Ayer quedó inaugurada la serie de Roly Arias “A quién debería encontrar yo” que se puede visitar hasta el 10 de abril, de 9 a 13 y de 16 a 20, en Mamoré (Anzoátegui 441).
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Ayer quedó inaugurada la serie de Roly Arias “A quién debería encontrar yo” que se puede visitar hasta el 10 de abril, de 9 a 13 y de 16 a 20, en Mamoré (Anzoátegui 441).
Se trata de un políptico formado por 19 paneles dispuestos a lo largo de cinco metros y con un alto de un metro y medio. También está en exhibición un díptico denominado “Los que se encuentran”.
Cuando el espectador se ubica de pie frente a la pieza central, siente que emergen hacia él, en un amontonamiento demencial, rostros de facciones ajadas, vencidas, contritas, amanecidas, todas con labios sellados y ojos desmesuradamente abiertos. Es válido que cualquiera en esta situación se pregunte qué pieza le sirvió a Roly para hacer funcionar su usina imaginaria. Él señaló que estas obras surgieron entre el caos y luego de la experimentación con el formato y con distintos papeles en los que iba dibujando se fue armando una copiosa obra, a la que logró ordenar a nivel conceptual y de montaje.
“Los disparadores en mi obra, en general, son cosas casuales. Esto surgió hablando con una bodega para hacer una muestra allí. Estaba sobre el tablero, con todas las herramientas y me empezó a dar vueltas la fantasía de esta muestra y se me vinieron a la cabeza unos versos de Gelman que dicen: ‘¿a quién debería encontrar yo en el país del vino?’. A partir de ahí empecé a dibujar caras, caras y caras que remiten a mi primer dibujo, ese dibujo que hace cuarenta años me gustaba realizar cuando no sabía que esto (por el arte) iba a transformarse en una carrera”, explicó Roly a El Tribuno.
Él es un dibujante autodidacta. Su CV abreviado da cuenta de que su producción plástica ha sido expuesta en Italia, Brasil, Paraguay y Argentina. También que impartió charlas y ofreció talleres en Bolivia y México. Entre los galardones que se le han otorgado se destacan el Gran Premio de Honor XXXIII Salón Provincial de Artes Plásticas especialidad dibujo (Salta, 2013) y la Medaglia del Presidente della Repubblica, 51° Premio Internazionale Bice Bugatti Giovanni Segantini (Nova Milanese, Italia, 2010). También que ha sido acreedor de diversas becas artísticas como el Fondo Nacional de las Artes (2009), Entrecampos (2009), Trama (2005) y Fundación Antorchas (2003) y que su obra forma parte de colecciones públicas tales como el Museo Castagnino+macro de Rosario, Museo de Arte Contemporáneo de Salta (MAC), Museo de Bellas Artes de Salta (MBAS), Museo de Arte Contemporáneo de Jataí (Brasil) y Biblioteca Comunale di Solviate Arno (Italia). Por ello, resulta curioso su retorno a su génesis.
Por otra parte, las líneas que cita pertenecen al poema “Otras preguntas”, de “Cólera Buey” (1965), de Gelman.
“Las palabras tienen un doble rol: cumplen de por sí una función visual gráfica, en tanto al gesto, en tanto a que es un dibujo más, porque son dibujo, pero tienen esa otra carga que dicen algo que en algunos casos es identificable. Me atrevería a decir que cumplen una función mágica y que le estoy cargando a la obra el espíritu de lo que esas palabras dicen y cuando estas palabras provienen de poetas que admiro es una instancia de apertura a otras cosas que no están en la tinta”, señaló Roly.
“¿a quién debería encontrar yo en el país del vino?
¿a quién encontraría qué rostros o qué rostro? (...)
algo cambió en el mundo y tu cuerpo es extraño como cuarenta máquinas (...)”.
Aunque habría que aguardar a que en 2013 se publicara en el Boletín Oficial el texto de la ley Nº 26.870 que declara al Vino Argentino como la Bebida Nacional, el país del vino de Gelman es Argentina.
Así, entresacando frases no hay cómo soslayar que estos versos con el exilio como tópico -pero que “requieren de lectores con experiencia poética, de seguimiento de su complejidad, que sepan complementar lo que el poeta deja ahí como claves, señas, puestas, silencia incluso”, como señaló alguna vez el teólogo mexicano Leopoldo Cervantes-Ortiz, refiriéndose a toda la lírica gelmaniana- son el inicio de una conexión humana, simpatética, que todos conocimos con la pandemia.
“Está mal que lo diga yo, pero por la experiencia de ayer pude concluir que hay demasiados rostros mirándote. Te parás en el medio del políptico y empiezan a pasarte cosas y mucha gente dijo que son muy fuertes. Las interpretaciones y los temas que dispararon fueron muy nutridos, también las aristas y los cuestionamientos que se le hicieron a la obra. Indudablemente hay algo de la pandemia, de la incertidumbre que se viene en torno de este tema, algo de lo que fue el encierro y de los nuevos hábitos que tuvimos que adquirir, eso está en la riqueza de quien mira una obra que lo interpela. Lo que no es casual es meterse en estas formas que sé que están diciendo algo más que mi intención”, definió Roly.
Resbalar de la pandemia tuvo algo de separarnos de la “tierra” en que vivíamos, de “exiliarnos”, por este motivo ahora nos resuena con gran sentido el “a quién debería encontrar yo”. Y ahora que podemos volver a paladear los encuentros es comprensible que la serie fuera presentada en un encuentro entre amigos, no en una inauguración oficial.
Quien esto escribe es abstemia, por eso le intriga de qué se trata "la alegría en el país del vino", que tanto resalta el valor cultural de este bebida y su rol importante en la identidad nacional. "El vino en un buen sentido abre puertas a la percepción, al diálogo y entiendo que a ese rol lo descubrieron todas las civilizaciones del mundo con los productos que tuvieron en sus manos y que generaron diferentes vinos o bebidas que cumplen la misma función. En la obra sirve para preguntarnos qué gente nos encontraremos una vez que esa puerta se abra", sintetizó Roly