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A 200 años del plan continental de San Martín y Güemes

El 8 de junio de 1820 Martín Miguel de Güemes fue designado por San Martín general en jefe del Ejército de Observación del Perú.
Domingo, 07 de junio de 2020 02:01

Por estos días, los salteños comenzamos a recordar los tristes acontecimientos que hace 199 años culminaron con la muerte del general Martín Miguel de Güemes, ocurrida el 17 de junio de 1821. Así lo hacemos desde hace casi dos siglos, pero casi siempre olvidando que un año antes, en 1820, por estos mismos días, el general San Martín había sumado a Güemes a su Plan de Liberación Continental en el Perú.
Lamentablemente, ese proyecto pergeñado por San Martín y que debía ser ejecutado por Güemes, se frustró. Al decir de Vicente Fidel López, por culpa de los “menguados espíritus de los enemigos de adentro que no le comprendían cuando ponían obstáculos en el camino de estas magnánimas previsiones. El fuego sagrado de los propósitos estaba solo en él (Güemes) y en el general San Martín. Los demás eran miopes que no alcanzaban a comprender esos grandes intereses”. Y en esa miopía, hay que decirlo, estuvieron el gobierno de Buenos Aires, el señor Bernabé Aráoz, pomposamente autoproclamado “Presidente de la República del Tucumán”, quien como dice Mitre: “se negó a auxiliar a Güemes” en la difícil tarea de organizar el Ejército de Observación. Y por último, también estuvieron entre esos miopes, los enemigos que siempre combatieron a Güemes en Salta y Jujuy, hasta lograr, en connivencia con el enemigo, concretar el magnicidio que Salta por estos días conmemora.

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Por estos días, los salteños comenzamos a recordar los tristes acontecimientos que hace 199 años culminaron con la muerte del general Martín Miguel de Güemes, ocurrida el 17 de junio de 1821. Así lo hacemos desde hace casi dos siglos, pero casi siempre olvidando que un año antes, en 1820, por estos mismos días, el general San Martín había sumado a Güemes a su Plan de Liberación Continental en el Perú.
Lamentablemente, ese proyecto pergeñado por San Martín y que debía ser ejecutado por Güemes, se frustró. Al decir de Vicente Fidel López, por culpa de los “menguados espíritus de los enemigos de adentro que no le comprendían cuando ponían obstáculos en el camino de estas magnánimas previsiones. El fuego sagrado de los propósitos estaba solo en él (Güemes) y en el general San Martín. Los demás eran miopes que no alcanzaban a comprender esos grandes intereses”. Y en esa miopía, hay que decirlo, estuvieron el gobierno de Buenos Aires, el señor Bernabé Aráoz, pomposamente autoproclamado “Presidente de la República del Tucumán”, quien como dice Mitre: “se negó a auxiliar a Güemes” en la difícil tarea de organizar el Ejército de Observación. Y por último, también estuvieron entre esos miopes, los enemigos que siempre combatieron a Güemes en Salta y Jujuy, hasta lograr, en connivencia con el enemigo, concretar el magnicidio que Salta por estos días conmemora.

El bicentenario

De todos modos, mañana se conmemorarán 200 años de que el General José de San Martín designó al gobernador de Salta, don Martín Miguel de Güemes, “General en Jefe del Ejército de Observación sobre el Perú”. La notificación llegó a manos del mandatario salteño, el 28 de julio de 1820 y con tal motivo, el Libertador le escribió: “V.S. es el General en Jefe del Ejército de Observación, por sus conocimientos distinguidos, sus servicios notorios, la localidad de su provincia y voluntaria aclamación de los jefes y tropas del Ejército Auxiliar del Perú. A V.S. pues corresponde desempeñar con la dignidad que sabe de las delicadas funciones de esta superior calificación militar. Me obligo solamente a pagar todos cuantos auxilios se hagan a V.S. por el vecindario de la provincia a su mando en favor del Ejército desde luego que nos posesionemos del Perú y a tener la mayor consideración a los voluntarios prestamistas”.
Sobre esa designación, el historiador Atilio Cornejo afirma que dicho nombramiento fue “en virtud del poder acordado por los jefes y oficiales patriotas en Rancagua, el 2 de abril de 1820, despacho que recibió Güemes el 28 de julio de 1820, según lo suscribió Jacinto Yaben en “Hallazgos de documentos fundamentales sobre la epopeya sanmartiniana”, el 17 de agosto de 1944.
Pero la designación de Güemes al frente del Ejército de Observación sobre el Perú, fue puesta en tela de juicio por sus enemigos que no eran pocos, incluso después de haber caído asesinado en junio de 1821. Su nombramiento consta en varios documentos, por ejemplo en el oficio elevado por el coronel Juan Bautista Bustos al “Gobernador Político Militar de la Provincia de Buenos Aires”, el 28 de agosto de 1820. También en el acta del Cabildo de Salta del 29 de agosto de 1820, cuando se acuerda solicitar ayuda militar a las otras provincias para “contribuir a la mayor celeridad de la expedición, que empeñosamente el señor general nombrado (San Martín)...”. Más adelante la exposición del Cabildo dice: “En conclusión acordamos decir (los cabildantes) a los Territorios Unidos, que no obstante que se ha recibido ya de la mayor parte de ellos, el reconocimiento del empleo de General en Jefe confiado como un acto legítimo y espontaneo del Ejército Grande a la persona del señor Coronel Mayor don Martín Güemes, era convenientísima, y esencial al interesante objeto de salvar a la Patria, la celeridad de igual diligencia de los Pueblos que aún no han presentado su reconocimiento...”.

