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Los pozos ciegos contaminan las napas sin ningún tipo de control

Según el último censo, más del 30% de las viviendas no tienen red cloacal. No existen normativas que los regule. Algunas familias tienen hasta 3 pozos en su terreno.
Domingo, 06 de septiembre de 2020 02:43

En el 2010 el Indec trazó un mapa sobre los líquidos cloacales en Salta y reveló que el 32 por ciento de las viviendas trataban sus "aguas negras" dentro de los terrenos mediante pozos ciegos y "hoyos". A diez años, aún se espera el nuevo relevamiento. Pero, teniendo en cuenta que en Salta hay 145 asentamientos según el Registro de Barrios Populares y que la mayoría nació en los últimos años, las cifras habrían aumentado.

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En el 2010 el Indec trazó un mapa sobre los líquidos cloacales en Salta y reveló que el 32 por ciento de las viviendas trataban sus "aguas negras" dentro de los terrenos mediante pozos ciegos y "hoyos". A diez años, aún se espera el nuevo relevamiento. Pero, teniendo en cuenta que en Salta hay 145 asentamientos según el Registro de Barrios Populares y que la mayoría nació en los últimos años, las cifras habrían aumentado.

Los pozos ciegos crecen en las sombras, sin regulación ni control alguno, creando una alarmante situación ambiental y sanitaria. En lo ambiental, desde el sector académico advierten que deja una huella contaminante de nitrato en las napas que puede quedar "por décadas". En cuanto a lo sanitario, vecinos de asentamientos aseguran que hay niños con afecciones en la piel.

La situación es preocupante tanto en loteos como asentamientos, aunque en estos últimos la situación empeora. Allí, en un mismo terreno llegan a encontrarse hasta tres pozos ciegos, construidos por fuera de lo que se indica.

En el 2010 el Indec informó que había más de 85 mil viviendas que no contaban con las redes cloacales públicas. En la pirámide de calidad de tratamiento por fuera de las redes están los que tienen pozos ciegos con cámara séptica que en el relevamiento eran más de 32 mil, le siguen los pozos ciegos con 40 mil (sin cámara séptica), y por último más de 11 mil "hoyos" (excavaciones a tierra). Mientras que se contabilizaron 17 mil familias que ni siquiera tienen inodoros.

Norma a medias

El problema cloacal de los loteos se solucionó a medias. Luego de problemas que surgieron con varios loteos, el año pasado se modificó la norma que tenía más de 40 años: el decreto 1410/73, que reglamentaba el título V de la ley 2308. Ahora se exige que los desarrolladores inmobiliarios deben tener la factibilidad de servicios públicos otorgados por las empresas a cargo del servicio.

Desde Aguas del Norte explicaron que interceden cuando los loteos se conectaran a la red cloacal pública. "Se les pide que presenten el plano de la red interna", señalaron. En el caso de que una urbanización ingrese a la red pública, "se le exigen que tapen los pozos ciegos". En cuanto a los pozos ciegos, desde la empresa estatal indicaron que la mayoría de los loteos actualmente opta por conectarse a la red pública y que en caso contrario de optar por tratamiento en el mismo terreno, no tienen injerencia.

"Es un desmanejo total, porque no hay normativa", advirtió Fanny Velarde, quien encabezó la Comisión que se creó para la modificación del decre to que regía desde 1973.

 “Hay que actualizar la ley como con estas cosas”, resaltó. 
En cuanto a los controles, Velarde indicó: “Tratamos de que Aguas del Norte tenga más injerencia en los loteos cerrados”, y aseguró que en los loteos abiertos tienen mayor chance de control. 

Tres requisitos

Ante esta irregular situación, Martín Iribernegaray, investigador del Conicet, advirtió que “hay una contaminación asegurada de las napas cuando la densidad de viviendas es alta y las condiciones ambientales del lugar no son las adecuadas para tratamiento in situ”.
Por su lado, los asentamientos muestran una cara más cruda. “En Orán por ejemplo pude ver que en los asentamientos había casas con fondos muy chicos y hasta 4 pozos ciegos. No deberían optar por estos sistemas, con una densidad alta de lotes por manzana, deberían tener servicio de cloacas para prevenir contaminación”, señaló Iribarnegaray. 
“En esos lugares además hay un riesgo de contaminación a la salud por potencial contacto directo con líquidos cloacales”, resaltó el doctor en ciencias biológicas.
Según el académico, son tres aspectos que se deberían tener en cuenta cuando se hace tratamiento de líquidos residuales en el mismo lote: la profundidad del agua subterráneas, el tipo de suelo y la superficie del terreno. Con respecto a la distancia con las napas, se indica que deben estar al menos a 5 o 6 metros con medición en época de lluvia.
“Me llamó la semana pasada una señora de Atocha, porque viven en una urbanización privada, se lo vendieron con luz y agua y el saneamiento no existe, por lo que tienen el agua subterránea a un metro y no saben qué hacer”, contó el investigador que muchas veces termina haciendo de asesor. 
Este requisito es incumplido incluso en barrios estatales: “Si el agua subterránea está alta, cada vez que se usa el baño pueden desbordar los efluentes desde los pozos, y los líquidos están en superficie. Esta situación se da incluso en barrios construidos por el Gobierno, con cámaras sépticas muy chicas y pozos muy cercanos uno del otro. En verano el líquido cloacal en muchos de ellos corre por la calle”, ejemplificó el académico que se especializa en el área para el Inenco de la UNSa. En cuanto al suelo, no debe ser arcilloso por su impermeabilidad ni demasiado infiltrante. “El arcilloso se expande por la humedad y no pasa ningún líquido”, explicó. Mientras que en el pedregoso, “el líquido pasa sin brindar un tratamiento final”. 
Sobre la extensión del terreno, Iribarnegaray indicó que los “tratamientos in situ” no pueden realizarse en un terreno de “menos de mil metros cuadrados porque se necesitan 200 metros cuadrados mínimamente para un correcto tratamiento mediante campo de infiltración”. Disposición que no cumplen muchos loteos y menos asentamientos donde los recursos son escasos y llegan a vivir varias familias en el mismo terreno.

Daños ambientales

El investigador explicó cuáles son las consecuencias ambientales que implican los tratamientos irregulares. “Cuando se hace tratamiento in situ, el nitrógeno es removido escasamente por el suelo. La contaminación con nitrato es lo más importante que se ve cuando no hay cloacas”, indicó y aseguró que esta situación se detectó en algunos barrios de capital y alrededores. “Eso indica que en algún momento deben haber habido asentamientos y las aguas subterráneas deben haber estado contaminadas”, indicó. Para que esas aguas puedan estar limpias nuevamente se necesitan décadas.
En un contexto de falta de regulación y control, más situaciones de emergencia social en el caso de los asentamientos, Iribarnegaray indicó que, “al menos”, debe haber acciones de mitigación, como la priorización de las zonas más vulnerables. “Ahora se incluirá con prioridad el barrio privado la Inmaculada de Vaqueros para la construcción de cloacas, cuando Vaqueros hace décadas que reclama cloacas ”, cuestionó. Además, agregó la “educación ambiental”. “Si tenés un pozo y se desborda, que sea un área donde los chicos no estén en contacto. O tener una mínima cámara séptica si solo tiene pozo. Tal vez alguna fundación pueda trabajar en este sentido. Mitigar hasta tanto lleguen las cloacas”, pidió. En cuanto a las urbanizaciones privadas, indicó que para “prevenir la contaminación, no deberían ser lotes de menos de mil metros cuadrados”.
 

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