Ayer, la conmemoración del Día del Maestro dio lugar a infinidad de mensajes en las redes sociales. Queda en claro que la educación pública sigue siendo , para la gente, el mayor sistema de inclusión y desarrollo social desde la paideia griega a nuestros días.
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Ayer, la conmemoración del Día del Maestro dio lugar a infinidad de mensajes en las redes sociales. Queda en claro que la educación pública sigue siendo , para la gente, el mayor sistema de inclusión y desarrollo social desde la paideia griega a nuestros días.
En plena cuarentena, el rostro de Sarmiento estuvo presente como nunca. La ciudadanía cree en la educación. La dirigencia política y gremial, no tanto. Los maestros no educan haciendo paros, como se ilusionan algunos. Educan dando clase, en el aula, o a través del zoom, como lo improvisaron este año, por más que, seguramente, la enseñanza se verá resentida. Pero educan, porque siguen mostrando a los alumnos que los consideran importantes. Sarmiento, a quien el revisionismo mezquino pretende cuestionar, tiene a su favor el respaldo de la historia seria, con fuentes y sin ideologías. Porque la ideología, en la escuela, es una imposición. Un educador revolucionario, Paulo Freire, veía a la educación como "práctica de la libertad", como "construcción de la conciencia crítica", como diálogo y experiencia del mundo. En la América latina de los años 50 y 60, ese compromiso con el pueblo le costó cárceles y exilios. Los tiempos han cambiado. Su visión de la persona y del derecho del alumnos de cualquier edad a pensar su vida está vigente y responde a un concepto liminar: "Nadie educa a nadie; nadie se educa a sí mismo; las personas se educan entre sí". Un antídoto contra autoritarismos, dogmatismos y mesianismos de cualquier signo.