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Los médicos de la Independencia

Viernes, 22 de octubre de 2021 02:30

El Río de la Plata, en sus primeros siglos, no fue un lugar de formación de profesionales en Medicina. En las dos primeras centurias, el Río de la Plata no contó con Protomedicato, institución que debía examinar a los aspirantes a ejercer la medicina y conceder licencias para su ejercicio. A falta de Protomedicato, los Cabildos solían autorizar a quienes acreditaban suficientes conocimientos prácticos. Solo a fines del siglo XVIII, y a consecuencia de las reformas borbónicas de Carlos III y a la importancia alcanzada por la región, es que, el 1 de febrero de 1779, el virrey Vértiz estableció el Protomedicato en Buenos Aires, designando como primer protomédico a Miguel Gorman. El 1 de julio de 1798, Carlos IV dio creación definitiva al Protomedicato con jurisdicción en todo el Virreinato y se crearon las cátedras rentadas de medicina y cirugía. Casi de inmediato se iniciaron los cursos a cargo de Gorman y luego de Cosme Mariano Argerich, de los que egresaron los primeros graduados en la especialidad en el Río de la Plata. Algunos de ellos tendrían destacada actuación en la gesta güemesiana, Fueron los médicos que asistieron a los heridos en el campo de batalla.
Matías Ribero, nacido en Buenos Aires, egresado del primer curso de Medicina del Protomedicato comenzó prestando servicios en el Cuerpo de Patricios, para agregarse luego al Ejército Auxiliar del Perú acantonado en Tucumán en 1812 cuando se libró la batalla contra el general realista Pío Tristán. Con las tropas de Belgrano, Ribero se trasladó a Salta acompañando al ejército patriota el 20 de febrero de 1813.
 Manuel Berdía, egresado también de los cursos del Protomedicato, prestó servicios en Tucumán desde 1815, y dos años más tarde, época en que se desempeñaba como Cirujano de la Vanguardia en las tropas acantonadas en Salta. Además de su rol como médico, Berdía asumió funciones políticas en Tucumán, y llegó a ser gobernador.

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El Río de la Plata, en sus primeros siglos, no fue un lugar de formación de profesionales en Medicina. En las dos primeras centurias, el Río de la Plata no contó con Protomedicato, institución que debía examinar a los aspirantes a ejercer la medicina y conceder licencias para su ejercicio. A falta de Protomedicato, los Cabildos solían autorizar a quienes acreditaban suficientes conocimientos prácticos. Solo a fines del siglo XVIII, y a consecuencia de las reformas borbónicas de Carlos III y a la importancia alcanzada por la región, es que, el 1 de febrero de 1779, el virrey Vértiz estableció el Protomedicato en Buenos Aires, designando como primer protomédico a Miguel Gorman. El 1 de julio de 1798, Carlos IV dio creación definitiva al Protomedicato con jurisdicción en todo el Virreinato y se crearon las cátedras rentadas de medicina y cirugía. Casi de inmediato se iniciaron los cursos a cargo de Gorman y luego de Cosme Mariano Argerich, de los que egresaron los primeros graduados en la especialidad en el Río de la Plata. Algunos de ellos tendrían destacada actuación en la gesta güemesiana, Fueron los médicos que asistieron a los heridos en el campo de batalla.
Matías Ribero, nacido en Buenos Aires, egresado del primer curso de Medicina del Protomedicato comenzó prestando servicios en el Cuerpo de Patricios, para agregarse luego al Ejército Auxiliar del Perú acantonado en Tucumán en 1812 cuando se libró la batalla contra el general realista Pío Tristán. Con las tropas de Belgrano, Ribero se trasladó a Salta acompañando al ejército patriota el 20 de febrero de 1813.
 Manuel Berdía, egresado también de los cursos del Protomedicato, prestó servicios en Tucumán desde 1815, y dos años más tarde, época en que se desempeñaba como Cirujano de la Vanguardia en las tropas acantonadas en Salta. Además de su rol como médico, Berdía asumió funciones políticas en Tucumán, y llegó a ser gobernador.

