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"Plandemia" es la deuda

Viernes, 24 de julio de 2020 02:24

En estos tiempos aciagos que vive nuestra patria (aciagos, porque estamos cayendo y no vemos de dónde agarrarnos) existe un serio riesgo de fractura, disolución y las grietas se multiplican y es la patria la que se agrieta.

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En estos tiempos aciagos que vive nuestra patria (aciagos, porque estamos cayendo y no vemos de dónde agarrarnos) existe un serio riesgo de fractura, disolución y las grietas se multiplican y es la patria la que se agrieta.

Poco a poco se van incendiando todos los elementos que puedan cohesionar al pueblo argentino.

Nuestra historia muestra cómo se fueron encadenando los hechos, como si todo hubiera sido gestado y programado desde la trastienda hacia la insolidaridad, la pobreza y la miseria. Pobres contra pobres.

Los peores pronósticos, hace medio siglo, jamás hubieran lucubrado una realidad como la que vivimos.

Esa Argentina potencia, esa nación de paz, trabajo y tolerancia, no llegó, y hoy caminamos hacia el precipicio.

El pensamiento racional y los valores morales han cedido espacio a la vorágine violenta, frívola, cargada de odio y aferrada a íconos falsos.

Difícil es escribir sobre estas cuestiones, pero mucho más difícil es poder debatir a través de las redes tecnológicas, el nuevo elixir que intentan reemplazar el debate político y el análisis de la realidad, por banderías que lejos de aportar lucidez, enceguecen a todos.

Hoy el control se ejerce atrozmente sobre todo pensamiento, trabajo o investigación científica que informe, instruya, eduque o contradiga al status quo.

Cuando es así se bloquea, no se edita, no se comenta, no se distribuye y ni siquiera se anoticia de su existencia. Así se silencia toda investigación intelectual perturbadora.

Mientras sólo hay voz a lo "políticamente correcto", el pueblo argentino "quiere saber de qué se trata", como en 1810, cuando no entendía qué ocurría.... y siguió sin entenderlo nunca.

En estos días en que la desinformación o la noticia direccionada es la constante, el manejo de la misma es el arma fundamental para que los pueblos consideren a las desgracias económicas que siegan sus vidas, como un fenómeno natural.

Con la desinformación las víctimas no tienen ni pueden construir el diagnóstico de los males que sufren. Por eso nadie acierta con el tratamiento.

Esto es lo que hoy ocurre en días de "Plandemia" y que anticipa un futuro sombrío, cercano al caos nacional.

Estamos inmersos en esta globalización depredadora, de saqueo de los estados y masacre de sus pueblos. Es muy importante que alguien empiece a analizar con seriedad científica la consecuencia de la falta de un mínimo criterio demográfico, evaluando cómo se generan los asentamientos y se inducen las migraciones casi clandestinas. Y que no se diga que esto es "xenofobia": la demografía es imprescindible para planificar la educación, la generación de fuentes de trabajo y los registros de ciudadanía. Es el ABC del funcionamiento del Estado.

Cada vez más, parecemos un pedazo de tierra con gente arriba con casi nada en común.

Vivimos en un país esclavizado por la deuda. Un territorio tributario de deuda impagable que posibilita un saqueo sin fin.

Somos un deudor sin recursos, sin margen de maniobra y condicionado por el acreedor. Son las reglas bajo las cuales los "expertos" nos canibalizan.

Hoy la deuda que nos mata no sólo es la deuda famosa, la nacional, sino que en Salta soportamos la asfixia de nuestra deuda provincial sigue el camino de capitalizar los intereses, que ni siquiera pueden renegociarse.

Es difícil el momento, pero doblemente difícil porque la política no alcanza a medir la verdadera magnitud del desafío y los que ocupan puestos de liderazgo prefieren dejarse llevar por el rumbo del viento.

 

 

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