12°
30 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Roberto Romero, un político constructor de la historia

Hoy se cumplen 29 años de la muerte del exgobernador de Salta y figura central en la historia de El Tribuno.
Lunes, 15 de febrero de 2021 01:48

Al conmemorarse la figura de Roberto Romero, el perfil de su liderazgo se proyecta como referencia plenamente válida en el presente; esto, aunque el mundo y el país en que vivimos sean distintos y la historia nos lleve por cursos inimaginables en 1958, cuando asumió un rol refundacional en El Tribuno, o en 1983, cuando le tocó ser el gobernador salteño de la restauración democrática liderada por Raúl Alfonsín. La pandemia obliga a suspender el tradicional homenaje popular a su memoria, pero también descubre una de las facetas más destacadas de la trayectoria de Roberto Romero. No obstante a las 19 habrá una misa en la iglesia San Francisco.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Al conmemorarse la figura de Roberto Romero, el perfil de su liderazgo se proyecta como referencia plenamente válida en el presente; esto, aunque el mundo y el país en que vivimos sean distintos y la historia nos lleve por cursos inimaginables en 1958, cuando asumió un rol refundacional en El Tribuno, o en 1983, cuando le tocó ser el gobernador salteño de la restauración democrática liderada por Raúl Alfonsín. La pandemia obliga a suspender el tradicional homenaje popular a su memoria, pero también descubre una de las facetas más destacadas de la trayectoria de Roberto Romero. No obstante a las 19 habrá una misa en la iglesia San Francisco.

El lugar que su gobierno otorgó a la medicina preventiva y a la estrategia sanitaria en todo el territorio de la provincia es ejemplificador aún en el presente del país y de la provincia. Sin exhibicionismos, y con una concepción social que privilegiaba la inclusión de todos los sectores, tuvo en Enrique Tanoni un funcionario con sólida formación y disposición ejecutiva. La realidad social de la provincia, además del coronavirus, ha hecho recrudecer patologías endémicas, encabezadas por la desnutrición, las infecciones por deficitario acceso al agua y las enfermedades tropicales. La prevención, a través del contacto directo con la gente que llevaban a cabo los agentes sanitarios, fue la impronta de esa gestión. Esto, sin olvidar la mejora de la estructura hospitalaria o de la instalación del primer tomógrafo público del NOA.

La educación pública fue otra clara prioridad de esa gestión de gobierno y se materializó en el fortalecimiento del nivel primario y la ampliación de la enseñanza media y terciaria en todo el territorio provincial.

En el mismo espíritu, Roberto Romero prometió y cumplió la realización de un enérgico plan habitacional, que incluyó el programa de autoconstrucción de viviendas populares (Pro.Vi.Po), orientado a mejorar la calidad de vida de los barrios con menores ingresos.

De origen humilde, la prosperidad alcanzada como empresario no le hizo olvidar sus días de adolescente, cuando trabajaba desde la madrugada vendiendo verdura en un carro.

Esa experiencia de vida lo convirtió en un hombre optimista, positivo, y con una notable iniciativa. Por eso, probablemente, cuando se convirtió en gobernador, fue un verdadero ejecutivo, poco afecto a la burocracia y a las veleidades del poder y planteó objetivos todavía vigentes, aunque olvidados. Romero estaba vitalmente convencido de que la sociedad es dinámica y nadie nace condenado a la pobreza. Las naciones y las provincias, tampoco. Su camino hacia la justicia social era el de el autodesenvolvimiento de los pueblos. Por eso apostó a la inversión y a la actividad con efecto multiplicador, como el turismo, la agricultura, la ganadería, la minería y, en general, la iniciativa de pequeños o medianos emprendedores. La historia demostró que obras cuestionadas en su momento, como el Delmi o el Teleférico, resultaron de enorme valor para los salteños, como lo hubiera sido el tren urbano elevado, que pensaba construir con los cien millones de dólares que la Nación le devolvió a Salta en concepto de regalías, un proyecto que no llegó a concretar, porque se terminó su mandato.

El gobierno de Roberto Romero se hizo sentir en todo el territorio de la provincia, en cada localidad y paraje. Como empresario, él lo había recorrido muchas veces y lo conocía palmo a palmo.

En su pensamiento, el federalismo no era una anécdota folclórica o costumbrista, sino la clave de bóveda del desarrollo nacional y de la calidad de vida de los pueblos. Por eso se convirtió en promotor de la integración regional. Así, formó parte del GEICOS, un grupo de empresarios que se proponía convertir al centro oeste sudamericano en un polo de crecimiento económico. Es decir, pretendía sacar de la postergación al NOA, al norte chileno, a Paraguay, Bolivia y Perú. Esa iniciativa se proyectó luego al Norte Grande, que en los años 80 reunió a los gobernadores de diez provincias y proyectó la construcción de un corredor bioceánico, desde el sur de Brasil hasta los puertos del Pacífico. Eran los tiempos en que el presidente Raúl Alfonsín alentaba el traslado de la Capital Federal a Viedma. Es decir, épocas en las que los gobernantes pensaban que el futuro se podía construir.

Desde hace treinta años, la globalización económica cambió por completo el tablero del mundo. Entre otras cosas, el centro de gravedad de la economía planetaria se está trasladando hacia el Pacífico y América Latina sigue siendo, en la mirada de este nuevo orden, por ahora, proveedora de materia prima. Un corredor interoceánico hubiera sido (y podría ser en el futuro) un dinamizador de la producción regional, pero también de la investigación y el desarrollo tecnológico, una carrera en la que la Argentina viene quedando rezagada.

La visión de futuro de Roberto Romero resulta hoy indiscutida. Pero esa visión no fue otra cosa que experiencia de vida. Como empresario próspero no olvidó sus orígenes; y como gobernador, gestionó con el espíritu del empresario. Apostó siempre al trabajo; dejó de lado el ideologismo y supo trascender los vicios palaciegos de la política, simplemente, porque era un demócrata, un salteño que nunca se sintió más ni mejor que nadie.

Ese es quizá el secreto que lo convirtió en un gran gobernador y lo hizo ingresar por la puerta grande de la historia.

 

Temas de la nota

PUBLICIDAD