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El mundo en problemas y la solución empieza por casa

Lunes, 20 de abril de 2020 00:00
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El coronavirus COVID-19 es la noticia económica más importante de estos días, y probablemente se ubique entre las más influyentes del siglo XXI.

La Argentina, y Salta, viven un momento que evoca, en parte, lo que sucedió en los primeros tiempos del milenio, con un colapso más importante que la salida de la convertibilidad. Estamos en un mundo que parece prepararse para una posguerra. Para la reconstrucción hay que pensar ya, pensar en políticas de excepcionalidad como las que permitieron a Europa salir de la catástrofe a partir de 1944.

Pero ni el país ni ninguna de las provincias saldrá adelante si los políticos no cambian el chip, clausuran "la grieta" -que es una pandemia heredada de los fracasos de cinco décadas- y se ponen a pensar en la generación de empleos y de recursos. El tiempo del show se terminó.

Todas las perspectivas que se abren son sombrías, aunque nadie está seguro de cómo será el mundo que viene.

Según la consultora E&R, para nuestro país, los niveles de caída del PBI 2020 pueden ser similares o más probablemente peores a los de 2002. Sin embargo, el país está más débil que en ese momento, porque el gasto público se desbordó a partir de 2006, ya no está el milagro de la soja -de aquellos tiempo- y la inflación se va a desatar a ritmo de pesadilla. Ricardo López Murphy y otros economistas coinciden que en 2021, la inflación superará los tres dígitos, como en los años 80.

Los 85.000 millones de pesos que repartió el Gobierno nacional se pagan con emisión monetaria. Y no resuelven nada a dos meses de plazo.

El sociólogo Agustín Salvia, de la Universidad Católica Argentina, advirtió que muchos trabajadores en negro o cuentapropistas ya cayeron por debajo de la línea de la pobreza, simplemente, porque dejaron de trabajar. ¿Habremos llegado ya al 50%, como dicen las organizaciones sociales?

El parate es generalizado y las tensiones van a ser progresivamente más agobiantes cuándo más se extienda la cuarentena, pero los gobernantes no deberían escudarse en la crisis y, en cambio, ponerse a trabajar ya para "el día después".

Para las provincias, las advertencias son las mismas. Aferradas a la coparticipación, ya saben que, desde enero, la caída de ese ingreso, en términos reales, fue del 17,6%, si se tiene en cuenta una inflación interanual estimada del +48,7%.

"La crisis 2020/2021 exige hacer reformas estructurales muy profundas, tal vez más profundas que las encaradas a comienzos de los "90s", anticipa E&R.

Y el mundo es otro, muy diferente al de aquellos años de auge neoliberal y privatizaciones de último recurso.

El economista Carlos Melconian anticipa que la economía caerá cerca de 6% en 2020, pero que el agro, la industria y el comercio agroalimentarios, entre otros saldrán ilesos. Todos los economistas coinciden que, una vez más, la producción agroalimentaria va a ser el motor que nos saque del pantano. Pero no hablan del milagro sojero de la primera década ni del modelo agroexportador de la época de las vaquerías, el tasajo y la exportación de trigo a granel. Ahora es la industria moderna productora de alimentos la que va a tener posibilidades de generar bienes con valor agregado y empleo directo e indirecto. La eclosión de la soja, en los "90, desplazó a la ganadería hacia el NOA y el NEA. La indolencia y la ausencia de una visión productiva frenaron el desarrollo rural de Salta, en nombre de valores ambientales distorsionados.

El gobierno provincial y cada uno de los intendentes tienen que ponerse en acción sin esperar que llegue lo que nunca va a llegar.

La economía, la secretaría de Trabajo y los organismos recaudadores deberán tomar una estrategia proactiva, que hoy no tienen, y tratar de colaborar en la generación de bienes y de ingresos genuinos. Es decir, "dejar de cazar en el zoológico".

Y, sobre todo, el Estado pensar seriamente del desarrollo tecnológico y la formación profesional en la enseñanza media y superior.

A las figuras públicas les resulta cómodo mostrarse como quienes "les resuelven los problemas a la gente". Suena lindo, pero la historia no los avala y la pandemia es una tragedia mundial y no hay derecho a usarla como pretexto para no cumplir la función específica de los gobiernos, que es construir el futuro.

 

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