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Los húsares libertarios

Con una narrativa económica que nos remonta al Imperio Austro Húngaro, los nuevos antiestatistas ganan espacio entre los ciudadanos, agotados de otro anacronismo, el ultraestatismo populista.
Viernes, 26 de noviembre de 2021 01:45

Cuando los austríacos vienen marchando....

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Cuando los austríacos vienen marchando....

La canción, "Cuando los santos vienen marchando", de Bruce Springsteen, que fue magistralmente interpretada en la película "Las cinco monedas" por Louis Amstrong y Dany Kaye, viene bien con su título para ilustrar la novedad, en la política argentina, de la irrupción de "los libertarios", que "vienen marchando" con su adhesión en forma extrema al "laissez-faire" ("dejar hacer").

Este era "el marco teórico" entre los economistas y políticos durante el Siglo XIX hasta el colapso de la economía mundial en 1929 y años posteriores, marco teórico con el que se oponían a toda intervención del Estado en las economías, habiendo sido sus exponentes máximos los economistas austríacos, principalmente, Ludwig von Misses y su discípulo, Friederik Hayes, hasta que la referida crisis de 1929 hizo inevitable la aceptación de las nuevas ideas, más flexibles, de John M. Keynes.

En realidad, el "libertarismo" en la Argentina no es exactamente una novedad, porque siempre existieron economistas y políticos que se oponían a la intervención del Estado, habiendo sido el más emblemático Álvaro Alsogaray, varias veces ministro de economía y fundador también de varios partidos políticos.

Sin embargo, estos economistas, estrictamente eran "liberales", quienes en general aceptan un control razonable del gobierno en el desenvolvimiento de las economías, a diferencia de los nuevos "libertarios", que con el pendón de las ideas de la Escuela Austríaca se plantan ahora como anarquistas, aunque, por supuesto, enfrentados al anarquismo clásico de inspiración marxista.

Contradicción sobre el consumo

Austria, juntamente con Hungría, conformó el Imperio Austro - Húngaro, (1867-1918) que participó al lado de Alemania en la Primera Guerra Mundial (1914 -1918), habiendo sido derrotada por los aliados (Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia hasta la paz de Brest - Litovsk) en 1918. A la par de muchos aportes a la cultura y otros aspectos (los emblemáticos y muy apreciados "valses de Strauss", por ejemplo), Austria formó una escuela (la Escuela Austríaca) en Economía que defendía enfáticamente la prescindencia del estado en las decisiones económicas amparada en sus ya mencionados mentores, Ludwig von Misses y Friederik Hayek.

Como dato de color, Hayek visitó la Universidad de Cambridge, Reino Unido, en la década de los treinta del siglo pasado, siendo invitado por los economistas del "Circus", que era el grupo que junto a Keynes discutía y elaboraba las nuevas ideas que cristalizaron en su famosa "Teoría General" publicada en 1936.

Al exponer sus ideas sobre el papel del consumo que, según Hayek y contrariamente a la intuición, es el factor que cerraría las posibilidades de expansión de la economía, Richard Kahn, uno de los miembros del "Circus" e inspirador del famoso "multiplicador de la inversión" de Keynes, le planteó: "¿Usted sostiene que si ahora me compro un sobretodo, eso reducirá el crecimiento de la economía...?". "Bueno; esa es aproximadamente la idea; pero requiere de muchas Matemáticas para explicarlo...", contestó Hayek, brindando una respuesta bastante sorprendente para alguien que abominaba de las Matemáticas y la Estadística en su aplicación a la Economía

"Para aumentar tu consumo, disminúyelo..." Por extraño (o absurdo) que parezca este eslogan, este es sin embargo el que sirve de base para el razonamiento de los economistas que adhieren a la Escuela Austríaca.

La propuesta de reducir el consumo para aumentarlo, planteada por la Escuela Austríaca en forma un poco más elaborada, se basa en que, si se acepta que el "producto - ingreso" de la economía, conformado por el consumo y la inversión, es fijo, a la vez que las familias distribuyen el "producto - ingreso" que reciben repartiéndolo entre el consumo y el ahorro, entonces la única forma de elevar la inversión sería reduciendo el consumo, porque supuestamente esta disminución reforzaría el ahorro que a su turno alimenta la inversión.

Hipótesis vs. evidencia

Sin perjuicio de que es inobjetable que el ahorro es un componente clave para el financiamiento de la inversión, es importante advertir que su valor estratégico radica principalmente en el stock de fondos disponibles acumulados en la forma de plazos fijos, y otros activos financieros, y no en el flujo periódico de ingresos que las familias añaden a dicho stock.

En efecto, es ostensiblemente evidente que cuando las empresas advierten que el público consume menos, su reacción será producir también menos, toda vez que esta caída en el consumo provoca "ipso facto" (por el mismo acto) una merma en las ventas y consecuentemente un incremento en sus inventarios, lo que las empuja a producir menos, no más; y si no, basta observar el consumo y la inversión en la Argentina de estos años que han caído al mismo tiempo: no se han "enrocado".

Puesto en modo de ejemplo mundano, si se desea añadir carne al asador en la parrilla, la forma de hacerlo no es retirar brasas de las que están cocinándolo para encender con ellas carbón adicional (lo que sería equivalente a reducir el consumo, ya que la cocción se ralentizaría), sino añadir carbón por aparte, encendiéndolo directamente (el equivalente al financiamiento de la inversión).

Trasladando esta idea a la economía, téngase presente que en este ejemplo el que retiraría brasas y encendería con ellas carbón adicional es una misma persona; en cambio quienes ahorran (las familias) no son las mismas que quienes invierten (las empresas), sin que haya mecanismo directo de coordinación entre ellas. 

Aunque los economistas austríacos insistan en que la tasa de interés debida a mayores depósitos estimularía a las empresas a solicitar nuevos créditos, es también contundente que las empresas tienen en cuenta principalmente su “olfato empresarial” (los “animal spirits” de Keynes) y el nivel de ventas (que habría caído) mucho más que la tasa de interés a la hora de invertir. Además, un componente importante para la inversión son los beneficios no distribuidos. No menos importante, lo que lleva a las familias a ahorrar más es una alta tasa de interés, ¡la misma que desincentiva de invertir a las empresas....! 

A todo esto, ¿por qué se abstendrían las familias de consumir ahora para consumir luego si pueden mantener su consumo en el nivel que está? 

La paradoja libertaria 

Añadiendo otra nota de color, resulta sorprendente que la posibilidad de recortar recursos al consumo para reorientarlos a la inversión fuera precisamente materializada en las economías comunistas, si bien esos recursos eran empleados en realidad para fabricar armas y monumentos a los jerarcas. ¡Las ideas libertarias de la Escuela Austríaca cristalizan en los países donde es opresiva la presencia del Estado!...

Claramente, a ningún economista o político (como no sea un populista) se le ocurriría intervenir en una economía que funciona correctamente (“equipo que anda bien, no se toca”) y recíprocamente, puesto que no necesariamente cualquier intervención del estado es adecuada, además de que se debe calibrar en qué oportunidad y medida debe efectuarse, entendiendo que la presencia del capitán del barco no puede ser puesta en discusión cuando la tormenta arrecia, y que entre “no hacer nada” y “hacer lo indebido”, hay una gran diferencia, ¿verdad Hayek?

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