicha comunidad, pero más aún la de aquellos que más necesitan de las instituciones, de lazos sociales sanos y del vínculo con un adulto en quien confiar, que suelen ser las maestras y los docentes.

No es casual que los adolescentes estén presentando ciertas patologías.

Se observa en ellos síntomas de apatía y desgano; depresión, ansiedad y una inquietante permanencia frente a las pantallas, que en algunos casos exceden a las 12 horas diarias. 
Para determinar si el aislamiento como medida para la contención de enfermedades podrían presagiar futuros problemas de salud mental, investigadores realizaron una revisión de los estudios centrados en la relación entre la soledad y la salud mental en los jóvenes.
 En la revista científica Intramed se informa que “en una búsqueda que empleó términos como cuarentena, aislamiento social, soledad y salud mental se identificaron 4.531 estudios en inglés publicados desde 1946; se analizaron 63 estudios con 51.576 participantes sanos, con medidas de evaluación válidas”:    
 * Las correlaciones entre la soledad y los síntomas depresivos variaron de moderadas a grandes en 45 estudios que examinaron este tema, principalmente en adolescentes y adultos jóvenes.
 * Las personas que experimentaban soledad tenían más probabilidades de obtener puntajes superiores a los límites de depresión. 
 * La ansiedad generalizada y social también se asociaron con el aislamiento.
* Se encontraron asociaciones entre aislamiento, soledad e ideas suicidas, autolesiones y conductas alimentarias desordenadas.
* Un estudio examinó los problemas de salud mental después del aislamiento forzado en pandemias anteriores; los niños sometidos a cuarentena tenían cinco veces más probabilidades que los controles de requerir servicios de salud mental.

Tecnología e interacción

Tras estos largos meses de uso de la tecnología en casi todos los ámbitos de la vida, podemos afirmar que es una herramienta útil pero también ineficaz, si con ella se pretende reemplazar la interacción humana. La creciente fascinación por la tecnología ha sido un salvavidas del aislamiento total, pero hace aguas a la hora de sustituir la cercanía del juego, de la construcción del “sí mismo” a través de las emociones y del comportamiento de los otros, de los aciertos y fallas en el juicio de realidad, de aceptar las reglas, de las victorias y las derrotas, de desarrollar habilidades cognitivas, deportivas y sociales. De modo que en la línea del tiempo evolutivo habrá daños en el desarrollo mental. La gravedad y permanencia del mismo será mayor o menor según la edad y los grados de fortaleza o vulnerabilidad de cada individuo.

 Algunas propuestas

Contribuir a la resiliencia, a la capacidad humana (sobre todo en la edades tempranas) de reinventarse y hacer de la adversidad una experiencia fecunda.
Los lingüistas proponen una narrativa de la pandemia con términos que generen emociones positivas, de cooperación, solidaridad y recompensa por el esfuerzo individual y social: “un camino largo que transitamos juntos; una alta montaña que escalamos hasta llegar a la cumbre; veremos la luz al final del túnel”
Y evitar plantearlo como “guerra, amenaza, enemigo invisible, héroes, traidores, soldados” por la implicancia psico-social agresiva que tiene el uso constante de dichos términos en la población afectada. Con todo lo vivido y asimilado en estos meses, la pandemia ya no es más un hecho inédito que nos tomó desprevenidos. La sociedad reclama a los gobiernos sensatez en el diseño de políticas públicas, esto es una visión integral, multidisciplinaria y a tiempo. Porque la buena política, si se hace a tiempo, es dos veces buena. 
 
 
 
 

 

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