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Güemes ante la historia

Domingo, 14 de junio de 2020 01:14

El título de este artículo evoca a la serie de conferencias que pronunció el gobernador Joaquín Castellanos, con motivo de cumplirse el centenario de la muerte del Héroe Gaucho y que ochenta años más tardes fueran publicadas en sus Obras Completas por el Senado de la Nación a instancias del senador Julio Argentino San Millán. En "Gemes ante la historia" Castellanos dice: "Como militar Gemes merece ser estudiado, pero también fue un estadista. Sus convicciones de soldado y de patriota, manifestadas en sus hechos, en documentos públicos y en su propaganda de director de espíritus, contienen los principios fundamentales del federalismo argentino, tal como está legislado en nuestra Constitución, asegurando, no la subordinación de los Estados al poder central sino afirmando la unión nacional a base del equilibrio de los poderes que representan la soberanía general y las soberanías locales, que son también en la ley, en la historia y en la vida, esencia de nacionalismo, huesos, carne y sangre de la Patria argentina".

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El título de este artículo evoca a la serie de conferencias que pronunció el gobernador Joaquín Castellanos, con motivo de cumplirse el centenario de la muerte del Héroe Gaucho y que ochenta años más tardes fueran publicadas en sus Obras Completas por el Senado de la Nación a instancias del senador Julio Argentino San Millán. En "Gemes ante la historia" Castellanos dice: "Como militar Gemes merece ser estudiado, pero también fue un estadista. Sus convicciones de soldado y de patriota, manifestadas en sus hechos, en documentos públicos y en su propaganda de director de espíritus, contienen los principios fundamentales del federalismo argentino, tal como está legislado en nuestra Constitución, asegurando, no la subordinación de los Estados al poder central sino afirmando la unión nacional a base del equilibrio de los poderes que representan la soberanía general y las soberanías locales, que son también en la ley, en la historia y en la vida, esencia de nacionalismo, huesos, carne y sangre de la Patria argentina".

Ciento noventa y nueve años más tarde, para qué cambiar la contundencia y actualidad de esas palabras por otras, que, seguramente, no dirían todo lo que quisieran decir.

Ese director de espíritus que supo ganarse el amor de todo un pueblo, por su compromiso y su lucha y que fuera llamado con justicia "El Padre de los Pobres" hoy nos mira desde la historia para que honremos su lucha. Desde su pedestal de roca viva, Gemes parece otear un futuro venturoso, en la medida que nos remontemos a las causas que le infundieron un ímpetu inconfundible para desprendernos de la opresión y construir una sociedad libre, justa y soberana.

Batallas

Debe recordarse que desde 1816 a 1821 -año de su muerte- Gemes y sus gauchos pelearon por la independencia en soledad, sin apoyo de ninguna naturaleza, más que el de hombres y mujeres de Orán, Jujuy, Tarija, Santa María de Catamarca y los caudillos altoperuanos, defiendo con fiereza, astucia y tenacidad la identidad de un nuevo país que estaba recién en ciernes. Creyó en esa identidad hasta el paroxismo y que solamente una confederación de estados, como propició en el Congreso de Catamarca, que no pudo llegar a realizarse, se organizasen bajo el imperio de la ley: las entonces Provincias Unidas del Sud y quería para ellas una confederación en donde prime la igualdad.

No debemos perder de vista que la concepción continental de Gemes no terminaba en las actuales fronteras argentinas, sino que abarcaba también la puna de Atacama, el actual territorio del Estado Plurinacional de Bolivia. Perseveró siempre por la unión nacional, aún cuando algunas miradas incisivas y pérfidas lo llamaran despectivamente "El Artigas del Norte". A propósito de ello, José Gervasio de Artigas llegó a escribirle una carta a Gemes, que éste nunca pudo responderle porque entre la lucha y su muerte posterior, le hicieron imposible responderla. El Protector de los Pueblos Libres, veía en la figura del líder salteño a un futuro conductor que plasmase en la federación los sueños de libertad que ambos persiguieron denodadamente.