Vicente Fidel López

Sobre la designación de Güemes al frente del Ejército de Observación sobre el Perú, el historiador Vicente Fidel López dice: “...personalmente y como Gobernador de Salta, era intransigente con las banderas del Rey. Su corazón y su entusiasmo estaban por entero allá y “con el ejército de San Martín”. Su fervoroso anhelo era en aquellos momentos “organizar cuatro o cinco mil hombres para marchar con ellos sobre Potosí y Oruro, combinar sus operaciones desde la sierra del Perú con las del general San Martín”, y poner su terminación natural a la glorioso Revolución de Mayo y a los esfuerzos que Salta había hecho en la larga lucha de la independencia nacional con la ocupación de Lima.

Manos a la obra

Al notificarse Güemes del nombramiento de San Martín, de inmediato estaba en marcha y Güemes de inmediato se impone la tarea de formar el Ejército de Observación sobre el Perú. Sobre esto, don Atilio Cornejo dice: “Güemes activa la organización de su Ejército y asciende a sus principales oficiales, el 28 de julio de 1820, entre otros: Manuel Sevilla, José Ignacio Zárate, Lorenzo Martínez de Mollinedo, Bonifacio Ruiz de los Llanos, Pablo Martearena, Juan Esteban Pérez, Esteban Justininano, Félix Céspedes, Eusebio Martínez de Mollinedo, José Francisco Hurtado, Andrés Olmo, Mariano San Millán, Francisco Uriondo, José Manuel Rivero, Pedro Celestino Loras, José Manuel Vaca, Bernardino Solís, Martín Hernández, Toribio Herrera, Manuel Tirado, José Antonio Ruíz, Manuel Alemán, Juan Antonio Baldovino, Felipe Royo y Remigio Plaza. 

Otras gestiones

Por sugerencia de San Martín, el núcleo del Ejército de Observación sobre el Perú, debía conformarse con la división de caballería que desde Córdoba enviaría el coronel Juan Bautista Bustos, y a las que se debían sumar las fuerzas que aportarían las provincias de Tucumán y Santiago del Estero. A estas debían agregarse finalmente los 4.000 hombre que Güemes reclutaría en Salta y Jujuy. Eran, dice Vicente Fidel López, para “llamar la atención del enemigo por esta parte (actual norte argentino) y evitar que pueda destacar algunas divisiones en auxilio de las que guarnecen las costas del Perú”.
Y así fue que de Córdoba partieron las fuerzas rumbo a Salta al mando del coronel Alejandro Heredia, esposo de la salteña Juana Josefa Cornejo Medeyro. Pero al pasar por Tucumán las tropas de Heredia “fueron forzadas a dejar esa provincia sin que se le prestara la ayuda comprometida”. Finalmente, Heredia llegó a nuestra provincia con sus columnas diezmada por la deserción. Y mientras Heredia lidiaba por llegar a Salta, Güemes había enviado al coronel Francisco Pérez de Uriondo a pedir ayuda en las provincias del litoral, como tropas, armamentos, insumos de guerra y dinero. Pero la gestión de Uriondo fue lamentable: solo consiguió 30 mil cartuchos, 8.000 piedras y algunas herramientas que le facilitó Buenos Aires. Por su parte el gobernador de Santa Fe, don Estaninlao López le dice: “Desgraciadamente me hallo comprometido en una guerra cruel y dolorosa... a pesar de mis insinuaciones pacíficas que he hecho al Cabildo de Buenos Aires”. Y concluye expresando: “su más entusiasta admiración a Güemes por la lucha que sostiene contra los españoles”.
Con estos resultados se desvanecen las grandes esperanzas que Güemes tenía, ya que el Supremo Entrerriano tenía tropas de gran valía, que habían vencido a Artigas y a los ejércitos de Buenos Aires. Y así fue que la falta de apoyo de los gobiernos provinciales hizo que la expedición que formaba parte del Plan Continental del general San Martín fracase. Y una de las consecuencias de este fracaso fue la conferencia de Guayaquil y el precipitado retiro de San Martín de Lima.
Don Atilio Cornejo dice en su “Historia de Güemes”: “San Martín y Güemes se pusieron de acuerdo en 1820 para combatir al consumo a las fuerzas españolas enemigas. La historia no ha creído, sin embargo, durante décadas en la existencia de este plan, y hasta lo ha declarado imposible y absurdo. Mil documentos inéditos y otros tantos insertos en publicaciones han ofrecido, la prueba evidente de dicho hecho histórico, atestiguado por el propio San Martín, quien, en un momento dramático de su vida, dijo desde Lima y después de muerto Güemes al gobernador de Buenos Aires: “Vine a buscar al enemigo en el seno de sus grandes recursos... bajo la salvaguarda de la moral del país, de la firmeza de los bravos que me acompañan y de la cooperación con que contaba en la frontera de Jujuy para distraer la atención de los     ejércitos españoles”. 
 

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