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Una periodista con marca propia y sueños de igualdad    

Teresita Frías, comunicadora social.
Domingo, 07 de junio de 2020 02:01

Teresita Frías tiene todo en contra. Es mujer, joven, madre que cría a sus hijos sola, trabajadora de prensa autogestionada y lleva el pañuelo verde que a muchos les molesta en el interior. En este Día del Periodista se intenta realizar un homenaje para todas y todos los trabajadores de los medios de comunicación que se desempeñan el nuestro territorio provincial.
Teresita nació y trabaja en la ciudad de San José de Metán. Tiene actualmente 36 años y no siempre estuvo en la ciudad del sur de la provincia. En el medio, un gran camino fue templando el trabajo de Teresita como “una periodista feminista y popular”.
Ella recuerda una infancia feliz, muy ligada al campo en el barrio El Crestón, pegado al cerro, con su primaria transcurrida, una parte, en la escuela Guillermo Sierra y la otra en escuela Juana Manuela Gorriti, de la Villa San José.
Sus padres René y Mercedes les aseguraron una infancia sin mayores complicaciones. La memoria la lleva a sus paseos por el campo, de caminatas silenciosas fuera del mundo humano.
“Yo fui siempre muy del barrio. Sin embargo, no tenía tantos amigos y era más bien introvertida. Me acuerdo de que mi mamá me regaló, siendo muy niña, el libro de Moby Dick y ese fue el disparador para ser una gran lectora. De mi padre recuerdo los paseos por el campo. Teníamos una familia bien gaucha y por eso soy bien campestre”, dijo.
Es la mayor de tres hermanas más: Florencia, Micaela y María, la más chica. 
Al secundario lo cursó en el Nacional Juan Carlos Dávalos, también de Metán, y luego se mudó a Salta para ingresar en la Universidad Nacional de Salta en 2006.
“Yo primero ingresé en la Facultad de Ciencias Económicas, en la carrera de Contador y no me sentía cómoda. Buscaba algo más social y pasé a Economía, pero seguía sin estar a gusto. Con mucho dolor, le dije a mi papá que no quería seguir y perdí un año. Pero gané mucho más, me pasé a Humanidades a la carrera de Comunicaciones Sociales y fue como todo un mundo nuevo que descubrí. Estaba tan en mi salsa que de pronto comencé a sacarme diez en todos los parciales. Fue toda una revelación para mí”, contó Teresita y, como en un rulo de recuerdos, volvió a su infancia, a aquella novela de Herman Melville, la del cachalote blanco, que le regaló su mamá en la infancia.
“Ahora me doy cuenta de que el indicio más fuerte era que, desde niña fui, una gran lectora. De pronto Comunicaciones fue un amor a primera vista, me premiaban por leer, era maravilloso. Ese descubrimiento fue para toda la vida. De pronto, me sorprendieron profesores como Víctor Arancibia a quien quiero recordar este día en este día como formador de periodistas. También a Andrés Gauffin y a José Acho, quienes confiaron en mí y fueron los que primero me convocaron para hacer prácticas en periodismo”, recordó.
Teresita comenzó a trabajar con las intermitencias características para muchos comunicadores. En esos tiempos formó una pareja y sus viajes a Buenos Aires se hicieron frecuentes. Tuvo a sus dos hijos: Ornella y Vincenzo. Luego, también tuvo un paso por La Matanza y Cipolleti. Siguió con su carrera de comunicadora y luego volvió a Salta con sus dos hijos.
Entre 2011 y 2012 se dedicó a realizar trabajos como autogestionada (o freelance) por los contactos que le habían quedado de su vida fuera de Salta. Con dos niños a cargo, entró en el mundo de los y las periodistas sin relación de dependencia, en el que la estabilidad económica resulta una quimera. 
En 2014 decidió volverse a Metán, en donde los abuelos aseguraban ayuda para una trabajadora sin horarios, feriados, ni excepciones para acontecimientos familiares.
En el mismo año se creó el diario InfoSalta, que es un proyecto autogestionado. Luego comenzó a trabajar en la revista Calchaqui Mix y en El Vocero de Metán, realizó corresponsalías y trabajó para Canal 7. También se metió en algunas producciones de programas de radio.