Ciento noventa y nueve años más tarde esa visión de la organización del Estado hubiese aparejado una distribución mucho más equitativa de los recursos y un desarrollo armónica de esta región. Acaso, porque como Gemes lo avizoró, el federalismo no es declamativo, sino una forma de organización sustentada en las decisiones autonómicas y la equidad en el reparto. La visión moderna y adelantada de Gemes fue clave en su estrategia.

Solamente debe pensarse que para la época era casi una extravagancia que su hermana y confidente Macacha, fuese además su principal operadora política y a la vez hubiese constituido una red de espionaje extraordinaria constituida por Juana Moro, Loreto Sánchez, Andrea Zenarruza, Gertrudis Medeiros, entre otras. Martín Gemes fue un precursor en la igualdad de la mujer, como también en la justicia para quienes menos tienen, a través de la implantación del Fuero Gaucho, que consistía en repartir parcelas a sus gauchos para que trabajasen, por no contar con dinero para pagarles el salario de una incruenta guerra.

Respetado

Pero justo es recordar también, que el respeto a Gemes y sus huestes gauchas, no solamente proviene de escritores americanos, sino de personajes que lucharon en estas tierras en el bando español, como el general Andrés García Camba, quien luego fuera capitán general de Filipinas y participó activamente en la tercera invasión realista a Salta y posteriormente combatió contra las fuerzas libertadoras del Perú, el dejó para los tiempo una bella página caracterizando a los gauchos de Gemes, de este modo: "eran hombres de campo, bien montados y armados todos de machetes, sable, fusil o rifle (carabina de caballería), de los que se servían alternativamente sobre sus caballos con sorprendente habilidad, acercándose a las ropas con tal confianza, soltura, y sangre fría que admiraban a los militares europeos, que por primera vez observaban aquellos hombres extraordinarios a caballo y cuyas excelentes disposiciones para la guerra de guerrillas y sorpresa tuvieron repetidas ocasiones de comprobar. Eran individualmente tan valientes, tan diestros a caballo, que igualan si no excenden en cuanto se dice de los célebres mamelucos y de los famosos cosacos, porque una de las armas de estos enemigos consistía en su facilidad para dispersarse y volver de nuevo al ataque, manteniendo a veces desde sus caballos y otras veces echando pie en tierra y cubriéndose con ellos, un fuego semejante al de una buena infantería".

Ese respeto se fundó en que si algo distinguió a Gemes fueron la firmeza de sus concepciones. Llegaron a ofrecerle ser marqués de España para que claudicara de sus posiciones, dinero y educación europea para sus hijos, pero nada ni nadie pudo hacerlo cambiar de opinión. Ni siquiera con la oferta de atención médica en su hora final. Tal vez la mayor gloria del caudillo, haya sido inmolarse sin claudicar jamás por sus ideales y utopías.

Otra faceta de Gemes fue su lealtad hacia el plan sanmartiniano. José de San Martín reivindicó a Martín Gemes, le brindó su apoyo y hasta lo hizo general de vanguardia, e lo que pensó que podría ser el flanco derecho del asalto final a Lima. La muerte del jefe salteño apagó esa posibilidad, que posiblemente, hubiera cambiado la historia. Otro aspecto que no es menor, es el de la conducción política que tuvo el Héroe Gaucho. De no haber tenido al ascendiente casi devocional de todo un pueblo, su proyecto no hubiera trascendido. Acaso porque toda epopeya no sólo requiere de armas, sino también de ingenio.

La Guerra Gaucha y la gesta gemesiana son dos hitos fundacionales de nuestra identidad nacional que estuvo acompañada por mujeres y hombres decididos a fundar un nuevo Estado; dirigentes cuyo único compromiso era la libertad y el sacrificio que importaba ser independientes. Ellos nos marcaron el camino y nos impregnaron de ese sentimiento incomparable de argentinidad que no supo de cansancio, desmayos ni esfuerzos descomunales. Lucharon siempre en condiciones inferiores, desde sus uniformes y vestiduras hasta su armamento, sin embargo tuvieron el ánimo invicto de quienes apuestan a las causas nobles que en definitiva, son las que ensanchan el alma de los pueblos.

 

 

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