12°
30 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

La pandemia desnudó diferencias en la Iglesia

Miércoles, 09 de septiembre de 2020 00:17

Salta, este año, vive un Milagro condicionado por la pandemia. Las medidas extremas de aislamiento llegaron más tarde que al resto del país y se van a agudizar ahora, en septiembre.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Salta, este año, vive un Milagro condicionado por la pandemia. Las medidas extremas de aislamiento llegaron más tarde que al resto del país y se van a agudizar ahora, en septiembre.

La magnitud de la crisis se evidenció con el desplazamiento de la ministra Josefina Medrano, desbordada por una gestión que la colocó desde el primer momento en el centro de la escena: en enero, los 25 niños wichi muertos por desnutrición, y desde marzo, la pandemia. Una carta -de tono reveladoramente crítico- del sacerdote Alberto Abram dirigida al arzobispo Mario Cargnello tuvo un efecto inmediato.

El prelado había acordado con el Gobierno que “la novena debe ser rezada en el corazón de cada hogar. El 15 pediremos que suenen las sirenas (de El Tribuno), las campanas, buscaremos la forma de llegar a cada uno de ustedes”.

Anoche, monseñor Cargnello modificó el programa y anunció que la celebración incluirá una procesión de las imágenes acompañadas por las autoridades eclesiásticas y políticas, y que la gente podrá seguirla desde sus casas. 

No se puede tentar a Dios.

Sin embargo, la fiesta de las imágenes tutelares es una tradición secular en Salta. Un pacto de naturaleza religiosa, es decir, que se lo vive desde los pliegues más íntimos de la persona; no se cumple con ese compromiso de naturaleza teológica de que las imágenes sean sacadas a la calle en compañía del clero y las autoridades. Es difícil imaginar que ese día no haya una multitud en la plaza; por cierto, muchos menos que los habituales.

Los creyentes se acostumbraron a participar en misas “on line”, ajenas a las tradiciones y poco afines con el espíritu de comunidad, pero el Milagro es otra cosa (para el creyente). Por cierto, una concurrencia masiva de personas a la celebración haría casi imposible el distanciamiento. El virus no hace excepciones, ni siquiera por el Milagro. 

El lunes circuló por las redes sociales un texto crítico donde el padre Abram, dirigiéndose a Cargnello, reclama que “no ceda a las presiones del Gobierno para clausurarnos también el Milagro”. El texto cuestiona la administración sanitaria de la provincia y le advierte al arzobispo que “el Milagro no es de su propiedad, ni del Gobierno”. Pero va más allá, ya que agrega objeciones muy crudas al vínculo entre la Iglesia salteña y el Gobierno: “Ya demasiado daño le hemos hecho al Milagro y a la Fe: hemos perdido la enseñanza religiosa en las escuelas; hemos perdido la peregrinación de las escuelas a la Catedral ... y ahora estamos perdiendo la posibilidad de celebrar el Milagro”. También hace referencia a que “la Catedral ha hecho todos los esfuerzos para mantener el distanciamiento social; no es la Catedral ni las iglesias las que contagian; el súper está lleno y es más chico que la Catedral ...

Que el Episcopado nacional y que la Nación nos maltrate, ya es un deporte, pero que los mismos salteños nos pasen por encima, no se puede admitir”. 

“Si ustedes quieren parecerse a (Monseñor Roberto ) Tavella, háganse valer. Además, usted le dijo al Presidente el año pasado que se lleve el rostro de los pobres y que haga algo por los pobres, ¿y a estos qué les dice?”. El sacerdote requiere que “el día 15 saquemos las imágenes con las calles valladas, pidiéndole a la gente que se quede en sus casas, como en Catamarca; y delante de nuestra Catedral los sacerdotes que podamos ir, renovemos nuestro Pacto de Fidelidad. 

Es notable que lo que el texto considera “bochornoso” es una crítica a la relación entre Iglesia y Gobierno, pero en este caso se denuncia la pérdida de influencia eclesiástica en cuestiones como el aborto no punible o la educación católica en escuelas laicas.

Atención primaria, falta

La decisión de evitar la concurrencia masiva es sanitaria. La procesión del Milagro salteño es una de las movilizaciones habituales más numerosas de nuestro país.

La pandemia altera la vida y el ánimo de la gente y nos pone entre la espada y la pared, a la espera de la vacuna. En el Cuarto Conversatorio sobre Pandemia en Salta de la Facultad de Ingeniería de la UNSa., los médicos salteños Bernardo Biella y Enrique Heredia reseñaron la historia de las pandemias desde la aparición de grandes ciudades y las llamaron “catástrofes”. Y no podemos ilusionarnos conque esta sea la última. Y advirtieron que la vacuna está lejos. La COVID 19 existe, es peligrosa y se la enfrenta con barbijo y aislamiento. Y con una estrategia dirigida por un sanitarista.

Como dijo el doctor Heredia citando al sanitarista jujeño Carlos Alvarado, “la atención primaria de la salud es hacer primero, lo primero”. En ese punto, la provincia falla desde mucho antes de la pandemia.

En ese mismo conversatorio, la psicóloga Cynthia Molinari advirtió que la pandemia empieza generando alarma, confusión y preocupación, continúa luego predominando la angustia y culmina en la pregunta “¿hasta cuándo?.

“Lo primero”, en este caso, es atender el humor social, diseñar estrategias de aislamiento y asegurar la asistencia correcta a todos. Y explicar cómo son las cosas, sin pelearse con nadie. Además del padre Abram, mucha gente empieza a cuestionar el cercenamiento de libertades y denuncia falencias del sistema de salud en la provincia. Es lo que se llama el “hartazgo”.
.

PUBLICIDAD