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Teresita Frías tiene todo en contra. Es mujer, joven, madre que cría a sus hijos sola, trabajadora de prensa autogestionada y lleva el pañuelo verde que a muchos les molesta en el interior. En este Día del Periodista se intenta realizar un homenaje para todas y todos los trabajadores de los medios de comunicación que se desempeñan el nuestro territorio provincial.
Teresita nació y trabaja en la ciudad de San José de Metán. Tiene actualmente 36 años y no siempre estuvo en la ciudad del sur de la provincia. En el medio, un gran camino fue templando el trabajo de Teresita como “una periodista feminista y popular”.
Ella recuerda una infancia feliz, muy ligada al campo en el barrio El Crestón, pegado al cerro, con su primaria transcurrida, una parte, en la escuela Guillermo Sierra y la otra en escuela Juana Manuela Gorriti, de la Villa San José.
Sus padres René y Mercedes les aseguraron una infancia sin mayores complicaciones. La memoria la lleva a sus paseos por el campo, de caminatas silenciosas fuera del mundo humano.
“Yo fui siempre muy del barrio. Sin embargo, no tenía tantos amigos y era más bien introvertida. Me acuerdo de que mi mamá me regaló, siendo muy niña, el libro de Moby Dick y ese fue el disparador para ser una gran lectora. De mi padre recuerdo los paseos por el campo. Teníamos una familia bien gaucha y por eso soy bien campestre”, dijo.
Es la mayor de tres hermanas más: Florencia, Micaela y María, la más chica. 
Al secundario lo cursó en el Nacional Juan Carlos Dávalos, también de Metán, y luego se mudó a Salta para ingresar en la Universidad Nacional de Salta en 2006.
“Yo primero ingresé en la Facultad de Ciencias Económicas, en la carrera de Contador y no me sentía cómoda. Buscaba algo más social y pasé a Economía, pero seguía sin estar a gusto. Con mucho dolor, le dije a mi papá que no quería seguir y perdí un año. Pero gané mucho más, me pasé a Humanidades a la carrera de Comunicaciones Sociales y fue como todo un mundo nuevo que descubrí. Estaba tan en mi salsa que de pronto comencé a sacarme diez en todos los parciales. Fue toda una revelación para mí”, contó Teresita y, como en un rulo de recuerdos, volvió a su infancia, a aquella novela de Herman Melville, la del cachalote blanco, que le regaló su mamá en la infancia.
“Ahora me doy cuenta de que el indicio más fuerte era que, desde niña fui, una gran lectora. De pronto Comunicaciones fue un amor a primera vista, me premiaban por leer, era maravilloso. Ese descubrimiento fue para toda la vida. De pronto, me sorprendieron profesores como Víctor Arancibia a quien quiero recordar este día en este día como formador de periodistas. También a Andrés Gauffin y a José Acho, quienes confiaron en mí y fueron los que primero me convocaron para hacer prácticas en periodismo”, recordó.
Teresita comenzó a trabajar con las intermitencias características para muchos comunicadores. En esos tiempos formó una pareja y sus viajes a Buenos Aires se hicieron frecuentes. Tuvo a sus dos hijos: Ornella y Vincenzo. Luego, también tuvo un paso por La Matanza y Cipolleti. Siguió con su carrera de comunicadora y luego volvió a Salta con sus dos hijos.
Entre 2011 y 2012 se dedicó a realizar trabajos como autogestionada (o freelance) por los contactos que le habían quedado de su vida fuera de Salta. Con dos niños a cargo, entró en el mundo de los y las periodistas sin relación de dependencia, en el que la estabilidad económica resulta una quimera. 
En 2014 decidió volverse a Metán, en donde los abuelos aseguraban ayuda para una trabajadora sin horarios, feriados, ni excepciones para acontecimientos familiares.
En el mismo año se creó el diario InfoSalta, que es un proyecto autogestionado. Luego comenzó a trabajar en la revista Calchaqui Mix y en El Vocero de Metán, realizó corresponsalías y trabajó para Canal 7. También se metió en algunas producciones de programas de radio.