 


 Mariano Vico había nacido en Buenos Aires en 1778. Fue estudiante en el primer curso del Protomedicato. Prestó sus primeros servicios médicos militares durante la época de las Invasiones Inglesas. El 12 de octubre de 1806 fue designado Cirujano del Escuadrón de Húsares. Hasta 1810 ejerció su profesión en Buenos Aires y colaboró activamente en el triunfo de la Revolución de Mayo. El 22 de setiembre fue nombrado médico cirujano de la expedición a Santa Fe. El 9 de abril de 1813 fue designado director de Cirugía. Hacia fines de ese año, integró la comitiva del Gral. José de San Martín que se dirigía a Tucumán junto a los cirujanos Guillermo Celesberry y Francisco Ramiro. Luego pasó a Salta con las fuerzas de José Rondeau, para desempeñarse después de la batalla de Sipe - Sipe. Mariano Vico integró el Ejército Auxiliar del Alto Perú hasta el 20 de abril de 1819, fecha en que regresó a Buenos Aires. El 18 de junio de ese año se retiró del servicio. En 1822 fue designado profesor de la sala de cirugía del Hospital de la Caridad, y el 19 de agosto de 1830, como cirujano mayor del Ejército.
Pero el médico paradigmático del período de la emancipación nacional fue Joseph Redhead. Fue no solo médico de Güemes y Belgrano, sino también amigo personal de los dos grandes hombres de la Patria.
Nacido en 1767, estadounidense de padres escoceses, estudió en Edimburgo y se graduó de médico en 1789 se perfeccionó en Alemania en la Universidad de Gottingen. Viajó por Italia y Rusia. Luego se estableció en París para continuar estudios con Juan Nicolás Corvisart, médico de Bonaparte. 
De regreso a Escocia, el Gobierno inglés lo envió a América para estudiar la naturaleza de estas tierras. Arribó a Buenos Aires y en 1803 fue autorizado por el Protomedicato para ejercer su profesión. Actuó en esa capital y luego partió a Potosí junto a Francisco Muñoz para realizar experiencias antivariólicas.
En estas tierras, realizó observaciones de flora y fauna, como así también tomó anotaciones de carácter geográfico y geológico. En 1809 de regreso del Alto Perú, se estableció en Rosario de Lerma para cumplir estudios botánicos en el Valle del Lerma. Estudió el tifus exantemático y el paludismo.
En 1810, el gobernador Isasmendi le encomendó informar sobre el estado físico de los cabildantes. Más tarde, Chiclana le solicitó informar sobre la salud de Isasmendi. Se trasladó a Tucumán en donde se vinculó con Manuel Belgrano integrándose al ejército en el que actuó como médico en las batallas libradas por el padre de la enseña nacional. Fue uno de los más experimentados en curación en acciones de guerra, sus servicios fueron muy útiles en los frentes de batalla. Prescribió el hervido del agua antes de lavarse o servirse de ella con fines médicos o civiles, convencido de la existencia de “miasmas” que las contaminaban, desencadenando de esta forma las enfermedades.
Asistió a los soldados después de Vilcapugio y Ayohuma, y completó su “Memoria sobre la dilatación progresiva del aire atmosférico” que dedicó a Belgrano y que se publicó en 1819.
En ese año, Güemes lo destacó a Tucumán para atender la salud de Belgrano, a quien acompañó a Buenos Aires y lo asistió hasta su fallecimiento. Permaneció en esta ciudad en la que se desempeñó en el Hospital de la Residencia. A fines de 1820 regresó a Salta y continuó actuando al lado de Güemes a quien pronosticó la gangrena que le llevó al sepulcro, luego de ser herido de bala.
Después de la muerte de Güemes, continuó desarrollando su profesión médica y una extensa labor cultural que le dio la fama en su profesión y en su faz de investigador en numerosas ciencias.
 

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