Futuro

“El trabajo de los periodistas está muy precarizado. A eso lo deben entender las personas que nos escuchan, que nos ven y que nos leen. Peor es en el caso de los que trabajamos en el interior porque los condicionantes son más fuertes y cualquier político te baja línea por una pauta. La economía familiar de los compañeros está en manos de los funcionarios de turno. Es mucho peor si sos feminista, sos mujer y del interior”, declaró.
La trabajadora mencionó y puso como ejemplo, a Pedro Hinojosa, periodista de El Quebrachal que fue amenazado con armas de fuego tras una investigación en la que se develó que funcionarios del intendente local Rolando “Roli” Rojas estaban en la lista para cobrar los subsidios por la cuarentena del Gobierno nacional.
Algo similar ocurrió con las amenazas recientes al periodista de Orán, Samuel Huega. La lista es extensa, y el futuro difuso.
“Yo tengo esperanza de que nuestra profesión en el futuro dejará de estar tan condicionada por la pauta de los políticos, que no estemos tan precarizados como ahora, con un gremio fuerte, con una buena obra social y con más derechos. Porque si seguimos así estamos atentando diariamente contra la libertad de trabajo y de acceso a la información, los cuales son derechos fundamentales para todos los ciudadanos. Yo por lo pronto me veo en esto del periodismo luchando siempre por los compañeros y repitiendo una y mil veces que si tocan a uno nos tocan a todos”, concluyó Teresita Frías.
 

El día en que la periodista fue noticia

Teresita Frías fue noticia, lamentablemente, cuando el economista Javier Milei la maltrató en su paso por Metán, ante las sonrisas cómplices de muchos de los presentes en una conferencia de prensa. Entre los asistentes se encontraban Alfredo Olmedo y Fernando Romeri. 
“Luego de ese hecho fueron muchos los llamados que recibí desde todos los puntos del país. Con lo que hizo y dijo Milei se hizo visible la problemática de los y las trabajadoras de prensa. En ese momento fuimos interpelados por los grandes atropellos que sufrimos en nuestra labor diaria”, recordó Teresita.

 

“Somos la voz de quienes no la tienen”

Es una militante que lucha contra los femicidios y la violencia de género.

™Con su pañuelo verde a favor de la legalización del aborto, tatuajes, cabellos de colores llamativos, un micrófono y dos niños que la siguen como patitos, Teresita Frías rompe con su imagen la tranquilidad de una ciudad situada a 140 kilómetros de la capital provincial, en el interior del interior.
Hace dos marzos atrás, para el 8 de marzo, ella y otra compañera feminista decidieron hacer un tendedero en la plaza principal de la ciudad para llamar la atención sobre la problemática de los femicidios y la violencia de género.
Ellas montaron su campaña frente a la Iglesia central, quizás porque no vieron provocación y dicotomía alguna. Pero asegura que muchos vecinos vieron tal manifestación como una ofensa y comenzaron a mirarlas de mal modo, las apuntaron con el dedo y algunos se animaron a insultarlas. 
Casi nadie se acercó a preguntar por qué estaban ahí esos “raros peinados nuevos”, de cabezas moradas y cuellos verdes.
“Ya estábamos con los brazos muy caídos cuando una mujer se nos acercó y nos contó sobre la muerte de su hija. Ella nos reconoció por nuestro trabajo en la radio y nos contó la causa de su hija calificada como un suicidio, como un caso cerrado y archivado, pero que ella sabía que era un femicidio; se trataba de una de las tantas mamás que buscaba justicia por la muerte de su hija. Comenzamos entonces con el trabajo de investigar y buscar datos y al día de hoy reabrieron la causa, retomaron la investigación y eso fue tan grande... No me importan los insultos, el desprecio y la ignorancia. Con esa sola mamá que ahora tiene la esperanza de saber qué sucedió con su hija me basta y me dan ganas de seguir militando, y trabajando en la concientización sobre esta problemática tan grande que es la violencia hacia las mujeres. Ese hecho nos dio fuerza para entender de manera definitiva que las y los comunicadores debemos ser el micrófono abierto, dar la voz a aquellos que no la tienen y mostrar a los invisibilizados... los nadies”, dijo Teresita.

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